Este jueves se cumple el triste aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco. Quince años desde que ETA asesinó al concejal del PP en Ermua y el origen de la mayor movilización social en Euskadi y el resto de España contra la banda terrorista.
Blanco había sido secuestrado sólo dos días antes, el 10 de julio de 1997. Esa fue la respuesta de ETA a la liberación, nueve días atrás, del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara y a la detención del comando que le había mantenido encerrado en un zulo durante 532 días.
Ese 1 de julio, con tan sólo unas horas de diferencia, los terroristas liberaron, tras el pago de un cuantioso rescate, a Cosme Delclaux, hijo de un empresario vizcaíno que llevaba secuestrado desde noviembre, y la Guardia Civil rescató a Ortega Lara tras detener a los cuatro etarras responsables de su cautiverio.
En respuesta a este éxito policial, ETA secuestró el jueves 10 a Miguel Ángel Blanco cuando regresaba, tras comer en casa de sus padres en Ermua, a su puesto de trabajo en una asesoría laboral de Eibar, una localidad guipuzcoana situada a tres kilómetros.
Para liberar al concejal ‘popular’, de 29 años, ETA exigió al Gobierno del PP de José María Aznar que trasladara a los presos de la banda a cárceles de Euskadi en el plazo de 48 horas, bajo la amenaza de asesinar a Blanco. El Gobierno no cedió y ETA cumplió su amenaza: en la tarde del sábado 12 de julio Miguel Ángel Blanco fue abandonado junto a un sendero en las afueras de Lasarte (Gipuzkoa) maniatado y gravemente herido por dos disparos en la cabeza que le causaron la muerte horas después, ya en la madrugada del día 13, en un hospital de San Sebastián, tras permanecer horas debatiéndose entre la vida y la muerte.
Ermua sigue vivo
La «cuenta atrás» para el concejal comenzó con el anuncio del secuestro a través de una llamada telefónica realizada sobre las 17.00 horas del jueves 10 de julio al diario ‘Egin’ en nombre de ETA. Desde ese momento se desató una movilización ciudadana sin precedentes.
Millones de personas salieron a la calle en toda España en concentraciones silenciosas frente a sus ayuntamientos y se manifestaron en Madrid y Barcelona, entre otras capitales, para exigir la liberación de Miguel Ángel.
En Euskadi, los vascos salieron a la calle de forma multitudinaria en todos los pueblos y ciudades y las movilizaciones fueron generalizadas, aunque el epicentro de esta respuesta ciudadana fue Ermua. En esta localidad los vecinos no cejaron de reclamar la liberación de Miguel Ángel Blanco durante las 48 horas del plazo dado por ETA.
Marimar Blanco, hermana de Miguel Ángel, hizo una emotiva intervención al término de una de las manifestaciones organizadas por el ayuntamiento y pidió a los vecinos de Ermua y de todos los municipios del resto de España que esa medianoche prendieran velas en las plazas de sus pueblos «para dar luz a la oscuridad».
Su llamamiento tuvo una respuesta masiva en toda España y de manera especial en Ermua, donde la plaza del Cardenal Orbe se llenó de miles de puntos luminosos durante toda la noche.
Apenas unas horas antes del asesinato de Miguel Ángel tuvo lugar en Bilbao la manifestación más numerosa en la historia de la capital vizcaína, encabezada por Aznar y a la que asistió casi toda la clase política española y vasca. Tras el asesinato del edil del PP, los crespones en las ventanas y las banderas a media asta sustituyeron a los lazos azules con los que se había pedido su liberación.
Las movilizaciones de dolor fueron masivas y la angustia de las horas previas dio paso a la indignación, que llegó a suscitarataques a sedes de Herri Batasuna y a ‘herriko tabernas’ (sus sedes sociales), que obligaron a la Ertzaintza a intervenir para evacuar y escoltar a simpatizantes de la izquierda abertzale.
El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco significó un punto de inflexión en el rechazo popular de la sociedad vasca hacia ETA y su entorno. Esa rebelión cívica se conoce hoy como el «Espíritu de Ermua» y supuso que las organizaciones y expresiones contra ETA aumentaran exponencialmente desde entonces.
También constituyó un antes y un después en la política vasca, cuyos dirigentes, desde el PP al PNV, predicaron el aislamiento político y social de los radicales, que llegaron incluso a sufrir el boicot a los comercios que regentaban.
Casi nueve años después de la muerte de Miguel Ángel Blanco, en junio de 2006, el ex dirigente etarra Francisco Javier García Gaztelu ‘Txapote’ y su compañera sentimental Irantzu Gallastegui ‘Amaia’ fueron condenados a 50 años de cárcelcomo autores del secuestro y asesinato del concejal. Cinco años antes, el ex concejal de HB en Eibar Ibon Muñoa había sido condenado a 33 años de cárcel como cómplice del crimen.
Estrella Digital/EFE