Un día decides ir al banco a estudiar con el director de tu sucursal qué hacer con los ahorros. No pasan más de dos minutos, cuando a tu asesor financiero se le enciende la bombilla -probablemente ya la tenía encendida de serie – y te propone invertirlo en una cosa extraña llamado preferentes. Lo primero que preguntas es si ese dinero vas a poder recuperarlo cuando quieras. Y él te asegura que sí: “Es un depósito como los demás, pero con una altísima rentabilidad”. ¡Vaya chollo! El banco te va a regalar dinero a cambio de nada. Hasta que, pasado un tiempo, tu sueño explota con la crisis.
Te acuerdas de los ahorros que un día metiste en aquel depósito. Acudes a la sucursal y le pides a «tu mejor asesor» tu dinero. Comienza la pesadilla. Primero te dan largas y a continuación te ignoran. Tras varias visitas a la entidad ves que quizá nunca recuperes los ahorros, puesto que los invertiste en un producto sin liquidez, con mucha volatilidad y cuyas consecuencias nunca te explicaron con transparencia.
Este es el perfil del pequeño ahorrador, que confía en su entidad y ha sido estafado. ¿Hay solución a este drama nacional? El diputado de IU, Alberto Garzón, responde.
¿Cuál es el origen de esta estafa y por qué cree que algunas entidades financieras decidieron poner en riesgo su honor con la venta de estos productos?
Los bancos pueden emitir acciones y así expandirse. Las cajas, por el contrario no, puesto que tienen prohibido acceder a los mercados privados. Por ello, y en un contexto de burbuja inmobiliaria, lo que hacen es emitir las participaciones preferentes. Funcionan como acciones. Con ellas reciben el dinero suficiente para poder expandirse. Es una forma de esquivar la ley y asemejarse a los bancos a pesar de las diferencias jurídicas. Pero de estas participaciones no se puede salir. En los años de la burbuja inmobiliaria, el que tenía una participación preferente la podía vender porque la caja estaba segura de que había alguien que la quería comprar, pero cuando llega la crisis, ya nadie quiere este tipo de participaciones y quienes se han quedado con ellas las tienen de por vida.
El problema es que a muchos de los propietarios de preferentes no se les habló de acción o participación, sino de depósitos.
Para conseguir que este producto se venda bien se recurre al engaño. Como por ejemplo, decir a los clientes minoristas (pequeños ahorradores) que son depósitos dónde meter los ahorros y que no hay problema. Pero llega un momento en el que el mercado se colapsa y se convierten en lo que son realmente: títulos financieros perpetuos. Ahí está todo el mecanismo de estafa.
¿Quién tiene la culpa de todo esto?
Evidentemente la entidad financiera que ha engañado a sus clientes. Pero las cajas tenían una dirección política-técnica que había determinado que había que competir con los bancos para participar en el juego de la burbuja .
Es decir, que los políticos tienen que ver, puesto que la dirección de estas entidades es política, ¿no?
Fundamentalmente sí. Hay una cuota entre políticos, sindicatos, trabajadores…, y tienen regulación autonómica. No es tan fácil como decir que todos los que dirigían estas entidades son políticos, pero sí que está ahí el problema. Hay cajas de ahorros que están gestionadas por políticos con interrelaciones muy poderosas con la burbuja inmobiliaria.
¿Es posible que este no sea el último escándalo bancario?
Claro que no lo será. En paralelo a las preferentes está el de las permutas financieras. Contratos muy complejos financieramente hablando. En la jerga se les llama ingeniería financiera porque son fórmulas muy complejas diseñadas supuestamente para garantizar que no haya ningún peligro de pérdidas, pero que la gente no entiende. Un ejemplo claro están siendo el de las hipotecas y los seguros asociados que vienen con ellas. Por regla general, la gente no sabe lo que está firmando y sólo se fía de lo que el cajero le cuenta. El problema es que ahora, cuando la hipoteca baja, ellos se dan cuenta de que han firmado una “cláusula suelo” que significa que aunque el Euríbor baje, sus hipotecas no bajan. O también se dan cuenta de que han firmado que cuando haya pérdidas, ellos son los que van a asumirlas, no el banco. Una serie de cuestiones que el banco expone de forma tan complicada que ni los propios jueces entiende cuando los clientes van a juicio.
¿Y qué pasa con los que han sido estafados?
La legalidad es como es. De hecho, la presidenta de la CNMV dijo que todo era legal. La ley es la que está mal, y fue establecida por los anteriores gobiernos y por la Unión Europea. Más allá de que cada banco esté negociando a nivel individual con determinados clientes que ya se están poniendo pesados, el Gobierno también está intentado hacer algo, aunque la Unión Europea no le deja. El Gobierno había pensado devolver el nominal. Si tú tenías participaciones por valor de 20.000 euros, se te da un depósito a 3 ó 4 años por ese valor, pero la Troika no quiere.
No hay solución porque no hay democracia. Manda la Troika, que no la ha votado nadie.
¿El Gobierno puede obligar a las entidades a devolver ese dinero?
Puede obligarlas si hace una ley, pero es la troika la que le impide hacer la ley.
Como diputado, ¿qué soluciones le da a la ciudadanía?
Evidentemente hay que seguir protestando. No es un conflicto separado de lo que está pasando en España. ¿Qué herramientas tiene la ciudadanía para resolver estos problemas sabiendo que técnicamente se puede? La respuesta es tan dura como decir que ahora mismo no hay ninguna herramienta. Ni siquiera votar es útil, porque el Gobierno de turno hace todo lo contrario a lo que prometió.
Acordamos con la UE un rescate financiero por un valor máximo de 100.000 millones. Se estima que las necesidades de la banca española son de casi la mitad. Ya que hemos aceptado condiciones por el valor máximo, ¿no podríamos utilizar el dinero restante para solucionar este problema?
Estos 100.000 millones tienen un único objetivo y es salvar a los bancos franceses y alemanes. La Troika no le ve sentido destinar dinero para dárselo a los particulares. Si tú le das 10.000 millones a los afectados por las preferentes se lo estás quitando a la banca. Por lo tanto, se deberían de gastar otros 10.000 millones más para dárselos a los bancos.
Pero ese dinero se volvería a revertir en el sistema, los ahorradores no lo van a esconder debajo del colchón…
Sí, esa es la visión keynesiana de la economía. De hecho, el FMI recomendó no hace mucho que se dedicaran los rescates a las familias que tienen hipotecas, para que así se pudiera pagar al banco y el banco saneara parte de sus activos tóxicos. Pero la Troika no opina así. Está altamente controlada por el capital financiero alemán. Y Alemania lo único que quiere es salvar a sus bancos. Si no se salva a los bancos españoles, quiebran también los alemanes. Aquí se acaba toda la discusión.
Elsa S. Vejo