Un objetivo; llegar antes que Tomás Gómez, un obstáculo; la prensa. Esperanza Aguirre lo ha demostrado en la mañana de este lunes al no acudir a la inauguración del curso universitario en la Universidad Autónoma de Madrid. No quiere mala prensa. No quiere críticas. No quiere abucheos. Y si hace falta no dar la cara ante unas medidas dolorosas que ella ha aprobado en primera persona, coge el camino más fácil, la huida.
Hay muchas formas de hacerlo, puede correr, puede esconderse o puede pasar sin dejar huella. Al fin y al cabo todas tratan de lo mismo: no dar la cara. Esto último es lo que intentó la pasada semana la presidenta dos días después de que comenzaran los incendios de Robledo y Valdemaqueda. Ella quería llegar al terreno antes que nadie; antes que su contrincante Tomás Gómez, antes que la prensa y antes que los ciudadanos, según el vídeo que publica el blog ‘Opino, luego existo’. Nadie debía saber que estuvo hasta que se fuera. Nadie debía aparecer. Ni medios de comunicación para anunciar en directo su llegada, ni vecinos para protestar por el fuego, ni bomberos por los recortes. Pero sobre todo había que evitar la fricción de todos los factores. Había que evitar la imagen del día en telediarios, radios y periódicos; los pitidos a la Presidenta.
De ahí se entiende el cabreo de la líder de la Comunidad de Madrid con su jefe de prensa. Un cabreo maternal. Aguirre se dirige a él con un: “No lo digo más. No lo digo más, ¿eh?”. Tan maternal como supone la potestad de quien tiene poder sobre el otro. La Presidenta estaba cabreada. Quería saber quién había invitado a la prensa. Lejos de pensar que un incendio es un fenómeno de interés local y nacional constante, la Presidenta no tenía ojos nada más que para ella. Los medios la iban a cazar allí. Así, cuando ve un segundo coche de Telemadrid dice: «¡Pero qué pelmazos! Pero si yo he dicho que no dijeran nada». Un «yo he dicho» dicho con la ligereza que otorga la normalidad. «Yo he dicho». Aguirre dice en Telemadrid. Aguirre hace. Aguirre deshace.
«Si no estaba previsto venir», reprocha la presidenta de Madrid a un joven del equipo de Telemadrid que acaba de llegar a la zona. «No lo sé», contesta él huidizo.
«No, nosotros veníamos a grabar el daño medioambiental…». Trata de explicar la reportera sin ofender a una presidenta que sin dejarla acabar la frase ya se había dado la media vuelta. «Es que estaban todos aquí, presidenta. Esto estaba lleno de…», intenta explicarle su jefe de prensa. Ea, ea, ea, la presi se cabrea.