El número 5 de la calle Zaragoza, en pleno centro de Madrid, llevaba unos dos años deshabitado. Se puso a la venta y poco después fue ‘okupado’. “Primero por gente del 15M, más revolucionaria y razonable. Después por inmigrantes árabes, más conflictivos”, nos cuenta José Pérez, hijo de uno de los propietarios del edificio.
Esta ‘okupación’ se produjo el 10 de agosto de 2011 y la familia propietaria del inmueble comenzó los trámites para desalojarlos en cuanto se percató de la situación. “Sobre el día uno de septiembre”, señala Pérez.
“Cuando denunciamos a la Policía, como era antes de las elecciones, nos dijeron que tenían órdenes de no hacer nada hasta que no pasaran los comicios. Al pasar el 20N se pusieron en marcha y hoy ha sido el desalojo”, indica Maraya Meseguer, otra de las propietarias del edificio de cuatro plantas.
El desalojo se ha producido sin incidentes, seis meses después, cuando la Justicia ha dictaminado que era una ocupación ilegal. Medio año que no ha sido nada fácil de llevar para los comerciantes de la calle Zaragoza. “El Bar El Chisquero, en el número 9, ha tenido que cerrar por culpa de los olores y la mala convivencia que ha tenido esta gente con los vecinos” comenta José Pérez.
“No se han integrado en el barrio. Los ruidos y los olores eran horrosos”, afirma la encargada de una librería que está justo enfrente del edificio. Ella asegura que los ‘okupas’ eran violentos entre sí, pero no con los vecinos. Sin embargo, Maraya Meseguer, otra de las propietarias, dice que tenían al barrio “atemorizado” y que al propietario del bar de al lado “lo amenazaban con cuchillos”.
Con el desalojo del número 5 de la calle Zaragoza se pone punto final a un problema que va más allá de fuertes olores y la mala convivencia con los vecinos. Según un arquitecto municipal que estuvo viendo el edificio, la salida de los ‘okupas’ era “imprescindible” ya que podía caerse “porque si les pasa algo, encima, nosotros somos los responsables”, afirma Meseguer. La misma familia es propietaria de otros dos inmuebles que están en la misma calle. “El primero no está ‘okupado’ porque hay un vigilante que vive ahí”.
Los ‘okupas’ han salido por su propio pie del edificio y han sido identificados por la Policía Nacional. Mientras, una cuadrilla de albañiles esperaba en la calle para tapiar los huecos y evitar que vuelva a ocurrir lo mismo.
Cristina Rodríguez