El Gobierno de Mariano Rajoy ya ha cumplido con una de las condiciones impuestas a España en el memorando de entendimiento (MoU) para recibir la ayuda financiera a la banca por importe de 100.000 millones de euros: la creación de un ‘banco malo’. Un instrumento que el ministro de Economía, Luis de Guindos, presentó el pasado 31 de agosto como una de las fórmulas más adecuadas para sanear el sistema financiero y superar la crisis que azota con virulencia a España, pero que hasta hace pocos meses, la gran mayoría de los ciudadanos desconocían su existencia.
Por este motivo, y con ayuda del economista e investigador en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICE), Antonio Sanabria, ESTRELLA DIGITAL desgrana las diez claves de una solución, que a simple vista parece sencilla, pero que presenta algunos problemas que merece la pena conocer.
1. Qué es un ‘banco malo’ y cómo funciona
El término hace referencia a una sociedad gestora de activos procedentes de una reestructuración bancaria. Y su funcionamiento básico sería el siguiente: la entidad con problemas que necesite sanearse estará obligada a transferir a esta sociedad gestora o ‘banco malo’ aquellos activos considerados problemáticos a un precio prefijado, por lo general a valor neto contable, es decir, coste de adquisición menos provisiones (dinero apartado por el banco para cubrir posibles pérdidas). El ‘banco malo’ se encargaría entonces de gestionar tales activos y asumiría las posibles pérdidas.
2. Para qué sirve
Su objetivo consiste en sanear entidades en dificultades por concentrar activos muy por debajo de su valor de adquisición, así como créditos morosos y de dudoso cobro. Al desgajar del banco aquellos activos considerados “tóxicos”, el banco ya saneado podría volver a captar financiación en los mercados mayoristas (consigue que quieran prestarle de nuevo) y conceder créditos de nuevo.
3. Qué tipo de ‘banco malo’ se tiene previsto crear en España
Existen varias modalidades posibles. Según establece el Real Decreto Ley 24/2012 del 31 de agosto, el ‘banco malo’ será una única sociedad gestora de activos, creada por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y que funcionará durante un tiempo limitado a fijar en sus estatutos, estableciéndose como sociedad anónima. Se tratará de una entidad mayoritariamente privada: la participación estatal no podrá igualar ni superar el 50% del capital de la sociedad. El motivo es evitar que a efectos contables su creación suponga engordar el déficit público. Su única finalidad será la tenencia, gestión y venta de activos entregados por las entidades, a quienes el FROB podrá obligar a transmitir al “banco malo” aquellos activos considerados problemáticos. Para ello, previamente el Banco de España hará una valoración económica que determine el precio de compra de tales activos “tóxicos”.
4. A qué nos referimos cuando hablamos de activo tóxico. Qué tipo de activos tóxicos se transferirá en el caso del ‘banco malo’ español
Nos referimos a todo aquel que no permita recuperar su coste de adquisición, así como aquellos préstamos en mora o de dudoso cobro. En caso español, el principal activo “tóxico” sería el suelo, cuyo precio de mercado es incluso cero en no pocos casos. Todavía no está claro cuáles de estos activos serán los que se transferirán al ‘banco malo’, si serán créditos o activos inmobiliarios.
5. Se tiene previsto destinar 25.000 millones a la compra de estos activos. ¿Será suficiente?
Depende. Según cifras oficiales se estima que los activos problemáticos rondan los 200.000 millones de euros. Si finalmente se destinan 25.000 millones se recurrirá al endeudamiento de la sociedad gestora, bien vía mercados (con garantía del Estado) o con transferencias del FROB. Por tanto, dependerá de que el banco malo pueda endeudarse lo suficiente de una u otra forma. Mediante este apalancamiento se minimiza el riesgo para el capital privado, que moverá una gran cantidad de capital con una inversión comparativamente pequeña. Se sigue así el modelo irlandés, cuya ratio de capital sobre deudas es de 1/300. El gobierno hará hincapié en este carácter privado del banco malo pero el mayor riesgo es soportado por el Estado, quien avala la deuda.
6. ¿Es la mejor solución a la crisis financiera que padece España?
