Máxima expectación en la sede del Gobierno catalán en Madrid. Tras dos intensas horas de reunión en el Palacio de la Moncloa con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el líder catalán, Artur Mas, ha sido recibido en «su casa madrileña» cual estrella de rock. Decenas de cámaras de televisión y micrófonos se agolpaban a las puertas de la sede catalana a la espera de conocer el veredicto final sobre el pacto fiscal, el «tema trascendental» del encuentro entre ambos líderes. Es cierto que ya lo había adelantado Rajoy en el Congreso de los Diputados, pero este jueves, los periodistas allí congregados necesitábamos la confirmación del presidente de la Generalitat. Y así ha sido. «No ha ido bien», comenzaba su intervención, «Mariano Rajoy me ha dicho con claridad que no hay margen para la negociación», reconocía amargamente -primero en catalán y a continuación en castellano-, el líder autonómico.
La decisión del presidente español no era un secreto. Este miércoles lo dijo alto y claro en el Parlamento Nacional: «No me gusta el concierto económico propuesto por Cataluña». E igual de contundente se ha mostrado frente al líder catalán. No obstante, a Mas le hubiera gustado ver en Rajoy una actitud más benevolente y flexible. «Estoy triste y decepcionado», ha reconocido Mas, puesto que lo único que ha encontrado al otro lado de la mesa de negociación ha sido un «no». Ninguna puerta abierta. Ni ahora, ni nunca. «En esas condiciones no se puede insistir más», ha aseverado el president.
La pelota está ahora en el tejado de la Generalitat; aunque las opciones no son muchas. O acatan la decisión final de Rajoy; o se plantean un cambio. Y es en ese «cambio» donde encontramos los matices. Mas no ha querido adelantar nada, pero sí ha dejado entrever que quiere abrir un debate importante a este respecto, y que podría tener como resultado el anticipo electoral. El president ha preferido no utilizar en su discurso los conceptos de «elecciones anticipadas» ni de «independencia», aunque tampoco los ha descartado. «Hay preguntas que hoy no tienen respuesta. Esas decisiones hoy por hoy no están tomada», ha sentenciado Mas, no sin antes advertir de que la reunión de este jueves ha supuesto un «punto de inflexión significativo» en esta legislatura y de que se ha perdido «una oportunidad histórica en el entendimiento entre Cataluña y el resto de España».
Si algo está claro es que el discurso se ha endurecido. Ya no caben palabras como el diálogo, el entendimiento o la unión. Lejos quedan ya los acuerdos que CiU y PP han alcanzado en los parlamentos catalán y nacional. Hoy comienza a escribirse una nueva etapa de la historia. Mas no sabe ni cuándo, ni cómo -primero quiere abrir un debate de reflexión en el parlamento autonómico- pero es consciente de que en los «próximos días o semanas» tendrá que tomar «decisiones trascendentales». «Cataluña no está dispuesta a aceptar un futuro gris», ha advertido el president.
Según Mas, Cataluña ha hecho esfuerzos intensos y sinceros durante 30 años. Pensaba que tras la Transición, cuando España cogiera más confianza, entendería la aspiraciones del pueblo catalán, que se «considera una Nación». Pero al final no ha sido así. En este sentido, Mas se ha quejado amargamente de no poder plantear temas de gran envergadura ante el Gobierno Central. «Hay un error de lectura por parte de España en lo que atañe a la Constitución Española. Siempre se relee desde una visión centralista», ha explicado el president, que cree que en Cataluña sí se pueden encontrar «caminos» y «soluciones» ampliamente compartidos para colmar las aspiraciones de futuro de su «país». «Hay pueblos que se sienten Nación y esto no lo van a cambiar ni la Constitución, ni las presiones, ni las amenazas», ha advertido. «No lo cambiaron ni las dictaduras», ha rematado.
El Gobierno, por su parte, ha explicado su punto de vista a través de un comunicado de prensa. Según informa Presidencia, el líder del Ejecutivo «ha mostrado su oposición» a la propuesta de un concierto económico para Cataluña por «no ser compatible con la Constitución Española». Un argumento que no parece convencer al líder catalán, que insiste, en que la Constitución «no es una pared inamovible», puesto que las leyes se «adaptan». Es más, el presidente catalán, apoyándose en argumentos utilizados por varios juristas, ha aseverado que la Carta Magna no recoge explícitamente la negativa a que las Comunidades Autónomas puedan tener haciendas propias. De hecho, según Mas, «casi todas» las competencias son transferibles a las autonomías. «¿Por qué no lo va a ser la Hacienda?», se ha preguntado el líder catalán. «Las Constituciones se adaptan o si no, anulan la voluntad de los pueblos», ha insistido.
Economía e independencia
Por otro lado, Mas y Rajoy también han hablado de control de déficit y de Tesorería. «El reparto de las cargas y de los déficits es injusto», ha sentenciado el president al incio de su intervención. Sobre esta cuestión no ha querido adelantar mucho, puesto que expondrá su posición en la Conferencia de Presidentes del próximo 2 de octubre. No obstante, sí ha avanzado que en el Senado reclamará «ir conjuntando esfuerzos equilibrados, justos y basados en una cierta lealtad institucional» para cumplir con los objetivos de déficit pactados y así «repartir sacrificios». Según Mas, Rajoy sí le ha escuchado en este aspecto y le ha asegurado que seguirán «profundizando» en ello.
Sobre la cuestión independentista, Mas no sabe, no contesta. Es un tema controvertido. CiU no es un partido que defienda el independentismo, pero la multitudinaria marcha que tuvo lugar en Barcelona el día de la Diada, sí ha puesto de manifiesto que es una opción que barajan, por lo menos, un millón y medio de catalanes. El president, por su parte, no ha querido ir tan lejos. Lo único que ha hecho es asegurar que «se tome la decisión que se tome», no se tratará de una «ruptura» con España, ya que se tomará «dentro del marco europeo». «No sería una ruptura, en todo caso sería una evolución», ha remachado.
Se trata de la segunda entrevista oficial que mantienen en el Palacio de la Moncloa desde que Rajoy llegara a la presidencia del Gobierno. Aunque bastante más tensa que la que tuvo lugar el 1 de febrero. En esta ocasión, ambos líderes se han saludado cordialmente en la puerta de la casa presidencial, pero con el semblante más serio de lo normal. Rajoy sabía que no era una visita cómoda y Mas era consciente de que tenía que echar toda la leña en el asador. El resultado del cuento, el esperado. El presidente catalán ha declinado la oferta del Gobierno Central de comparecer en Moncloa, y ha preferido hacerlo en su terreno, rodeado de las banderas de Cataluña y de la UE, y comenzando su discurso en catalán. Y el presidente, muy convencido de que la actitud adoptada era la correcta, ha continuado en su residencia tendiendo a la agenda que tenía prevista para hoy.
Elsa S. Vejo