La sentencia política le ha llegado a Gerardo Conde Roa (Padrón, 1959) antes que la del propio juez, al hacerse insostenible compaginar el bastón de mando con estar imputado por un supuesto fraude fiscal, máxime con unas elecciones autonómicas a menos de un año vista. El político ‘popular’ que al tercer intento como candidato logró acabar con los años de gobiernos de izquierdas en Santiago de Compostela y que prometió no estar más de dos legislaturas, no pudo completar ni diez meses como alcalde de la capital gallega.
La combinación de político y promotor inmobiliario volvió a fracasar y Conde Roa, abogado de profesión, entró el pasado jueves en los juzgados para declarar como imputado por el impago de 291.000 euros a Hacienda por un IVA que sí cobró de la venta de 61 pisos a través de Geslander, la empresa de la que es administrador único. Su estrategia de defensa se basa en que no tuvo voluntad de defraudar, de forma que no habría existido el dolo que conlleva el fraude fiscal, y que ese dinero lo empleó para pagar a bancos y proveedores.
No obstante, el auto en el cual el instructor procede a la imputación formal de Conde Roa advierte «indicios fácticos claros» de una intención fraudulenta. «El querellado conocía perfectamente su obligación de presentar la autoliquidación trimestral del IVA y pese a ello, omite tal actuación», señala la resolución del juez José Antonio Vázquez Taín, hecha pública este lunes, apenas una hora antes de que Conde Roa formalizase su dimisión.
La situación se hizo insostenible y el malestar generado en las filas de su propio partido se fue haciendo más patente en los últimos días, aunque él ha negado cualquier presión desde la dirección del PP. Después de 11 días de desgaste de la imagen pública en los que Conde Roa eludió dimitir, el domingo por la tarde, el presidente de la Xunta y del PPdeG, Alberto Núñez Feijóo, intervino personalmente en el asunto con una reunión de urgencia para abordar su futuro político.
El pasado lunes, Conde Roa, que se presentó como un torero «a pecho descubierto ante un buen morlaco», descartaba dimitir, al sostener que había mantenido una conversación «correcta y cordial» con Feijóo y que su partido estaba «tranquilo». Pero ya el jueves el propio presidente de la Xunta sentenciaba que «el rigor que se le pide a un político está por encima del que se exige al resto de la sociedad».
Mientras Conde Roa se aferraba a la Alcaldía compostelana e incluso el viernes pasado pretendía dar una rueda de prensa para abordar asuntos municipales -que acabó siendo desconvocada-, el partido ya ratificaba que aplicaría sus estatutos. Así, confirmaba que una vez que se conociese el auto judicial de imputación formal de Conde Roa, aplicaría sus estatutos y le abriría un expediente informativo, que se transformará en sancionador si finalmente el juez abre juicio oral.
El delito del cual la Fiscalía acusa a Conde Roa es un supuesto fraude fiscal por el impago a Hacienda de 291.289,43 euros, al no haber abonado el IVA que cobró de la venta de 61 viviendas de protección oficial que realizó en 2010 a través de su promotora. Como el Código Penal fija para este supuesto penas de entre uno y cinco años de prisión, así como de inhabilitación, de abrirse, el juicio pasaría a un juzgado de lo penal.
Bancarrota
Días antes de la campaña electoral de las elecciones de mayo de 2011 que le dieron la mayoría absoluta, Conde Roa recibió la noticia de Hacienda de que se le acusaba de ese impago, pero no se lo comunicó al partido. Empezó a negociar con Hacienda, pero ello no provoca el archivo del expediente que finalmente ha llegado a los juzgados, lo que Conde Roa quiso interpretar como que «hay algo más».
No obstante, esta no es la primera vez que las deudas de su promotora saltaban a la palestra, puesto que en 2008 el Ayuntamiento de Santiago, cuando él aún era jefe de la oposición, le reclamó 47 recibos por el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) por importe de 7.500 euros. Conde Roa dijo el pasado lunes que hasta donde él sabe no debe más dinero, pero el actual portavoz municipal del PSdeG y exalcalde, Xosé Sánchez Bugallo, ha cifrado en más de 700.000 euros las deudas globales de su empresa y ha barajado que podrían superar el millón de euros.
