Investigadores del Institut de Recerca Biomèdica de Bellvitge (Idibell), liderados por Manel Esteller, han identificado una sustancia, la enoxacina, que inhibe el crecimiento de los tumores cancerígenos.
El estudio se publica esta semana publica en la revista científica Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).
Los investigadores han identificado una sustancia que inhibe el crecimiento del cáncer mediante la activación del llamado «genoma oscuro» (o ADN no-codificante) y de las moléculas de micro-ARN, ha informado el Idibell en un comunicado difundido hoy.
Las células del cuerpo humano poseen un genoma (el conjunto de nuestro ADN) que codifica nuestras proteínas, como la queratina de la piel o la hemoglobina de la sangre.
Este genoma con ADN codificado sólo representa el 5 % de nuestro material genético. El 95 % restante se conoce como genoma oscuro o ADN no-codificante y su función es en buena parte desconocida.
Una parte de este ADN produce unas pequeñas moléculas denominadas micro-ARN encargadas de activar o desactivar los genes.
En los últimos años se ha demostrado que las alteraciones en estas moléculas están relacionadas con la formación de tumores.
Los investigadores han demostrado que la pequeña molécula enoxacina, utilizada en compuestos antibacterianos, se une a la proteína que construye los micro-ARN y estimula su actividad inhibidora del crecimiento del tumor.
El investigador Manel Esteller ha explicado que «es como si a un coche de segunda mano le ponemos un motor acabado de salir de la fábrica».
Según Esteller, se ha comprobado tanto en células de laboratorio como en modelos experimentales animales y ahora debería estudiarse su funcionamiento en humanos.
El investigador ha destacado que la ventaja de este compuesto es que se conoce su metabolismo y su seguridad en humanos.
Según Esteller, «aunque pueda no llegar a aprobarse el uso de esta molécula en tratamientos oncológicos, el hallazgo abre la puerta al diseño de nuevos fármacos que tengan como diana terapéutica los microARN». «Mostramos a la industria farmacéutica una nueva dirección hacia dónde dirigir sus esfuerzos en la terapia antitumoral», ha concluido.
Redacción