«Bastantes problemas tengo yo», respondía de manera irónica el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a una pregunta de una periodista francesa dirigida al presidente francés, François Hollande, sobre el alejamiento que se aprecia entre Alemania y Francia en estos últimos tiempos. «Imagino que esa pregunta no vaya dirigida a mí también, porque bastantes problemas ya tengo yo», decía de soslayo el líder español antes de contestar a la cuestión que sí iba dirigida a él y que hacía referencia a la unión bancaria que parece no apoyar de pleno todos los miembros de la Unión Europeo. «Desconozco que Alemania haya dicho que los acuerdos se tengan que retrasar. En junio todos acordamos una cosa y debemos de ser serios», ha aseverado Rajoy en la rueda de prensa posterior a la cumbre bilateral que España y Francia ha celebrado este miércoles en París.
No obstante, su coletilla «bastantes problemas tengo yo» deja al descubierto el sentir del presidente del Gobierno en este «complicado momento» en el que parece que todo está en su contra. Rajoy no sólo tiene que lidiar con una Unión Europea que parece que se resiste a cumplir con los objetivos alcanzados el pasado mes de junio en el último Consejo Europeo y que son claves para la recuperación de España. Sino que en clave interna, también se haya en medio de una importante lucha identitaria que bien podría suponer la ruptura de España en mitad de una de las peores crisis económicas que se recuerdan en la historia democrática del país que lidera. Es más, el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat acaba de hacer público que tres de cada cuatro catalanes están a favor del referéndum por la autodeterminación.
Una consulta que el Gobierno español ya ha tildado en numerosas ocasiones de «ilegal» y a la que este miércoles -con todos los ojos de Europa puestos en su nuca- el presidente ‘popular’ ha evitado hacer alusión. Según el líder del Ejecutivo, el «gran objetivo» nacional no puede ser otro que generar empleo y crecer económicamente. Y por ello ha apelado a la «unidad y a la cooperación» de «todos», sin mencionar a nadie en concreto.
Ahora bien, cuando parecía que el temporal arreciaba, un nuevo nubarrón se ha vuelto a asentar sobre La Moncloa. Si algo está claro es que Rajoy no quiere «más problemas». Por ello, sobre la «españolización» educativa que este miércoles proponía en el Congreso de los Diputados el ministro de Educación, José ignacio Wert -y que tantas críticas ha suscitado-, el presidente ha optado por ser diplomático: «Yo quiero una buena convivencia y que todo el mundo se sienta orgulloso de ser catalán y español». Un argumento más edulcorado que el que ha defendido Wert en el Parlamento Nacional. Según ha admitido el ministro, el Gobierno del PP tiene la intención de «españolizar a los alumnos catalanes» para que «se sientan tan orgullosos» de una y otra identidad, ya que considera que ambas «les enriquecen». «Nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes y que se sientan tan orgullosos de ser españoles como de ser catalanes y que tengan capacidad de tener una vivencia equilibrada de esas dos identidades porque las dos les enriquecen, y en esa línea vamos a continuar», ha explicado Wert en respuesta a una pregunta del diputado socialista Francesc Vallès, quien le ha recriminado que relacionara el crecimiento del sentimiento independentista en algunas comunidades autónomas «con la dirección que ha llevado el sentido educativo».
El presidente del Gobierno no ha querido profundizar tanto y ha preferido desviar el debate hacia el sentido cualitativo. Según Rajoy, lo que su Ejecutivo busca es la «calidad educativa», puesto que es «muy bueno» para el empleo y para la economía. «Cuanto mejor estén formados nuestro jóvenes, más posibilidades tendrán de encontrar un puesto de trabajo. Eso es lo único que en este momento me preocupa», ha concluido el presidente español, consciente de que se avecina una nueva tempestad.
E. S. V.