Los europeos se morirán más en los meses de verano que en invierno como consecuencia del aumento de las temperaturas -hasta 4,5 grados en este siglo-, a partir de 2080, un fenómeno que podría llegar a reducir la longevidad de los españoles en casi un año y cobrarse 230.000 vidas en todo el continente.
Estás son algunas de las conclusiones de un estudio elaborado por un grupo internacional de científicos -entre ellos del Institut Catalá del Clima (IC3)- en el que se han relacionado los datos diarios de temperaturas y de humedad, por el estrés térmico que genera, y el número de muertos provocados por las patologías estacionales de verano e invierno procedentes de regiones de 16 países europeos, con una población de 400 millones de personas.
El estudio indica que el calentamiento hará que a finales del siglo XXI (con temperaturas previstas 4 grados superiores de media a las actuales) aumenten en verano las muertes por golpes de calor o afecciones cardiorrespiratorias, y por el contrario bajen los fallecimientos en invierno (que serán más templados) por gripe, hipotermia, hipertensión, neumonías u otras enfermedades asociadas al frío.
Así, si se cumplen la proyecciones climatológicas, la incidencia asociada a la canícula de verano superará a la del mes más frío del invierno, periodo que ahora aglutina el mayor número de muertes.
Si la población no consigue adaptarse a estos cambios, la incidencia del calentamiento será mayor en los países mediterráneos -como Francia, Italia, España o Croacia- donde la esperanza de vida podría reducirse por encima de los 9 meses, mientras que en la Europa Central se mantendría más o menos igual y en países como Reino Unido o Dinamarca, aumentaría por lo benigno de los inviernos.
El trabajo, que se publica este martes en la revista «Nature Communications» y donde también participan científicos franceses y suizos, indica que aunque la mortalidad en Europa alcanzará su mínimo en 2040, a partir de esa década se incrementará de forma progresiva, pero con esas diferencias regionales, ha explicado Joan Ballester, uno de los autores de la investigación.
En España, el cambio de la mayor mortalidad de los meses de invierno a los de verano, se producirá antes de 2080.
El cálculo es que en las últimas décadas del siglo XXI, más de 230.000 europeos morirán a consecuencia de la incidencia de estos cambios climáticos.
La temperatura ideal para la vida del hombre ronda entre los 14 y los 25 grados. La mortalidad crece progresivamente a medida que aumentan o se reducen los grados de esta llamada «franja de confort».
No obstante, además de ese horizonte pesimista de un problema de aclimatación a estas nuevas temperaturas, los autores del estudio apuntan la posibilidad de que en el caso de que la población pudiera adaptarse a las nuevas temperatura estivales e invernales la esperanza de vida aumentaría en 1,5 años de vida.
El director del IC3, Xavier Rodó, ha señalado que todos estos escenarios dependen de muchos factores, tanto del grado de aclimatación de las personas a estas nuevas situaciones climáticas, como de las políticas medioambientales para mitigar el calentamiento que aplique la comunidad internacional.
Como referencia, la investigación ha tenido en especial consideración los datos de mortalidad producidos por la anómala ola de calor que azotó el continente europeo en el verano de 2003, con temperaturas sin precedentes (con hasta 4 grados más de media) y que segó la vida a 70.000 personas, sobre todo ancianos y personas con problemas respiratorios, de ellos 20.000 en Italia, 19.500 en Francia o 15.000 en España.
En aquel año, no obstante, la mortalidad invernal siguió siendo mayor que la registrada durante el verano.
Estrella Digital/Efe