- La universidad tendrá vía libre para fichar profesores y elaborará planes de estudio según los intereses de las empresas que las gestionen.
En el modelo universitario que el Ministerio de Educación está diseñando a la hora de implementar el Plan Bolonia, los intereses de las empresas tienen prioridad sobre los de los estudiantes. El ejemplo a seguir es el de Estados Unidos, con alumnos que acceden a los estudios mediante créditos bancarios para aprender aquello que a las grandes firmas les haya resultado interesante ofrecer. Para conseguir este objetivo, el plan consiste en liberalizar el mercado de universidades y profesores, para atraer a la mayor cantidad posible de clientes (es decir, alumnos).
En este nuevo modelo, que se pretende implantar definitivamente en 2015, las universidades con recursos suficientes pasarán a ser Campus de Excelencia Internacional (CEI), formando un conglomerado territorial de facultades y empresas al estilo del Silicon Valley de San Francisco. Las que no lo consigan quedarán en una segunda división, para los alumnos sin recursos o que decidan estudiar carreras ajenas al interés empresarial.
En el informe El debate sobre las competencias, redactado en 2009 por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), ya se dejaba claro que “al programar una titulación cada universidad debe definir previamente el segmento de mercado al que va dirigida y seguidamente diseñar el correspondiente plan de estudios”. Para ello, las universidades han de tener “un margen considerable de autonomía, tanto en la definición de sus titulaciones como en la selección de su profesorado”. En este sentido, el informe añade que “conviene liberalizar en la medida de lo posible su contratación, tanto en la selección como en la retribución”.
“Lo que persigue el Plan Bolonia es bueno, igualar las carreras para toda Europa, homogeneizar los títulos y los contenidos. Lo negativo es el precio que está pagando el profesorado”, afirma a Estrella Digital un profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid que prefiere permanecer en el anonimato. “Antes se valoraba el número de horas de docencia, ahora es el número de horas de trabajo del alumno, que incluye lo que estudian en casa, los trabajos… depende de la asignatura. Lo que se pretende es perfecto para grupos de cinco o seis alumnos, pero imposible de hacer bien con grupos de más de 200”, añade en base a su experiencia con grupos de este tamaño.
Para hacerlo bien, habría que invertir en profesorado, considera la misma fuente. Pero no está siendo así: “El plan Bolonia se ha hecho a coste cero, sin aportar profesores. Se incrementa la dedicación del profesorado incluso hasta un 50%”. Aunque este profesor ve “positivo que si alguien no es eficaz se le pueda quitar del puesto”, no está de acuerdo en que las empresas dirijan la nueva universidad, al tener la palabra para elegir rectores. Y remite al ejemplo de la universidad privada: “El método americano funciona bien en América, pero aquí no. Solo hay que ver cómo funcionan las privadas en España”. Aparte del asunto de los estudios con poco tirón. En Primero de carreras como Matemáticas o Física apenas se matriculan ocho o diez alumnos en la Universidad Complutense de Madrid, por lo que en este nuevo formato universitario estarían condenadas a la desaparición.
Aun así, este es el método que se persigue con la Estrategia 2015 elaborada por el Ministerio. La universidad como empresa al servicio de las grandes compañías, que patrocinarán aquellos estudios que consideren rentables. Y la financiación pública, solo para las que den beneficios por otras vías. Así, el informe de ANECA destaca que “la Universidad ha de tener cierta autonomía a la hora de decidir el precio de sus servicios, siendo el precio un elemento concurrencial básico para consolidar una posición estratégica en el escenario competencial de referencia. Sería positivo que la financiación pública se vinculase en parte al éxito en la obtención de recursos externos, prueba de buena gestión, o a una elevada implicación con el entorno”.
El estatus de los estudiantes también cambia siguiendo el modelo americano. Para pagar sus estudios, podrán recibir préstamos especiales de entre 14.400 y 34.800 euros a interés fijo, con la única ventaja de no necesitar aval: se entiende que este aval es el trabajo futuro para el que está recibiendo la formación; es decir, que los primeros sueldos están hipotecados desde el día que el alumno pisa el aula por primera vez. Sí hay prevista, en cualquier caso, una beca-salario de 6.250 euros anuales para quienes estén por debajo del nivel 1 de renta. En otras palabras, para aquellos estudiantes procedentes de familias de cuatro miembros que ingresen, como máximo, 13.500 euros al año.
Para ponerlo más difícil aún, la repetición de matrícula será penalizada con más fuerza que ahora. Según el informe de ANECA, “los estudiantes que repitan matrícula en una enseñanza universitaria deberán pagar hasta el 50% y el 100% del coste medio de presentación del servicio universitario en segunda y tercera o sucesivas matrículas”. Este cambio está previsto que se realice de forma progresiva hasta el año 2015, cuando el Plan Bolonia debe estar funcionando siguiendo las directrices de la Estrategia planeada por Educación y las empresas involucradas. Aunque de momento, debido a la polémica generada, el secretario de general de Universidades del Ministerio de Educación, Mariùs Rubiralta, ha afirmado en rueda de prensa que “no se van a modificar las tasas” el próximo curso.