- Socialistas y conservadores hablan de “eficiencia”, “sostenibilidad del sistema”, “austeridad en el gasto” y “ahorro”, lo que indica sus intenciones en caso de ganar
La crisis del ladrillo y su repercusión en el empleo acaparan los discursos de los principales partidos en los primeros días de la campaña electoral, dejando en un discreto nivel el modelo de la Sanidad pública (y con él, el de la Ley de Dependencia), que está amenazando con colapsar si no se toman medidas y que precisa de un pacto de Estado entre los dos principales partidos del país.
En los discursos de los mítines se reparten, casi al 50%, acusaciones sobre el detonante de la crisis y se proponen recetas para solventar el problema del paro y el modelo económico, pero nadie tiene interés por abordar la Sanidad —cuyas competencias corresponden en exclusiva a las Autonomías—, ni si es preciso o no meter tijera en sus cuentas.
Así, en el programa marco que los socialistas han aprobado para las elecciones autonómicas —“la fuerza de un gran país”—, la Sanidad pública sólo aparece a partir de la página 10 —el documento consta de 22 páginas— y las medidas que se aportan cabalgan entre la propuesta y la contención.
“Debemos rechazar rotundamente cualquier proceso de desmontar los servicios públicos existentes [Sanidad pública y atención a la dependencia]… el reto de la mejora constante en la prestación de servicios debe asumirse desde el ahorro en la gestión de los mismos”, dice el documento.
Los socialistas dejan a los diferentes programas electorales la concreción de sus medidas y se limitan a apuntar en su programa, en apenas dos párrafos, que hay que trabajar en el “perfeccionamiento, a través de los correspondientes acuerdos entre Comunidades Autónomas, de la atención sanitaria plena a los ciudadanos que se trasladan entre Comunidades, incluyendo la posibilidad de acceder al centro sanitario más próximo al domicilio, independientemente de la Comunidad Autónoma en que se encuentre” y al desarrollo “pleno del Sistema de Atención a la Dependencia, garantizando su aplicación efectiva”.
Apenas tres páginas de las 62 de las que consta el programa marco del PP están dedicadas al tema sanitario. Bajo el epígrafe “Una Sanidad de calidad para todos”, el Partido Popular afirma que considera básica la mejora de “la calidad de la asistencia sanitaria, y para ello es preciso garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. También es mucho lo que se puede innovar en los sistemas de gestión clínica, modernizándolos con la introducción de nuevas tecnologías, promoviendo la existencia de una base de datos única y poniendo en valor la colaboración público-privada”.
A continuación, se desgrana una serie de medidas, como la igualdad de trato de los pacientes, la tarjeta sanitaria única, libre elección de médico, atención a patologías crónicas o planes de atención a la salud mental.
Ambos partidos colocan el acento en la palabra “eficiencia”. Para los conservadores significa garantizar “una gestión que tenga en cuenta todos los recursos sanitarios disponibles, tanto públicos como privados”; y para los socialistas, “revisar las prácticas desarrolladas, introducir mejoras en las mismas y redimensionarse. (…) Austeridad en el gasto, reduciendo todos aquellos que no incidan en la calidad, y eficiencia en la gestión, avanzando en todas las formas de actuación y prestación de servicios que permitan compartir sus costes y aprovechar al máximo sus efectos”.
Eficiencia, sostenibilidad del sistema, austeridad en el gasto, ahorro… Palabras que indican que algo va a cambiar en el Sistema Nacional de Salud tras los comicios del 22 de mayo, pero cuyo abordaje podría tener un coste electoral. Y si no que se lo digan a Artur Mas, el president de la Generalitat de Catalunya, que aparcó hasta después de la cita electoral los anunciados recortes de un 10% en el sistema sanitario catalán por las movilizaciones de la ciudadanía y los profesionales que se estaban produciendo en contra de dichas medidas.