Es difícil imaginar de dónde más puede meter Esperanza Aguirre la tijera este año para cumplir con el 1,5% del déficit que le pide el Estado. A penas un mes después de destaparse el agujero de mil millones de euros que tenía la Comunidad se aprobaron los nuevos presupuestos. La presidenta se ventiló los recortes en una hora y media de Asamblea. La mayoría absoluta hizo de Madrid en lo que es hoy: Una marea verde de protestas.
– 100 millones de euros menos para Sanidad.
– 300 millones de euros para Educación.
– 34 nuevas tasas.
Cada escolar debe pagar 4,80 euros al día por comer en el colegio; en total, 96 euros al mes
La traducción de este tijeretazo concluyó este lunes con una madre lanzando un ‘tupper’ a la cabeza de la presidenta regional. La tasa ‘tupper’ se indigesta. Aunque en Madrid no está aún determinado el precio por llevar la tartera y utilizar el comedor, deben estipularlo los centros educativos, sólo es un símbolo de las ganas de asfixiar de la Comunidad. Se recortan 28 millones de euros en las becas de comedor y libros, ahora cada crío debe pagar 4,80 euros al día por comer en el centro; en total, 96 euros al mes u 864 euros al año. Y convierte a los profesores en perros guardianes del comedor para evitar un abuso del mismo por parte de los escolares. Más horas para unos docentes que tras despidos de interinos tienen que cubrir los huecos de sus compañeros guillotinados. La misma guillotina llegó a los hospitales donde los médicos salen por la puerta, mientras se cierran por la noche las urgencias de determinados centros. Ni abiertas, ni cerradas, simplemente no tienen acceso a ellas, los inmigrantes sin tarjeta sanitaria. Madrid también dejó de cubrir la vacuna del neumococos, los tratamientos contra el tabaquismo o el cambio de sexo.
Más las 34 nuevas tasas; 10 euros por perder la tarjeta sanitaria, 30 euros por revisar el grado de dependencia, 20 por la certificación del grado de discapacidad, 80 euros por inscribirse como pareja de hecho, 250 euros por hacer un módulo de Formación Profesional o 10 euros por estar inscrito en bolsas de trabajo.
A la Comunidad se le dan bien dos cosas; pedir y recaudar. Y entre lo que pide está la subida del 25% de los precios del Metro, una de las más protestadas socialmente, los madrileños pagan más por un servicio al que se le han recortado las horas de funcionamiento y la electricidad.
Si el curso político pasado ya ha cargado a los madrileños para los próximos diez años, se espera con amargura qué prepara Esperanza Aguirre para el que viene. Por el momento ya se sabe una de sus máximas. La culpa del déficit de Madrid no es suya, si no del Ministerio de Hacienda. Reclama que la Administración le ha devuelto menos de lo que le pertenece –concretamente mil millones de euros menos-, y de ahí el agujero. Para taparlo, Eurovegas encabeza la lista de sus proyectos. Alardea de 200.000 empleos, mucho más cauto es sin embargo su consejero de Economía, Percival Manglano, que no quiere aproximar una cifra que la oposición estima en 16.000 empleos, “precarios”.
No lo eran así los 25.000 que estaban progamados generar en el parque empresarial de Getafe. La Comunidad daba carpetazo al inicio del verano a Carpetania II. “La situación económica no lo permite”, dijo el vicepresidente, Ignacio González. Y cambio de tema.
Aguirre ha conseguido el descontento de todos; profesores y alumnos se preparan para la huelga indefinida en la docencia y la objeción de conciencia. Este último, un punto con el que conectan los médicos que se oponen a no asistir a inmigrantes. Los funcionarios salen a la calle, y los madrileños ahorran para poder coger el metro y hacerlo también.