Las pesquisas internacionales para seguir el rastro del dinero presuntamente evadido por la trama Nóos no se limitarán a Suiza. Junto con la comisión rogatoria –solicitud de ayuda judicial- dirigida a ese país, el juez del caso prepara otra con destino a Luxemburgo para confirmar si, como señalan los indicios, acabaron allí los fondos desviados al extranjero a través de una sociedad con matriz en el paraíso fiscal de Belice. Las rogatorias aún no han partido de España pero que su tramitación está ya en marcha.
Radicada en Londres, la sociedad cuyo hilo conduce a Belice es De Goes Center for Stakeholder Management Ltd. Mediante facturas falsas por supuestos trabajos para las cumbres turístico-deportivas de Valencia y Balears pagadas con dinero público, De Goes Ltd. cobró 420.000 euros de Instituto Nóos que fueron transferidos a Londres en 2007. Capitaneada por Urdangarín y su socio, Diego Torres, la pretendida ONG Instituto Nóos recibió 5,8 millones de la Generalitat valenciana y el Govern balear entre 2004 y 2007.
Los investigadores del caso creen que los 420.000 euros transferidos a De Goes Ltd.en Londres por Instituto Nóos a través de 11 órdenes bancarias entre marzo y junio de 2007 y los otros 50.000 que llegaron desde su empresa espejo en España –De Goes SL- fueron a parar al Crédit Agricole de Luxemburgo. Si se trataba de un único depósito controlado por De Goes Ltd o si la mercantil matriz de Belice –Blossomhill Assets- tenía una segunda cuenta en el Gran Ducado es un punto todavía por determinar. La De Goes española, de nombre idéntico al de la británica, se presenta como una de las empresas más oscuras de la trama: es propiedad de la última ONG pergeñada por el tándem que formaban Urdangarín y Diego Torres, la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social.
Las gestiones judiciales ante Luxemburgo marchan en paralelo a las que persiguen desliar el ovillo de Suiza. Allí, ya son tres las cuentas detectadas. La localización de la primera se produjo gracias a una nota manuscrita de la secretaria de Urdangarín, Julita Cuquerella. En ese escrito, Cuquerella da instrucciones sobre una cuenta localizada en una sucursal del Crédit Suisse de Lausanne. Abierta por Alternative General Services Ltd, compañía propiedad del belga Robert Cockx, esa cuenta recibió entre 2008 y 2009 tres ingresos que suman 375.000 euros.
Aficando en Madrid e imputado al menos por el momento, Cockx les dijo a la Policía y al fiscal anticorrupción que la suya es una cuenta que permitió utilizar a Urdangarín para vehicular sus cobros a cambio de una comisión del 5%. El dinero, que fluyó hacia una segunda cuenta, procedía de Agval, una filial de Aguas de Valencia cuyo dueño, Eugenio Calabuig, sostiene que los 375.000 euros sirvieron para abonar unos servicios de intermediación en Jordania. Según Calabuig, siempre creyó que el destinatario final de los pagos era Urdangarín.
Cuando fue interrogado por esa cuenta en su comparecencia de febrero, el aristócrata salió del paso señalando como perceptor de los cobros al jordano Mansour Tabaa, un hombre de negocios muy bien relacionado con la dinastía hachemita, que a su vez mantiene estrechos vínculos con la Casa Real española.
Pero otra nueva versión enmaraña aún más las cosas. Un amigo de Urdangarín y Cristina de Borbón, el empresario madrileño José María Treviño, declaró como testigo hace varias semanas que fue él quien cobró los 375.000 euros. Y que los cobró a través de tres pagos de 125.000 euros en 2008 y 2009 porque se encargó de realizar gestiones –fallidas- para que Aguas de Valencia desarrollase un gigantesco proyecto hidráulico en Jordania. De momento, la Fiscalía no planea pedir su imputación porque ningún dato sugiere que Treviño cometiese delito, precisan las fuentes consultadas.
Un oscuro equívoco
El empresario declaró que, en efecto, abonó una comisión a Cockx por permitirle utilizar su cuenta suiza a modo de testaferro o fiduciario. Y admitió el traspaso de fondos a una segunda cuenta. A quién pertenece realmente ese segundo depósito será una de las incógnitas que resuelva la comisión rogatoria si Suiza acepta cooperar o, cuando menos, proceder a su bloqueo. Pero esa no es la única equis por despejar.
Porque hay un tercer depósito: y si está o no vinculado a las dos anteriores es otro de los puntos oscuros del caso.
Sobre el manuscrito donde la secretaria de Urdangarín comunica a un tercero los datos de la cuenta bancaria donde hay que ingresar el dinero y le dice que, una vez firmado “el contrato” hay que enviar una copia al duque, fuentes relacionadas con el caso pero ajenas a la investigación aportan un nuevo relato: que, en efecto, el duque intervino para que Aguas de Valencia rubricase el contrato. Pero que ese contrato, aunque con Cockx como pantalla, era realmente para Treviño, “que ya estaba haciendo gestiones”, si bien “es posible” que el duque de Palma nunca desvelase ese extremo a quienes iban a pagar. De ser cierta esa versión, Urdangarín habría mantenido a Aguas de Valencia en el equívoco de que el asunto de Jordania estaba en sus manos. El proyecto, cuya supuesta finalidad era trasvasar agua del Mar Rojo al Mar Muerto, no fructificó.
Viaje a Jordania
Otras fuentes relacionadas con el caso pero ajenas a la investigación relataron ayer que Treviño entró en escena a comienzos de 2008, una vez que Urdangarín le presentó al dueño de Aguas de Valencia en un almuerzo. El duque desistió entonces de realizar el proyecto de Jordania y traspasó el encargo a Treviño “por amistad”. En un viaje relámpago, ambos se desplazaron a Amman en mayo y Urdangarín actuó allí de nuevo como introductor: esta vez, puso en contacto a Treviño con Mansour Tabaa, sostienen las citadas fuentes.