El largo pleno monográfico sobre los acuerdos adoptados en el Consejo Europeo del pasado 30 de enero ha dejado como resultado una muy breve sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. La primera de esta X Legislatura y la primera de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. El primer cara a cara del nuevo líder del Ejecutivo, con el nuevo secretario general del principal partido de la oposición. Rubalcaba vs Rajoy. Un figurado y encarnizado enfrentamiento en el Hemiciclo que se ha quedado en eso: en «figurado». En definitiva, una sesión de control descaifenada, breve y sin contenido.
No sabemos si por el cansancio de los interlocutores, o por ser ésta la primera vez de muchos de ellos en sus nuevos cargos, pero lo que se suponía que debía de ser una sesión de control ordenada y con argumentos de peso, se ha convertido en un cruce de reproches en las preguntas y en un montón de frases hechas en las respuestas, más propias de una clase de colegio que de un Parlamento nacional .
Está claro, que el primer debate al que Rajoy acudía en el Congreso desde que tomara posesión de su cargo como nuevo presidente del Gobierno ha acaparado toda la atención mediática. En un principio, la duración estimada de este debate previo a la sesión de control debía de haber sido de tres horas, de igual manera que su contenido se debía de haber ajustado a los acuerdos alcanzados el pasado 30 de enero en Bruselas. Pero como siempre suele ocurrir en este tipo de encuentros, nada de lo que se prevé con antelación se cumple. Al final, el debate se ha alargado en más de una hora, y el contenido del mismo se ha desarrollado en clave de economía interna: medidas de ajuste y reformas estructurales. La senda la ha abierto Rajoy en su primera intervención, y por ella han continuado el resto de grupos parlamentarios.
Los temas importantes del momento –décifit, reforma financiera y reforma laboral– han sido tratados en estas intervenciones previas, por lo que poco quedaba por decir en la sesión de control, que finalmente ha tenido que ser suspendida hasta este jueves, por falta de tiempo. Los protagonistas de este primer control han sido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Ellos han sido los únicos que se han sometido a las preguntas de los parlamentarios este miércoles.
Preguntas sin mucho contenido, que más que esperar alguna aclaración sobre ciertos asuntos, han servido para hacer reproches sobre presentes y pasadas políticas puestas en práctica, hoy por el Gobierno ‘popular’ y ayer por el Gobierno socialista. En su intervención, Alfredo Pérez Rubalcaba ha vuelto a insistir en la subida de impuestos y ha recomendado al presidente tener cuidado con los micrófonos. Palabras que Rajoy ha calificado irónicamente «de gran altura», aunque ha aclarado que «tampoco importa, puesto que sus responsabilidades son ahora menos importantes». Ambos se han acusado mutuamente de minar la confianza de los españoles y la credibilidad de España y de haber engañado durante la campaña electoral. Rubalcaba ha recordado a Rajoy que dijo que «nunca» subiría los impuestos; y el presidente le ha refrescado la memoria al exvicepresidente socialista sobre su compromiso a cumplir con el objetivo de déficit del 6%, que al final será del 8%.
En esta «floja» línea se ha manifestado el que hasta hace escasos días era el portavoz del Grupo Parlamentario socialista, José Antonio Alonso. A él le ha tocado interpelar a la portavoz y ‘número dos’ del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ella ha sido la encargada, desde que su partido llegó al poder, de dar las malas noticias. Entre todas ellas, anunció los recortes y la subida del IRPF. Sin embargo, a Alonso no se le ha debido de ocurrir otra cosa mejor y le ha preguntado: «¿Se siente orgullosa de su labor al frente del Gobierno?». Una pregunta, que quizás por su temprana formulación -hace escasos meses que el PP ganó las elecciones- ha dejado a Sáenz de Santamaría el camino preparado para lucirse: «Es difícil sentirse orgullosa cuando hay cinco millones de parados, pero parece mentira que alguien como usted lo pregunte. La cuestion no es sentirse o no orgulloso, sino tener la predisposicion adecuada para salir de esta situación en la que ustedes nos metieron».
Elsa Sardina Vejo