Caluroso 25 de julio y no sólo meteorológicamente hablando. Se respira un ambiente crispado. A las 16:10 horas da comienzo el último pleno en la Asamblea de Madrid antes de las vacaciones. Los 121 asistentes toman asiento para enfrentarse a lo que va a ser una tarde de reproches y palabras cruzadas.
La sesión empieza con una mención del presidente, José Ignacio Echeverría, al recientemente fallecido Gregorio Peces-Barba, uno de los padres de la Constitución. En un improvisado minuto de silencio que no había sido acordado, los diputados de la oposición se ponen en pie mientras que la gran mayoría de los del Partido Popular permanecen en sus asientos. Les ha pillado desprevenidos.
Comienza el pleno con la intervención de la Consejera de Medio Ambiente, Ana Isabel Mariño. Discurso que emplea en explicar el Proyecto de Ley de Viviendas Rurales Sostenibles, que permite a cualquier ciudadano construir una vivienda en fincas rurales sin protección ambiental en parcelas de al menos seis hectáreas. Recalca, quizá con demasiada insistencia, que sólo se podrá edificar fuera de los espacios protegidos y que no se va a causar ningún daño al medio ambiente, lo que parece que no tienen tan claro los diputados de la oposición. Argumenta que “los seres humanos tienen derecho a una vida saludable y en armonía con la naturaleza y que son ellos los que tienen libertad para elegir dónde quieren vivir”. La Consejera señala que no existe ningún riesgo de que los pequeños municipios rurales pierdan habitantes, sino al contrario. Finaliza su intervención diciendo que “esta ley significa avanzar hacia el futuro”.
Llega el turno de la oposición. Ahora es cuando se van a discutir las enmiendas presentadas por PSOE, Izquierda Unida y UpyD contra la Ley. El primero en actuar es el representante de UpyD, Gabriel López. Comienza su exposición desviándose del tema del día, por lo que el presidente le llama la atención. No tiene palabras bonitas para la protagonista de la tarde, la Ley de Vivienda Rural Sostenible, a la que le dedica piropos como absurda, disparatada, dispersa y que tiene una influencia nula en los problemas reales. Los aplausos irrumpen en el hemiciclo. Su defensa gira en torno a la misma idea durante toda su intervención: su retirada inmediata porque “no hay nada salvable en ella”, un alto coste económico innecesario, atenta contra la sostenibilidad de los núcleos rurales y, sobre todo, que favorece la construcción de fincas residenciales de recreo que sólo favorece a unos pocos.
Nueva tanda de críticas de la mano de la representante de Izquierda Unida-Los Verdes, Carmen Villares. Se muestra clara y contundente en su participación. A la que llaman Ley Virus (no porque lo sea, sino de Vivienda Rural), la adjetiva como “criminal”. Cargada de ironía, señala que es una ley que autoriza a los ciudadanos a construir su ‘casita’, mansiones aisladas en medio de la naturaleza. Su análisis se centra en encontrar dónde está la sostenibilidad, si en las recogidas de residuos, las modificaciones del paisaje o la expulsión de la flora y la fauna. “Es una vergüenza y un insulto a los madrileños”, manifiesta en tono elevado. Un discurso que empieza a alcanzar el abismo cuando reprocha al Gobierno los numerosos desahucios y la comparación de vivienda digna con la que recoge la ley. Concluye diciendo que el Partido Popular tiene mayoría absoluta en la Asamblea, pero no en la sociedad.
Turno del diputado del PSOE, Antonio Fernández Gordillo. Comienza señalando que el mundo académico y científico está en contra de la ley propuesta que, para el grupo socialista, atenta contra la ordenación del territorio y la sostenibilidad medioambiental y sólo beneficia a unos pocos. Hace referencia a Othar, el caballo de Atila, que dicen que por donde pisaba ya no volvía a crecer la hierba. Comparación metafórica de lo que ocurriría con la implantación de esta ley. Tajante, repite en dos ocasiones que su partido está “diametralmente opuesto”.
Los ánimos cada vez están más caldeados. El representante del PP, Álvaro González sale a la palestra para enfrentarse a todas las críticas de los opositores. Después de un entusiasta aplauso prolongado a Fernández Gordillo, Álvaro González reparte respuestas a todos: “si no existe demanda para construir viviendas, no se hacen; la ley es respetuosa con el medio ambiente e iguala a Madrid con otras comunidades”.
Parece que el presidente de la Asamblea quiere que finalice el debate. Da la oportunidad a la Consejera de contestar a todo lo expuesto advirtiéndola de que después tendrán que intervenir de nuevo todos los representantes. A pesar de las ganas de Echeverría por empezar las vacaciones, Mariño accede al atril dispuesta a replicar. Un reproche tras otro que desemboca en un combate cuerpo a cuerpo entre todos los miembros del Hemiciclo. La diputada de IU salta al atril un tanto alterada. Con su ya conocido tono irónico y elevado dice cosas como “van a ser como Heidi. Hacen casitas de 900 metros cuadrados para los de su casta”. Reconoce que es una apasionada cuando el presidente le pide que se tranquilice. Los aplausos arropan su intervención. El diputado del PSOE recrimina al Gobierno madrileño que mientras la calle se llena de gente indignada, ellos aprueban leyes que no son acordes a la situación que atraviesa el país.
La tensión se puede cortar con un cuchillo. La consejera reclama a Carmen Villares, de IU, una disculpa por decir que el Partido Popular roba a los madrileños, pero su solicitud cae en el vacío. El debate concluye con una serie de recriminaciones que nada tienen que ver con el tema que debía tratarse en el pleno. Alusiones al comunismo, al capitalismo y reproches varios. “No le tengan miedo al cambio, porque el cambio es el futuro. Estamos trabajando para los madrileños”, finaliza Mariño.
El pleno de este miércoles terminó con la votación con esperados resultados de las enmiendas a la totalidad presentadas por PSOE, IU-Los Verdes y UpyD. Con 51 votos a favor y 70 en contra, quedan rechazadas. Las altas temperaturas han debido de ser la causa de este debate tan crispado. Ahora sí, después de dos horas y media, comienzan las vacaciones para la Asamblea.