lunes, noviembre 25, 2024
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Arturo y Don Juan Carlos, una amistad que nace en El Pardo

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El Monte de El Pardo, además de cientos de ejemplares de ciervos y jabalíes esconde grandes secretos. Es allí donde Arturo Fernández Álvarez tiene dos de sus instalaciones menos conocidas y más selectas: el club de tiro Cantoblanco y el club Playa de Madrid. El club de tiro está justo enfrente de la entrada del Palacio de la Zarzuela. Hoy es donde vive el jefe del Estado, pero en los años sesenta no era un lugar muy popular, allí se alojaba el Príncipe de Asturias y su familia, algo esquinado por el aparato franquista. Sin embargo, alguien prestó su amistad al entonces joven Príncipe, en una historia de escopetas, vino y rosas.

Arturo Fernández es un gran aficionado a la caza. En una cacería se cruzó, en los años sesenta, a Juan Carlos de Borbón. Pocos hacían caso al príncipe, pero Arturo Fernández y el Rey conectaron rápidamente. El presidente de la CEIM no tuvo inconveniente en hacer de secretario en las cacerías del Rey de manera que la amistad se hizo sólida y traspasó de las fincas de caza mayor a la noche de Madrid. Una fuente que conoció a ambos personajes en la época asegura que Arturo Fernández no tuvo inconveniente en apoyar al entonces Príncipe en sus incipientes inversiones y negocios.

Tiempo después llegó el Club de Tiro Cantoblanco, al que el Rey se ha trasladado innumerables veces en medio de la más absoluta reserva, ya que solo tiene que cruzar una carretera desde la misma puerta del complejo de La Zarzuela. Allí llegaba en sus motos o en los coches particulares de Su Majestad. Una afición que ambos comparten, la de los coches de coleccionista, o más bien de capricho. Al menos uno de ellos –un exclusivo ‘Maserati Quattroporte’ valorado en 150.000 euros- pasó de la colección privada de Juan Carlos de Borbón a la de Arturo Fernández tras comprárselo este segundo.

La amistad con Don Juan Carlos se ha mantenido firme con los años y ha metido al hostelero –que regentaba un modesto negocio familiar en los sesenta– en el exclusivo club de la aristocracia. Arturo Fernández está tan imbuido en el círculo personal del Rey que una fuente asegura a Estrella Digital que el empresario ha mantenido buenas relaciones con Corinna Sayn Wittgenstein, la mujer alemana que acompañó al Don Juan Carlos a la polémica cacería en Botswana. Sin embargo, las mismas fuentes explican que Fernández y Sayn Wittgenstein enfriaron sus relaciones hacia el final de la amistad del Rey con la empresaria alemana. Arturo Fernández siempre fue un buen consejero económico “del señor” –que es como se conoce en círculos de zarzuela al Rey–, algo con lo que Corinna entraba en disputa y quería arrebatar. Corinna y el Rey rompieron su amistad, sin embargo el viejo amigo de cacerías permanece.

Arturo no dispone de títulos, pero sí es caballero de dos órdenes peculiares: La orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén –a la que también pertenece el Rey y personajes como Luis Valero de Bernabé, marqués de Casa Real, con sede en el Vaticano– y de la Real Orden de Carlos III, que concede el Rey «por excepcionales servicios al país».

Es llamativo que en El Pardo, un monte protegido propiedad de Patrimonio Nacional, Arturo Fernández disponga de dos instalaciones señeras como el Club de Tiro y el Club Deportivo Playa de Madrid. Una vieja instalación de los tiempos de la República que hoy cuenta con cinco piscinas, pistas de pádel y tenis, minigolf y, no podía ser menos, restaurante. El Club de Tiro se ha convertido en un lugar en el que, además de disparar, se tienen discretas reuniones de negocios en su restaurante, apartado de los cenáculos del centro de Madrid.

Eva Díaz

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