domingo, diciembre 22, 2024
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Dos horas de infarto

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«Es un gran honor para mí empezar esta etapa como líder del PSOE. Espero responder a vuestro apoyo y confianza. Gracias y a trabajar. Rbcb»

Con este tuit, escrito pasadas las ocho y media de la tarde de este sábado, Alfredo Pérez Rubalcaba agradecía, a través de la red de microbloging, el respaldo que le ha aupado a la Secretaría General del PSOE, el máximo cargo en el partido en el que lleva militando toda la vida.

Atrás quedaron más de dos semanas de campaña, pateándose las federaciones de todo el país, mostrando su proyecto de partido, hablando y debatiendo con los delegados, con los militantes. Y, sobre todo, atrás quedó la tensión y la angustia de los 120 minutos que ha durado el recuento «de guante blanco».

A mediodía, el presidente del 38 Congreso Federal del PSOE, José Antonio Griñán, abría el plazo para las votaciones. «Diremos el resultado a las tres y media», señaló Griñan, pero el final del recuento se hizo esperar. Se retrasó dos horas. Dos horas de infarto. Para los candidatos y para los periodistas porque el hermetismo era absoluto. Tanto que, en el salón de votos, había inhibidores para que no se filtraran datos antes de tiempo.

Sobre las cinco, en la sala de prensa donde están los medios escritos, una periodista ha dicho en voz alta: «Se rumorea que gana Rubalcaba por 16 votos» y, a partir de ese momento, los teléfonos nos han quemado en las manos. Han durado poco las pesquisas porque, unos treinta minutos después, un miembro de la organización del congreso daba las cifras del resultado: «Chacón, 465; Rubalcaba, 487; blancos, 2; y nulos, 1» y ahí se destensaron las espaldas. Rubalcaba había ganado, con un margen ajustado, de 22 votos, pero 13 más de los que obtuvo Zapatero sobre Bono, que fueron 9.

El corredor de fondo había triunfado sobre la sprinter. Muchos dicen que Rubalcaba no se habría inmolado el 20N si no hubiese tenido ya en la mente la Secretaría General. Puede ser cierto. Pero tampoco es menos verdad que accedió a sacrificarse. Otro en su lugar, con su brillante trayectoria como ministro y su prestigio como político, no lo habría hecho. Otro, probablemente, habría preferido retirarse con sus galones. Él no. Rubalcaba se presentó como candidato a la presidencia del Gobierno y cosechó la peor victoria de la historia del PSOE y, con todo y con eso, decidió optar a la Secretaría General. ¿Pura estrategia? ¿Compromiso total con el partido?

Puede que su discurso no haya sorprendido a nadie: Rubalcaba en estado puro, pero quiso ir sobre seguro y no arriesgar. Le ha salido bien. Lo contrario que a Carme Chacón, que no ha sabido modular la voz y, en ocasiones, hasta ha resultado desagradable. Eso en cuanto a la forma. En cuanto al contenido, como en todo, hay distintas opiniones. Mientras se votaba, en el hall del hotel donde se celebra el congreso, había disparidad de opiniones, pero los veteranos, los que peinan canas, llevan toda la vida en el partido y no son cargos relevantes, se han sentido «dolidos». «Llevo 30 años trabajando por un país progresista y ¿ya no sirvo?», preguntaba una histórica militante. Con el resultado, ella y muchos como ella habrán respirado tranquilos. Otros, quizás, no tanto.

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