jueves, noviembre 14, 2024
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Fieles hasta la muerte (II)

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Los grupos sectarios tienen tanto poder sobre los adeptos que logran que cumplan la voluntad del líder y sean fieles a la doctrina hasta el final. Algunos de los casos en los que se han producido muertes masivas o inexplicables han creado debate.

Charles Manson, fundador de la secta La Familia, cumple condena a cadena perpetua desde 1971. Fiel a su ideología, creía en la reencarnación de Jesucristo, lo que le llevó a cometer crímenes macabros, como el asesinato de la actriz y modelo estadounidense Sharon Tate, mujer de Roman Polanski, en 1969. La actriz se encontraba en su casa, embarazada de ocho meses y medio, cuando seguidores de Manson acabaron con su vida y con la de sus siete invitados. Manson sabía manipular a la gente y predicaba una doctrina que incluía conceptos orientalistas y una reinterpretación de la Biblia.

La secta Templo del Pueblo, fundada por el reverendo Jim Jones, fusionaba creencias del cristianismo con doctrinas del comunismo y consiguió que sus seguidores formaran una comunidad aislada del resto de la sociedad. El reverendo convenció a todo el grupo para trasladarse de Estados Unidos a la selva de Guyana donde, según el líder, existiría un paraíso lejos de la sociedad capitalista. En 1978 se instalaron en una zona rural llamada Jonestown y, engañados por la ideas de Jones sobre el Apocalipsis y la llegada del Anticristo, se produjo un suicidio masivo con veneno en el que murieron 900 personas.

Verdad Suprema, una secta budista japonesa encabezada por Shōkō Asahara, comenzó con cursos intensivos de yoga y discursos sobre espiritualidad. Para evolucionar a etapas superiores, se realizaban una serie de exámenes basados en ejercicios de meditación. En 1995, un atentado en el metro de Tokio en el que esparcieron gas sarín culpa directamente a sus creyentes. Murieron 13 personas y más de 600 resultaron intoxicadas. Shōkō Asahara fue detenido junto con una decena de sus discípulos, después de encontrar un avión procedente de Rusia en una de las sedes del grupo, que se pudo utilizar para rociar la capital con el gas.

En enero de 2009, la muerte del hijo de John Travolta, fiel seguidor de la Cienciología, generó un gran debate en la opinión pública. Muchos apuntaban a que la iglesia a la que pertenece el actor podría haber tenido algo que ver. Tras realizar la autopsia, se descubrió que el joven de 16 años había fallecido por un «ataque». Joey Travolta hizo unas declaraciones en las que insinuó que su sobrino tenía autismo, una enfermedad que la Cienciología no reconoce; por eso, argumentaron que se trataba de la enfermedad de Kawasaki, aunque expertos médicos aseguran que no existe ninguna conexión.

 

Bea Ruiz Aranda

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