Todo parecía indicar que este 25M nos enfrentábamos a otra noche histórica en la sede nacional del PP. Durante varios meses, los ánimos de los ‘populares’ respecto a los comicios autonómicos de Andalucía y Asturias han sido de optimismo absoluto. Parecía -al igual que ocurrió el pasado 20N-, que no había lugar para las sorpresas. La gran mayoría de las encuestas otorgaban la mayoría absoluta al Partido Popular en Andalucía. Incluso la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había presumido en varias ocasiones a micrófono cerrado de que el partido contaba con sondeos internos que no dejaban lugar a la duda. Ahora, ni en Génova ni en Moncloa saben qué ha podido pasar para que al final haya habido una diferencia de más cinco puntos entre las previsiones inciales y los resultados finalmente obtenidos. No obstante, todo parece indicar que la reforma laboral, la subida de impuestos y el nuevo ajuste previsto para los próximo Presupuestos Generales del Estado y que conoceremos esta semana, han tenido algo que ver; aunque desde Génova y desde el Gobierno intenten desviar la atención sobre este asunto.
Lo cierto es que lejos quedó la euforia que vivimos en la sede nacional del PP el pasado 20 de noviembre. La mayoría absoluta que ‘populares’ y Gobierno esperaban muy confiados en Andalucía se fue al traste. Los resultados no han sido malos. Los 50 escaños obtenidos por los ‘populares’ les han otrogado una victoria histórica, aunque claro está, las expectativas no han sido cumplidas. Una cosa es ganar y otra gobernar. Y el PP tenía muy claro que sólo podría hacerlo si lograba los 55 ansiados escaños que casi todos los sondeos le prometían. «No sabemos lo que ha pasado, todas las encuestas nos daban la mayoría absoluta», han confirmado a Estrella Digital fuentes gubernamentales.
Desde que el PP lograra alcanzar el poder absoluto en las pasadas elecciones generales, el triunfo andaluz cada vez lo veía más claro. Una victoria, que de haberse consumado en su máximo exponente -con la mayoría absoluta-, hubiera otorgado al Partido Popular el mayor poder que una formación política ha acumulado en nuestra historia democrática. Al final, los andaluces han preferido hacérselo pasar mal a Javier Arenas y condicionar su liderazgo a que PSOE e IU estudien y decidan si finalmente hay acuerdo de izquierdas para gobernar Andalucía.
Desde el Gobierno, y como no podía ser de otra forma, la valoración se ha hecho en clave negativa. «Los resultados han sido fuertes, puesto que las expectativas que teníamos no eran esas», han reconocido las mismas fuentes, que también han intentado consolarse insistiendo en que «el PP ha ganado en Andalucía» y que con «eso hay que quedarse». Aunque ellos, mejor que nadie, saben que éste es el primer aviso que reciben de una parte del electorado que el 20 de noviembre les dio la mayoría absoluta.