Se aborda por fin la cuestión del saneamiento de la banca, pero el problema estará en los detalles. En todo caso, con ser una parte importante no es la única. Un banco malo sí puede servir como parte de la solución, pero aunque se haga bien, por sí solo no garantiza una salida a la crisis. Desgajar de los bancos los activos problemáticos resulta crucial, pero si no se reactiva la economía el valor de sus activos seguirá en caída libre y aparecerán nuevos préstamos morosos. Sin crecimiento no se pagan deudas. Resulta por tanto contraproducente compaginar el banco malo con políticas de ajuste salvaje. Asimismo, conviene tener presente por qué se ha llegado a esta situación, lo que implica inevitablemente poner coto a un hipertrofiado sector financiero.
7. ¿Existen antecedentes exitosos a esta fórmula?
Sí. El ejemplo más recurrido es el caso sueco en su crisis de 1992. Entonces se creó un banco malo por entidad a la cada una de ellas transfirió sus activos dañados, pero a precio de mercado. Como esto suponía evidenciar importantes pérdidas, de manera simultánea se les inyectaba capital por esa misma cantidad. Esta intervención implicaba reemplazar la junta directiva (aclarando sus posibles responsabilidades penales) y responder a las pérdidas primeramente el banco y sus accionistas.
8. El proceso parece sencillo, pero ¿qué problemas presenta?
Varios. Para empezar, el modelo español impuesto por la “troika” es similar, no al modelo sueco sino al irlandés, que después de tres años no parece precisamente exitoso. Lejos de ello se ha trasladado un inmenso endeudamiento privado bancario al Estado que fue “rescatado”, y con ello estigmatizado en los mercados. Las duras políticas de ajuste vinculadas al rescate han incidido en el grave error de conjugar desendeudamiento privado y políticas públicas recesivas. El saneamiento precisa crecimiento, no ajuste.
Otro problema que puede presentar reside en el precio de transferencia de activos al banco malo. Si es demasiado bajo, aflorarán pérdidas en el banco intervenido y será necesaria una rápida inyección de capital para tapar el agujero. Si es demasiado elevado complica al banco malo, que adquirió el activo a un coste que no va a poder recuperar. Si no se hace bien, en ambos casos implicaría enormes cantidades de dinero público, aumentando el endeudamiento del Estado y la desconfianza de los inversores.
9. ¿El Estado conseguirá recuperar el dinero que tiene previsto invertir?
No se sabe. Todo dependerá entre otos factores de qué cantidad de capital habrá de aportar y de cuánto tarde en recuperarse la economía. El coste de una crisis bancaria siempre es elevado pero sólo puede conocerse una vez terminada esta. Por su parte, la recuperación y su intensidad dependerán de cómo se gestione el saneamiento bancario, pero también de las políticas que lo acompañen, además del entorno regional. En este sentido, los continuados recortes en medio de una recesión de balance agravan el problema. Mientras, la eurozona por ahora insiste en una política suicida de ajuste colectivo. Será complicado así que la demanda, tanto interna como externa, pueda reavivar la economía. Y mientras esto prosiga se mantendrá un trasvase de deuda privada al Estado, aumentando el coste para las arcas públicas.
10. El ministro de Economía dice que no «costará un euro» al contribuyente. ¿Es cierto?
Habría que saber a qué contribuyente se refiere, dado el trato fiscal privilegiado que, por ejemplo, disfrutan las rentas del capital frente a las del trabajo. En todo caso la afirmación es falsa. No sólo va a haber coste, sino que ya ha habido: entre 2008 y 2010 España dedicó un 8,4% de su PIB en ayudas a la banca. El saneamiento también exigirá necesariamente dinero público. ¿Quién va a pagar el coste de las entidades ya intervenidas? Además, el FROB podrá obtener un préstamo de hasta 100.000 millones de euros, siendo el Estado español quien se endeude como avalista y el contribuyente quien soporte el ajuste asociado a ese préstamo de la “troika”. Las posibles pérdidas del banco malo correrán en buena medida a cuenta del erario público, como avalista del endeudamiento de la sociedad gestora, mientras que el capital privado sólo responderá por la parte de esos hipotéticos 25.000 millones de euros que haya invertido. Quizá el ministro se refiriese a que el dinero público será recuperado, pero se trata de un auto de fe, pues esto no se sabe ni está garantizado. Más aún, la política seguida promete una larga travesía hasta la recuperación. Eso precisamente aumenta la factura y complica su reembolso.
Antonio Sanabria: Economista e investigador en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), miembro del Consejo de Dirección Académica del anuario Clave de la Economía Mundial y miembro del Consejo Científico de ATTAC España. Coautor de dos libros: ‘Centroamérica encendida. Transnacionales españoles y reformas en el sector eléctrico’ y ‘¿Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan?’