Jueves, 14 de junio, 16.13 horas de la tarde. Se sube el telón en el salón de plenos de la Asamblea de Madrid. Sobre el escenario hay 124 actores que se saben de memoria el papel que les toca representar.
Pero, antes de seguir el guión de la obra de teatro, es decir, antes de que comience la habitual sesión de control al Gobierno, se vota el nombramiento de Arturo Canalda, exdefensor del Menor, como consejero de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid. No es una improvisación sobre las tablas. Se trata de un asunto meditado por el Gobierno de Aguirre que la semana pasada suprimió, -sin debate-, la oficina del Defensor del Menor. «Es una decisión que responde a criterios económicos», aseguraban desde el Ejecutivo. Aunque lo cierto es que Canalda deja esta oficina y pasará a la Cámara de Cuentas cobrando el mismo sueldo que en la extinta institución. Un reajuste en toda regla. Y es en esta cuestión preliminar del orden del día donde los actores ensayan para después llevar a escena sus técnicas en el arte de la dramaturgia. Unos mejor que otros.
Para aprobar el nombramiento, era necesaria una mayoría de tres quintos de los votos que, como era de esperar, no se ha logrado en una primera vuelta. De los 124 diputados presentes, 68 han votado a favor y 56 en contra. Para hacerlo efectivo, el número mínimo de votos verdes era 78. UPyD, IU y PSM no han tardado en defender su postura contraria a la reubicación de Canalda en la Cámara de Cuentas. No se han salido del guión. Afirman que Canalda no cumple con el requisito de «reconocida competencia» que figura en el artículo 33.1 de la Cámara. «Ojalá Aguirre pusiera tanto interés en colocar a los más de 600.000 parados que hay en Madrid», señalaba la diputada de IULV Eulalia Vaquero. Primer aplauso de la tarde. La comedia acaba de empezar.
José Manuel Franco, del PSM, iba por el plano legal, asegurando que su partido no quiere ser «cómplice» de un «delito de prevaricación». Los socialistas ya anunciaron que han pedido un informe jurídico para ver si Arturo Canalda cumple con los requisitos. Pero nada de lo que los grupos parlamentarios objetan a esta decisión capta la atención de la protagonista de la obra. Mientras el elenco de actores de la oposición expone los motivos de su voto negativo, Esperanza Aguirre habla con Percival Manglano, que tiene que inclinarse hacia la izquierda porque entre él y la presidenta está Ignacio González, su fiel escudero. Más atención, -mucha más, le presta a otro actor de su compañía, Íñigo Henríquez de Luna, cuando relata la carrera profesional del exdefensor del Menor.
Minutos después, la farsa llega a su desenlace porque, uno por uno, los diputados depositan su voto en una urna y, ahora sí, en segunda vuelta, el nombramiento de Arturo Canalda se hace efectivo. Fin de la primera parte. Sin sorpresas.
¿Recortes en tratamientos oncológicos y contra el cáncer?
Ya en la sesión de control al Gobierno, la comedia desaparece. Al menos cuando el portavoz del Grupo Socialista, Tomás Gómez, acusa al Gobierno de recortar los tratamientos oncológicos y antirretrovirales. El exalcalde de Parla asegura que en el Hospital de La Paz y el Clínico San Carlos se está sufriendo esta situación. «No se rían, es inaceptable e inmoral», espeta a la bancada ‘popular’. Es un jardín espinoso en el que se está metiendo Gómez ya que no especifica a cuantos pacientes afecta, ni tampoco si hay denuncias.
En su crítica lo apoyan el portavoz de Sanidad de los socialistas, José María Freire, y la diputada Carla Antonelli, quien ha lanzado al Gobierno un reto. «Si queréis una cita con los pacientes a los que se les ha negado el tratamiento contra el Sida, os la concreto. Mentiras, no». Y es que, ante las acusaciones de la oposición, tanto Aguirre como Percival Manglano o Fernández- Lassquetty no se han mantenido indiferentes. «No niego que haya habido errores, pero no se ha dejado a nadie sin tratamiento contra el cáncer o el Sida», afirmaba Aguirre y, minutos después, en su turno de palabra, Manglano aseguraba que es «total y absolutamente falso».
Bronca por el agua
En esos instantes, el ambiente se volvió tenso. No menos que en el tercer punto del orden del día, cuando el vicepresidente del Gobierno comparecía por trigésima vez para hablar del proceso de privatización del Canal de Isabel II. Llegado a este punto, la tragedia quedó en el olvido e Ignacio González, Amparo Valcarce y sus respectivos compañeros convirtieron el pleno en un corral de comedias que nada tiene que envidiar al de Almagro. Quién enchufa a más familiares, quién gasta más dinero en campañas para publicitar la capitalización de una empresa pública que después no llega a buen puerto, quién no hizo nada para gestionar una nevada que paralizó Madrid, etc. Excepto reproches, nada nuevo. Tú me dices, yo te digo. Se ríen los míos y los tuyos. Mientras, el presidente del pleno, José Ignacio Echevarría, se esfuerza por mantener el orden y que los diputados que están en el uso de la palabra se ciñan al tema en cuestión. Pero es inútil. Los actores se desatan y aplauden con más fuerza cada vez que el director de su obra dispara.
El final no extraña a nadie: se acaba el tiempo y no llegan a entenderse. Lo contrario que ha pasado con la pregunta que hacía Izquierda Unida a Lucía Figar. La consejera de Educación ha anunciado que el colegio San Ildefonso no se cerrará por las obras de mejora. El Ayuntamiento de Madrid, propietario del edificio, va a encargar un segundo informe para analizar si las obras pueden hacerse durante las vacaciones. Una noticia muy bien recibida por la Asocaciación de Padres de Alumnos del colegio que estaba entre los invitados al pleno. Al ver sus caras de alegría por no tener que trasladar a sus hijos de centros, una se acerca a la reconciliación con la clase política. El teatro político sirve para algo.
Recitando a Muñoz Seca
La obra ha llegado a su cénit cuando el socialista Antonio Miguel Carmona preguntaba a Percival Manglano cómo afectarán a los ciudadanos las 74 tasas afectadas con la modificación de los Presupuestos. Carmona, sin duda, ha sido el mejor del elenco. Bragado en la dialéctica de los debates televisivos, se crece en el momento de enumerar los sectores tasados: transportes, tarjeta sanitaria, registro de uniones de hecho, etc. Su entonación y sus gestos son perfectos para un escenario como éste. «Eso no son tasas, son tributos: T-R-I-B-U-T-O-S», deletrea. Es un guiño a Rosa Díez y su intervención de esta semana en el Congreso.
Pero lo mejor estaba por venir porque el diputado socialista finaliza su intervención recitando unas líneas de La venganza de Don Mendo, de Muñoz Seca:
«Que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor
Porque indica que mal tasas
Pero ¡ay de ti si te pasas!
Si te pasas es peor.»
La bancada socialista estalla en aplausos y Carmona se sienta en su escaño, orgulloso de su interpretación. El resto del salón plenario los mira, no del todo sorprendido, si no más bien acostumbrado. Y, si entre los aplausos se pudiera escuchar un hilo musical, seguro que sonaría la voz de La Lupe cantando aquello de «Teatro, lo tuyo es puro teatro…»
Cristina Rodríguez