El acusado de cometer el atentado contra la sede del PSE de Lazkao (Guipúzcoa) en 2009, Manex Castro, ha reconocido este jueves en la Audiencia Nacional ser miembro de la organización terrorista ETA y ha explicado que perpetró este ataque para después disfrazarse «de pingüino» y cogerse «una borrachera del copón» en las fiestas de Tolosa.
Castro ha comparecido ante la Sección Segunda de la Sala de lo Penal en compañía de Mikel Garmendia, también acusado por colaborar en el atentado que se cometió el 23 de febrero de 2009. El fiscal Vicente González Mota pide que Castro sea condenado a 25 años de cárcel por un delito de estragos y otro de depósito de explosivos y que Garmendia sea castigado con ocho años de prisión por colaboración con organización terrorista.
Tras negarse a responder a las preguntas del representante del Ministerio Público, Manex Castro ha indicado a su defensa que mantiene una «relación muy estrecha» con Garmendia ya que le conoce de «toda la vida» tanto a él como a su familia.
Al ser cuestionado si hablaban de política y sobre la situación de los presos de ETA, ha respondido que es un tema que «está en la calle». «Siendo del País Vasco es lógico que hablemos de política», ha añadido.
No obstante, ha precisado que Mikel Garmendia ni nadie de su entorno conocía que era miembro de ETA ya que él nunca cambió de hábitos. «Jugaba en los partidos de fútbol, salía de juerga, seguía trabajando», ha agregado.
Respecto al atentado, ha explicado que aquel fin de semana pidió la furgoneta con la que cometió el ataque a su amigo ya que sabía que «no iba a pedirme explicaciones». «Es una persona muy abierta, muy bueno con todos, es un pedazo de pan y sabía que él no me iba a pedir explicaciones de nada», ha añadido.
Ese día envió un mensaje de texto a Garmendia pidiéndole que, si alguien preguntaba por él, dijera que había estado en la sidrería en la que trabajaba y que se verían en las txoznas durante las fiestas de Tolosa. «El grupo de amigos quedamos en que nos íbamos a disfrazar de pingüinos», ha dicho, para añadir que, tras cometer el ataque, se puso el disfrazo y devolvió las llaves de la furgoneta a Mikel.
«Estuvimos echando un trago y haciendo el payaso. Yo iba de pingüino e hice pues… lo que hacen los pingüinos», ha relatado, para agregar que al día siguiente habló con su amigo y admitieron haberse cogido los dos «una borrachera del copón».
Por su parte, Mikel Garmendia ha asegurado que no pertenece a la banda terrorista y que nunca ha colaborado con ella. Además, ha mostrado la sorpresa con la que acogió la detención de su amigo por pertenencia a ETA. «Su familia ha sufrido mucho porque un tío estaba en la cárcel y me dijo que no quería hacer sufrir a su madre y acabar así», ha señalado.
Más adelante, el acusado ha afirmado que sus amigos le piden habitualmente su furgoneta para «ir de juerga, al monte o a ligar» porque tiene «una cama». «No tengo ningún problema para dejar las cosas», ha remachado.
«He venido aquí a contar la verdad y no tengo ningún motivo para huir», ha señalado, para asegurar que nunca hubiera prestado su vehículo de haber tenido noticia de que sería utilizado en la comisión de un ataque de ETA.
Los amigos que han comparecido, en calidad de testigos en el juicio a petición de la defensa, han señalado que Garmendia era muy «confiado» y «un buenazo» al no tener reparos en prestar sus pertenencias. Su hermano, que también ha declarado en la vista oral, ha aseverado que las pegatinas de ETA encontradas en su domicilio no eran del acusado sino suyas.
«Para ETA hablar de política es poner bombas»
Para el fiscal, no es asumible que el procesado no pidiera «una explicación» sobre el paradero de la furgoneta ya que guardaba «afinidad ideológica» con Castro como reflejan su firma en un manifiesto a favor de la liberación de Iñaki de Juana Chaos o el material intervenido en su domicilio. «Para los miembros de ETA hablar de política es utilizar bombas», ha concluido.
Según el escrito de acusación, Castro cometió el atentado junto a los presuntos etarras Beinat Aguinagalde y Ugaitz Errazkin, que también están procesados en esta causa. Los tres formaban un ‘talde’ denominado ‘Asti’ dentro del ‘comando Ezuste’ que planificó y ejecutó el atentado con explosivos contra la Casa del Pueblo de Lazkao, situada en el número 27 de la calle San Prudencio. Antes de la explosión, Aguinagalde realizó una llamada avisando de la colocación del artefacto.
Según el escrito de acusación, el artefacto estaba compuesto por una carga entre 8 a 10 kilos de explosivo y causó importantes daños materiales en la sede socialista y las viviendas y los vehículos que se encontraban cerca. La bomba fue confeccionada en la casa de Castro, ya que en los cubos de basura situados en las inmediaciones del domicilio se encontraron elementos similares a los utilizados en el atentado.
Tras los hechos, Emilio Gutiérrez, un joven cuya vivienda había quedado destrozada por la explosión atacó con una maza la ‘herriko taberna’ de la localidad, por los que recibió en las redes sociales calificativos como ‘el héroe de Guipúzcoa’ o ‘el justiciero de Lazkao’. No obstante, también sufrió amenazas del entorno de la banda terrorista que le obligaron a abandonar el pueblo y fijar su residencia fuera del País Vasco.
Castro, que fue arrestado en marzo de 2009 en Villabona (Guipúzcoa), está reclamado junto a Aguinagalde y Errazkin por el asesinato del empresario Ignacio Uria, que se produjo el 3 de diciembre de 2008 en la localidad guipuzcoana de Azpeitia.
Estrella Digital/EP