Las mordeduras de serpientes venenosas en España, que se estiman en unos 130 casos al año, tienen un coste de unos 2.000 euros por caso en atención sanitaria y coste hospitalario, según el Primer Panel de Expertos sobre intoxicaciones por mordedura de Ofidios Venenosos de España, en el que participan representantes de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, del Instituto de Salud Carlos III.
De acuerdo a este grupo, entre 1997 y 2009 se registraron 1.649 casos, de los que el 1 % fueron mortales. En Europa se calcula que cada año se registran 8.000 casos, de los que unos 130 se producen en España, sólo superada por Francia, con 387 casos anuales y Polonia, con 162 casos. Le siguen Bélgica y Rumanía con 119 casos cada una.
Las comunidades más afectadas y que concentran más de la mitad de las mordeduras de serpientes son Cataluña (302 casos), Castilla y León (270), Galicia (203) y Andalucía (172), aunque se producen casos en todas las autonomías. Las menos afectadas son Ceuta (5 casos), Canarias (12) y Cantabria (25).
Sin embargo, la comunidad con mayor número de defunciones en el periodo estudiado ha sido Madrid, con cinco; tres fallecimientos se produjeron en Galicia y Andalucía, dos en Cataluña y una en Aragón, Cantabria, Comunidad Valenciana y Extremadura.
Los más afectados por mordeduras de serpiente en España son los niños de entre 5 y 14 años (387 casos) seguidos de los mayores de 65 años (337) y los menores de cinco años (181) casos y en todos los grupos de edad son los varones los más afectados, ya que dos de cada tres incidentes les afectan a ellos.
La atención hospitalaria a los casos registrados entre 1997 y 2010 han supuesto unas estancias totales de 9.026 días, con una media de 5 jornadas de hospitalización por caso, con un coste de 415 euros por cía de cada más 853 euros por estancia en UCI.
El estudio del Panel, presentado este jueves en Logroño por la Consejería de Salud y Servicios Sociales de La Rioja, señala que la concentración de los casos no solo se asocia a los datos demográficos de la comunidad, sino también a factores como la exposición al hábitat de la fauna venenosa, el volumen de la población rural, las actividades agrícolas y la práctica de actividades al aire libre.
Para el jefe de área de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del ISCIII, José María Amate, «habitualmente» se identifican las mordeduras venenosas con regiones cálidas tropicales o subtropicales, pero a menudo se ignora que en Europa existen especies autóctonas, como la vípera berus, cuyo hábitat llega hasta el círculo polar.
En este sentido, ha precisado que España es uno de los pocos países europeos donde concurren tres especies venenosas de víboras europeas y que provocan unos 130 casos de atención hospitalaria, frente a los 380 casos de Francia; 160 en Polonia y 35 casos en Lituania. Los datos del investigador de la Universidad Descartes de París Jean -Philippe Chippaux, en Europa se producen en Europa unos 8.000 casos anuales.
Tres víboras autóctonas
Según el Panel, las especies venenosas de víboras autóctonas presentes en España son: la vipera seonani, que se encuentra en el Norte de la Península y buena parte de la cornisa cantábrica; la vipera aspid, la más peligrosa, que se extiende desde la parte oriental de la cornisa cantábrica y zona pirenaica; y la vipera latasti, la de menor toxicidad, que habita por el resto de la península hasta la cuenca del Duero y como ocurre en Rioja, puede coincidir en algunas zonas con la vipera aspid, aunque sin compartir hábitat.
Las picaduras de estas especies plantean la necesidad de tratamiento urgente y con frecuencia, de soporte vital e incluso reconstrucción plástica.
Entre la población más afectada, «quizá por inmadurez» y por el tipo de actividad son los adolescentes y los niños, que representan un 31 % del total de casos. La incidencia se estabiliza entre los adultos a partir de 25 años y vuelve a aumentar entre los mayores de 65 años, con el 18 % de las mordeduras.
Las mejores posibilidades de soporte vital disponibles en los últimos años, tendieron a desplazar a los sueros antiofídicos convencionales constituidos por una amplia carga de proteínas heterogéneas susceptibles de ocasionar graves complicaciones.
Actualmente la biotecnología permite desarrollar una nueva generación de sueros, mediante la selección de las fracciones activas de las toxinas, evitando así las complicaciones tradicionales, inherentes a las dificultades de fraccionamiento del combinado de proteínas heterogéneas que constituían los sueros antiveneno convencionales.
«En conjunto, se trata de un accidente que en Europa muestra una baja incidencia pero que, por su posible gravedad, requiere de una atención compleja que hoy puede beneficiarse de esos nuevos suero antiveneno», subraya Añate. Desde el año 2010, el Instituto de Salud Carlos III está desarrollando un estudio sobre el impacto de las mordeduras de ofidios venenosos de la fauna autóctona en España y otros países de la Unión Europeo, en el marco del Convenio de Investigación suscrito con el Instituto Bioclon (Grupo Silanes de Méjico) y auspiciado por el Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología entre México y la Unión Europea (FONCICYT), al amparo de las relaciones bilaterales entre México y la Unión Europea.
Estrella Digital/EP