La autopsia del cuerpo de Álvaro Ussía, el joven que presuntamente murió a consecuencia de la agresión que sufrió por parte de tres porteros de la discoteca «Balcón de Rosales» en 2008, reveló que tenía roto el corazón por el impacto de una fuerza externa, un traumatismo, y no por un infarto.
Así lo ha manifestado este jueves uno de los primeros médicos forenses citados a testificar en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Madrid a los tres acusados del homicidio del joven, Antonio Sánchez «Pitoño», David Alonso y David Sancio, que se enfrentan a penas entre 13 y 15 años de prisión.
De acuerdo con el relato del fiscal, la víctima fue tirada al suelo por «Pitoño», quien lo inmovilizó apoyando las rodillas sobre él, y a continuación fue golpeado y pateado por los tres procesados, que no permitieron que ningún testigo se acercara al joven para ayudarle. El doctor Enrique Fernández Rodríguez ha explicado que realizó la autopsia sobre las 9.30 horas del sábado 15 de noviembre de 2008, el mismo día del fallecimiento del joven, al pertenecer al juzgado de instrucción número 43 que se hizo cargo del caso por estar de guardia ese fin de semana.
Al abrir el pericardio -membrana de la cavidad que aloja el corazón- se apreció que estaba lleno de sangre coagulada porque «hubo una salida de sangre del corazón», según el forense, que ha explicado que detectaron una rotura del corazón en la zona posterior, «en la puntita y por detrás», y otras lesiones en su cara anterior, con rotura de vasos, y con hemorragia.
«Sobre esa zona algo ha impactado, se ha ejercido una presión externa», ha especificado el forense, quien ha añadido que se necesita «fuerza y aceleración» para un impacto como el presuntamente realizado sobre la pared torácica del sujeto inmovilizado, en este caso Álvaro.
Rotura sorprendente
La rotura del corazón de Ussía, seguramente «por aplastamiento», fue «una herida mortal», ha manifestado el forense que, junto con sus compañeros presentes en la sala, ha afirmado que no ha visto en más de veinte años de profesión una rotura de esas características por masajes o maniobras cardíacas.
El corazón de Álvaro no se pudo romper por una tasa de alcohol -su cuerpo tenía un índice de alcoholismo de 1,6 gramos por litro- ni por una reacción alérgica ni por infarto, han aseverado los peritos. También han indicado que en el examen interno no se apreciaron golpes en la cabeza, fracturas de las costillas ni del esternón, pero que en los pulmones había una contusión o infiltrado hemorrágico entre la arteria pulmonar y la arteria de la aorta.
El examen externo marcó que se trataba de un varón de 18 años, con buen desarrollo muscular y óseo, 185 centímetros de altura y complexión delgada, sin cicatrices interesantes ni lesiones traumáticas en cabeza, cara, cuello, tórax y abdomen anterior, pero sí en ambos costados, donde había hematomas multiformes producidos por al menos tres patadas en cada lado.
«Golpes ha habido y más de uno», ha confirmado el forense, que ha añadido que ésos no ocasionaron la muerte del joven. Los expertos han comentado, a preguntas de la defensa de «Pitoño», que «existe la posibilidad» de que si una persona de 100 kilos se tira «a plomo» sobre alguien, sus costillas, por su elasticidad especialmente al ser alguien joven, no lleguen a romperse pero sí el corazón.
Además, puede, como en este caso, que no queden hematomas en el tórax del joven o señales de ningún tipo; «en este caso ha sido posible» si se produjo la agresión como afirman los testigos, han añadido. La hora de la muerte de Álvaro podría coincidir con las siete de la mañana del día de su muerte, según los cálculos del doctor Fernández Rodríguez.