domingo, noviembre 24, 2024
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Santiago Carrillo, una de las piezas de la democracia

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Santiago Carrillo Solares, nació en Gijón 1915. Era hijo de un destacado militante socialista y, en un principio, siguió los pasos de su padre ingresando de Juventudes Socialistas. Llegó, incluso, a ser secretario general en 1934. Trabajó como periodista en El socialista desde 1928 y participó, en 1934, en la la fracasada Revolución de Octubre en Asturias, por lo que pasó dos años en la cárcel.

En 1936 promovió la unificación de las organizaciones juveniles socialista y comunista, formando las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU); poco después ingresaba en el Partido Comunista de España (PCE), y dejaba, pues, de pertenecer al PSOE; en 1937 entró en el Comité Central del PCE. Durante la Guerra Civil española (1936-39) fue miembro de la Junta de Defensa de Madrid.

Cuando terminó la guerra, se exilió y, desde fuera, siguió participando en la dirección del partido, sobre todo desde que, en 1960, sucedió a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, en la secretaría general.

En sintonía con sus protectores soviéticos, en 1956 decidió liquidar la resistencia guerrillera contra el franquismo y promover la idea de una ‘reconciliación nacional’, así como expulsar del partido a los llamados ‘desviacionistas de derechas’ como Jorge Semprún o Fernando Claudín.

Pero en 1968, Carrillo condenó la invasión soviética de Checoslovaquia y se apartó de las directrices de Moscú. Entonces empezó a alinearse con el Partido Comunista Italiano de Berlinguer, en una línea de independencia conocida como Eurocomunismo.

Cuando en 1975 murió el dictador Francisco Franco, Carrillo entró en España de forma clandestina, fue detenido y liberado doce días después. Ésta fue la antesala a uno de los pasos más importantes de la Transición: la legalización del Partido Comunista que tuvo lugar en 1976. Antes, Carrillo impuso en el PCE una política de moderación democrática y gestos conciliadores como la aceptación de la bandera nacional.

Al morir Franco en 1975, Carrillo hizo valer el prestigio y la fuerza que los comunistas habían alcanzado en la lucha por las libertades: entró clandestinamente en España, se hizo detener y fue liberado doce días después (1976), como preámbulo de la legalización del PCE (9 de abril de 1977), que fue uno de los pasos más importantes en la transición a la democracia. Previamente, Carrillo había impuesto al Partido una política de moderación y había ofrecido toda clase de garantías de comportamiento democrático y gestos conciliadores.

En las primeras elecciones democráticas, en 1977, fue elegido diputado por Madrid y reelegido en 1979 y 1982, pero los malos resultados electores del PCE en estos comicios le hicieron dejar la Secretaría General ese mismo año.

Cuatro años después, en 1986, fue expulsado del partido por su acercamiento al PSOE. Antes, cuando aún estaba en el PCE, impulsó el abandono de la ideología leninista y esto provocó escisiones en Cataluña.

Aún así, no abandonó la política porque después formó el Partido de los Trabajadores, que se fusionó con el PSOE en 1991, después de fracasar en las urnas. En ese mismo año decidió retirarse de la política activa y, desde entonces, ha sido considerado testigo de la lucha contra el franquismo, de la transición a la democracia y de la política española.

Redacción Estrella Digital

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