La osteoporosis es una enfermedad metabólica en la que los huesos de nuestro esqueleto se debilitan, aumentando el riesgo de fracturas espontáneas, siendo las más frecuentes las fracturas vertebrales (por aplastamiento) y las fracturas de cadera. El término, etimológicamente, significa “hueso con poros”, y se produce por un aumento de la pérdida de masa ósea y por una disminución de la resistencia de los huesos.
Nuestros huesos están formados por un tejido vivo que se renueva constantemente, lo que permite, en primer lugar, que en una etapa el esqueleto crezca y, posteriormente, que se mantenga fuerte y sano. En este proceso de renovación del hueso, unas células llamadas osteoclastos eliminan una pequeña zona de hueso viejo y crean una cavidad. Inmediatamente después de esto, aparecen los osteoblastos, que son unas células que sintetizan de nuevo el tejido óseo que había sido eliminado. Hasta aproximadamente los 30 años, una persona normalmente construye más hueso del que pierde y es cuando se adquiere el nivel más alto de mineralización. Después de los 35 años, la destrucción de hueso supera la construcción, resultando en una pérdida gradual de la masa ósea. Una vez que esta pérdida llega a un cierto punto, la persona tiene osteoporosis.
A la osteoporosis se la conoce como «la enfermedad silenciosa» porque la pérdida ósea ocurre sin síntomas. Una persona no sabe que tiene osteoporosis hasta que sus huesos son tan débiles que cualquier fuerza, golpe o caída le causa una fractura o un aplastamiento de una vértebra. Incluso, puede darse el caso que la caída se produzca porque previamente se ha producido la fractura.
Hay una relación directa entre la falta de estrógenos que se produce después de la menopausia y el desarrollo de la osteoporosis. La menopausia precoz y cualquier periodo de la vida femenina en el que los niveles de las hormonas sean bajos y no haya periodos menstruales o haya pocos pueden causar una perdida de la masa ósea. La pérdida de la acción protectora de las hormonas femeninas en la menopausia causa falta de calcio en los huesos y la consecuente pérdida de masa ósea.. La detección precoz de la pérdida excesiva de la masa ósea es la única manera de prevenir la aparición de la osteoporosis. El déficit de estrógenos producido por la menopausia es el principal factor de riesgo que favorece el desarrollo de osteoporosis. Si bien no todas las mujeres en esta situación desarrollan la enfermedad, se estima que aumenta el riesgo de sufrir una fractura en un 30 por ciento, sobre todo a partir de los 65 años. En los primeros cinco años tras la menopausia se puede llegar a perder hasta el 5 por ciento de la masa ósea, y en los años posteriores se pierde entre el 1 ó 2 por ciento anual.
Los factores de riesgo de la osteoporosis pueden clasificarse en:
- Factores no modificables: raza blanca o asiática, sexo femenino, antecedentes familiares, baja estatura con huesos pequeños, menopausia.
- Factores modificables: inactividad física, delgadez, déficit nutricionales (calcio, vitamina D, fósforo, flúor y proteínas), tabaquismo, abuso de alcohol, tratamientos prolongados con corticoides, anorexia y bulimia, ausencia de embarazos, resecciones digestivas, hipertiroidismo, atletas de alta competición.
Desde hace algún tiempo disponemos de un método diagnostico fiable que permite valorar el nivel de calcificación de nuestros huesos: la densitometría ósea. Utiliza los rayos X con muy poca radiación y mide la densidad mineral ósea (DMO o BMD en inglés). Normalmente se hacen mediciones en cadera y en columna lumbar (lugares más frecuentes de fracturas) y se comparan estadísticamente con las mediciones en mujeres de todas las edades y con las de la misma edad. Si hay diferencias significativas con las medias estándar en sentido negativo, podemos diagnosticar de osteopenia (bajo grado de DMO que precisa la utilización de medidas preventivas) o de franca osteoporosis (importante descenso de DMO que requiere ya tratamiento farmacológico). Toda mujer en el comienzo de su menopausia debe hacerse esta prueba para saber en qué nivel se encuentra y después una anual o bianual para valorar el ritmo de pérdida de su masa ósea.
Y, puesto que lo mejor es siempre la medicina preventiva, recomendaremos las siguientes medidas:
1. Mejorar nuestra alimentación. Los requerimientos diarios de calcio varían con la edad, sexo y estado fisiológico (crecimiento, embarazo, lactancia, menopausia,…). Así, por ejemplo, mientras que en una mujer en edad fértil las necesidades oscilan en torno a 800-1000 mg./día, en una mujer en edad menopaúsica se aconsejan unos 1200-1500 mg./día. La principal fuente dietética de calcio son los productos lácteos, no sólo por la cantidad de mineral que aportan, sino también porque la presencia de vitamina D y lactosa favorece su asimilación, por ello recomendamos la ingesta de productos lácteos enriquecidos en calcio, mejor desnatados para prevenir también la obesidad. Pero, además, se puede obtener calcio de otros alimentos, como los pescados en general (destacando sardinas en lata y los boquerones con espinas), ciertos mariscos (mejillones, gambas y camarones, vieira, percebes, pulpo, ostras, langostinos, almejas, chirlas y berberechos) y aunque en menor cantidad, en algunas verduras (espinacas, col rizada, cebolla, berro, cardo, acelga, grelos y brócoli), en los frutos secos, en algunas frutas (fresas, guayaba, higo, limón, mango y manzanas), etc. Si es necesario, en algunos casos, habrá que tomar, además, suplementos de calcio y vitamina D.
2. Es muy importante establecer un programa habitual de ejercicios. Los ejercicios donde se soporta el propio peso, hechos tres o cuatro veces a la semana, son los mejores para prevenir la osteoporosis, entre los que destacamos: caminar, correr, jugar al tenis, bailar. Además, los ejercicios de fuerza y de equilibrio pueden ayudar a evitar caídas.
3. Se recomienda exponerse al sol como mínimo durante 20 minutos al día para que pueda actuar correctamente la vitamina D.
4. Hay que evitar, en la medida de lo posible, fármacos que destruyan el hueso (como corticoides, hormonas tiroideas, algunos anticovulsivantes y algunos anticoagulantes) o que limitan la absorción y asimilación del calcio.
5. Limitar el consumo de alcohol y erradicar el hábito de fumar.
Dr. J.P. Fernández Corbelle (Doctor en Medicina y Cirugía)
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Dr. J.P. Fernández Corbelle (Doctor en Medicina y Cirugía)