José Manuel Fernández Castiñeiras, el único imputado en el caso de la desaparición del Códice Calixtino, dice ahora que contó con la ayuda de cómplices en el robo de la joya de la catedral de Santiago de Compostela.
Según informa este martes ‘El País’, el electricista y empleado de mantenimiento de la catedral prestó declaración ante el juez Vázquez Taín el pasado mes de agosto asegurando que no actuó solo, sino que lo hizo por orden del deán de la catedral de Santiago, José María Díez, y «por otro administrador».
Así es como figura en una de las más de cien páginas del sumario. El testimonio, realizado a petición propia, carece de credibilidad para la investigación, pues considera improbable que los responsables de la catedral quisieran robar el Códice Calixtino.
Miembros de la investigación señalan que la evolución de Castiñeiras es desconcertante. Ahora sostiene que el robo no fue tal, sino un secuestro pactado, aunque en su primera declaración ante la policía dijo que el robo del Códice se debió a un afán de venganza.
Sin embargo, desde instancias judiciales dicen que «no es venganza, sino justicia divina. La venganza es pecado, y Castiñeiras es muy religioso. Puede, precisamente, que cuando trabajó para la Iglesia viese cosas, pecados que no toleraba».
Por otro lado, una persona cercana a Castiñeiras asegura que el imputado quiere mucho al deán de la catedral y que espera retomar su amistad al salir de prisión.
Redacción Estrella Digital