No podemos hablar de alimentación, dejando pasar por alto la fecha del 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, proclamado en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuya finalidad es la de concienciar a las poblaciones sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. El día coincide con la fecha de fundación de la FAO en 1945. En 1980, la Asamblea General respaldó la permanencia del día por considerar que «la alimentación es un requisito para la supervivencia y el bienestar de la humanidad y una necesidad humana fundamental».
Desde el 16 octubre de 1981, el Día Mundial de la Alimentación ha adoptado diferentes causas o temas cada año, con el fin de destacar áreas necesitadas de reformas sociales. “Precios de los alimentos: de la crisis a la estabilidad” se ha elegido como el tema del Día Mundial de la Alimentación de este año para arrojar luz sobre esta tendencia a la volatilidad y las medidas que se pueden adoptar para mitigar sus efectos en la población más vulnerable.
Las variaciones drásticas de los precios, especialmente al alza, constituyen una grave amenaza para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. La población pobre es la más gravemente afectada. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2010-11 el aumento de los costos de los alimentos llevó a cerca de 70 millones de personas a la pobreza extrema.
En el Día Mundial de la Alimentación de 2011, analicemos en profundidad las causas de la variación de los precios de los alimentos y tomemos las medidas necesarias para reducir sus repercusiones en los miembros más débiles de la sociedad mundial.
Creo que en fechas tan importantes como esta, donde el mundo está separado en dos, donde 1.000 millones de personas pasan hambre mientras un elevadísimo número de personas en la otra mitad se encuentra en valores de sobrepeso o de obesidad, deberíamos más que nunca reflexionar sobre el hecho de que, por suerte, nosotros decidimos los alimentos que comemos y como los cocinamos, mientras una gran parte de la humanidad no posee, por desgracia, esa capacidad de decisión.
Es nuestra esperanza de que todas esas asociaciones o entidades que luchan en el mundo contra el hambre, constituyan una fuente de inspiración y una herramienta útil que contribuya eficazmente a su trabajo para lograr que el derecho a la alimentación sea una realidad para todos.
Redacción