martes, noviembre 26, 2024
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La crisis matrimonial de los 40 y las razones de buscar fuera

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La crisis de los cuarenta empieza en los 30. Llega entre los 35 y los 45 años y consiste en que la mitad de la vida ya está gastada. Entonces llega la pregunta: “¿Cómo quiero gastar la otra media?”. Y la sentencia; “Sólo me queda la otra mitad”. Y ahí cada persona mira hacia atrás y hacia adelante y, como en una balanza, empieza a sopesar las metas fijadas y los logros obtenidos.

Según un análisis del Foro Español de la Familia, la crisis matrimonial durante esos años es realmente una crisis de personalidad. Y empieza con los siguientes síntomas:

  1. Se empieza a enfriar, el primer amor que les llevó al matrimonio. Se resquebraja la unión familiar para sacar adelante a los hijos y aparece la sensación de haber cumplido las metas matrimoniales.   
  2. Comienzan a registrarse las primeras limitaciones físicas, cambios emocionales y de conducta. Se entra en la madurez, el principio de un tobogán que se precipita a la vejez.
  3. Es la época donde algunas parejas se sienten atraídas por lo que existe fuera.
  4. Es una etapa donde algunas parejas se dan cuenta que no han llegado a los objetivos que tuvieron cuando se casaron.
  5. Se dan cuenta de que han desperdiciado unos estupendos años de vida, cuando el intelecto y el cuerpo, estaba en los mejores momentos de su máxima potencialidad.
  6. También aparecen los cambios físicos, que suelen ser deterioros corporales. Arrugar, canas y kilos.
  7. Aparece la preocupación por las enfermedades, chequeos médicos y en algunas personas, se empieza una actitud hipocondríaca.
  8. Se aumenta la belleza interna y la tranquilidad de espíritu, lo que origina que aparezca esa otra belleza que nada tiene que ver con la frescura corporal de los años jóvenes.
  9. Comienza a sentirse el cansancio motivado por todas las responsabilidades.
  10. Comienza a mantener una postura apática, ante el sexo con su pareja.
  11. Los hijos comienzan a ser independientes y se alejan poco a poco. Hay que enfrentar a la rutina matrimonial.
  12. En el entorno laboral aparece alguien a quien le dedican más tiempo y atención que el debido. Empiezan los coqueteos con otras personas. Incluso, sin ninguna razón profesional, se pasa demasiado tiempo en el trabajo o fuera con compañeros justificando así la llegada a la casa a última hora.

Tras los primeros síntomas llegan las causas que abren la puerta de entrada hacia esta crisis matrimonial:

  1. Dar por terminados los objetivos que ambos tenían en común.
  2. Perder el norte, los valores humanos que les daban seguridad a la hora de actuar y sustituirlos por actitudes materialistas que llevan a ver la vida bajo otros enfoques.
  3. Considerar que sus tareas familiares conllevan un exceso de responsabilidades imposibles de sobrellevar y que el matrimonio empieza a ser una carga difícil.
  4. Los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y sociales que se producen, al llegar a esa edad, hacen creer a algunos que han disminuido o desaparecido las cosas importantes que tenía en común la pareja.
  5. No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del “nido vacío”, que es cuando los hijos dejan la casa paterna.
  6. Que uno de los miembros de la pareja luche para seguir adelante con los planes que hicieron, para cumplir los objetivos de vida en común y que la otra persona, se acomode a quedarse atrás.
  7. Cuando aparecen los aspectos psicológicos de desilusión, cansancio y desengaño, y se reflejan en la crisis.
  8. Los esposos buscan nuevas experiencias muy atrevidas o de alto riego matrimonial para evitar la sensación de tiempo perdido o de aburrimiento. Coquetean con personas, incluso más jóvenes, sin tener en cuenta, el riesgo matrimonial.
  9. La práctica de deportes de alto riesgo, exagerado cambio de imagen o grandes inversiones económicas por llamar la atención.
  10. Un cambio profundo en la vida económica, física o social de la pareja, una situación social inestable o peligrosa. La modificación del carácter motivado por la excesiva preocupación por la salud, la aparición de enfermedades imaginarias, una cierta pérdida de interés por el trabajo profesional.

Todo problema tiene solución y para alcanzarla, nada mejor que querer hacerlo.

Redacción Estrella Digital

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