Además, su situación económica personal es complicada, con su nómina embargada porque su exmujer, con la que tuvo cinco hijos, le reclama el pago de la pensión. A su cargo tiene también otros dos hijos y uno que está en camino con su actual pareja, una mujer de nacionalidad alemana.
Dilatada trayectoria política
Poco después de finalizar su carrera de Derecho comenzó, antes de los 25 años, su vida en la política como número seis de la lista del Alianza Popular en el Ayuntamiento compostelano, en 1983. En las siguientes elecciones, las de 1987, escaló al número uno, pero el PSdeG consiguió en aquella ocasión mayoría absoluta y en la siguiente cita de 1991 se cayó del cartel electoral.
Pero Conde Roa siguió teniendo plaza en la lista de las elecciones autonómicas de 1989 y, pese a algunos períodos apartados de la vida política, también fue diputado en el Congreso hasta que volvió a encabezar el cartel electoral del PP en las municipales de 2007. En esa ocasión se quedó a las puertas de la mayoría absoluta, lo que le permitió volver a intentarlo en las locales de 2011, que le abrieron las puertas del Consistorio compostelano.
La dilatada trayectoria política de Conde Roa se ha desarrollado con la bendiciones de José Manuel Romay Beccaría, a quien se considera su padrino político dentro de aquel sector del birrete que intentaba frenar los pasos a los de la boina del ya fallecido Xosé Cuiña, así como de los retirados José Luis Baltar y Francisco Cacharro. No obstante, el pasado viernes, el propio Romay Beccaría, que dijo no ser el mentor político «de nadie» pero se definió como «amigo» de Conde Roa, respaldó «lo que está haciendo el presidente Feijóo».
Las crónicas de otras épocas cuentan incluso como un treintañero Conde Roa se atrevió a cuestionar la visita de dos días que en julio de 1992 Fidel Castro realizó a la Comunidad gallega con un Manuel Fraga ejerciendo de cicerone, cuando alertó de que aquel viaje ahondaba «en el desprestigio internacional que ya le causó a Galicia el abrazo» del año anterior «entre don Manuel y el dictador cubano».
Estilo político
Ese estilo de hacer política fue el que Gerardo Conde Roa imprimió también a su breve mandato de apenas diez meses al frente de la Alcaldía. Desde su más reciente enfrentamiento con el clown Leo Bassi, de quien dijo que le provocaba «especial repugnancia» al ser preguntado sobre la cancelación de su actuación en el Teatro Principal, hasta su enfrentamiento con un iluminador de una ópera que incluía guiños al movimiento del 15-M, estos meses el alcalde de Santiago ha copado titulares.
«La vida política es muy exigente», declaró en marzo de 2011, sólo semanas antes de las elecciones en las que consiguió mayoría absoluta, cuando tuvo que anunciar la dimisión del concejal Ángel Espadas, su actual jefe de gabinete, al que pillaron ebrio al volante de su vehículo.
Excesivo en sus declaraciones, a raíz de la ocupación de una antigua sala cinematográfica, Conde Roa llegó a acusar a varios locales de la capital gallega, sin citar ningún nombre en concreto, de albergar reuniones en las que se «planifican y piensan» acciones para «atentar contra los bienes y los ciudadanos» y alertó: «van a sentir nuestro aliento en la nuca».
«Yo soy un microbio, pero aquí han caído gigantes, no es una cuestión personal», decía el pasado lunes el aún alcalde cuando intentaba alegar ante los compostelanos que no había defraudado a Hacienda, sino que vivió una situación similar a la de otros empresarios españoles debido a la crisis. Este lunes se ha ratificado que ha caído el regidor de Santiago durante apenas diez meses.
Estrella Digital/EP