Llegó a Murcia, junto a su novio, el pasado 13 de mayo, con la intención de pasar sólo dos noches en el Hotel Churra, y sus cuerpos han terminado en una parcela de limoneros situada junto a una vivienda de la calle Serafín de Alba de la citada población. Lo que era un viaje de ida para intentar crear una nueva vida, con visita programada a una clínica de fertilidad, se ha convertido en otro sin retorno, dejando dos vidas en el trayecto.
Ingrid Visser, de 36 años, y su novio, de 57, volaron desde Amsterdam a la capital murciana, de donde ella se había tenido que marchar dos años antes porque su empresa ya no le podía pagar, para ver si esa clínica obraba desvelaba si le era posible procrear o no. Ahora, sus familiares ni saben la respuesta ni tan siquiera cómo ella y su pareja han podido acabar como abono de esos limoneros.
Precisamente esos familiares de la exjugadora internacional de voleibol y la ex mujer y las hijas de Lodewijk Severin, su novio, habían regresado hacía pocas horas a Holanda, tras permanecer en Murcia una semana colaborando con la investigación. Todos ellos se habían alarmado desde que el 15 de mayor, el día en que la pareja tenía previsto volver a Amsterdam, ni habían dado señales de vida ni había posibilidad de contactar con ellos por teléfono.
La portavoz de la familia, Miriam Van de Velde, había precisado que lo único que habían descubierto es que ell coche que alquilaron en el aeropuerto de Alicante, un Fiat Panda negro, había sido localizado en la avenida Juan Carlos I. de Murcia, en una zona próxima al hotel que habían reservado, y que en éste no llegaron a dormir, aunque sí se registraron y dejaron el equipaje. Y eso que por toda la ciudad se habían colocado medio millar de carteles con la imagen de los desaparecidos.
Para todos ha sido tan sorprendente el final del caso como el hecho de que en los días previos los dos fallecidos pudieran haber pasado desapercibidos por la ciudad, que ambos conocían perfectamente por haber vivido en ella durante dos años, teniendo en cuenta que ambos superan el 1,90 metros de altura.
Fichaje sonado
Y es que Ingrid Visser fichó en agosto de 2009 por el Club Atlético Voleibol Murcia 2005, donde llegó como una de las mejores jugadores del mundo, y convertida en un auténtico mito en Canarias, tras haber militado tanto en el Hotel Cantur como en el Tenerife Marichal, donde llegó a alzar la Copa de Europa a las órdenes entonces del que después fuera seleccionador holandés Avital Selinger (ese año ganó además la Superliga, Copa y Supercopa).
Ingrid Louise Visser regresaba así a España después de, entre medias, haber jugado una temporada en el Leningradska ruso, con el que fue designada como Mejor Bloqueadora en el Torneo de San Remo. Con la seleción holandesa había jugado en más de 500 ocasiones, incluyendo los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996, donde lograron el quinto lugar, el Campeonato de Europa que habían ganado en 1995, tras derrotar a Croacia por 3-0, y la «Boris Yeltsin Cup» de 2007, donde sólo cedió en la final ante China.
Tras ganar 3 Ligas, 5 Copas, 4 Supercopas y 1 Top Team Cup, el CAV Murcia pasó de tener un presupuesto en la temporada 2007-2008 de 3.600.000 euros, con un autobús que tan sólo disponían Real Madrid y Barcelona, a otro en la 2010/2011 de apenas 300.000 euros, viajando por entonces en furgoneta. Todo eso conllevó a que de tener copado el palco con los políticos y personas mas importantes de la sociedad murciana pasara a quedarse solo como la una en sus dos ultimas temporadas.
El fin de un sueño
En esa última campaña tan sólo disponía de juveniles para acudir a la Supercopa de España, habida cuenta de que todas sus profesionales, incluida la holandesa Visser, hubieran abandonado el club ante los impagos de éste. Y es que al CAV Murcia le había retirado el apoyo hasta la Comunidad Murciana, que dejó de pasarle su asignación (desde la Comunidad se precisaba que sólo debían 60.000 euros de la subvención de 200.000 que le daban, mientras que desde el club se decía que no habían visto ni un euro de esa subvención).
Eso provocó que la entidad debiera 210.000 euros de las temporadas de bonanza y otros 120.000 euros de la temporada que acababa de terminar, lo que conllevó que Ingrid Visser, José Rodríguez, Marianne Fersola o Priscilla Rivera, sus jugadoras extranjeras, optaran por fichar por otras ligas, al igual que las internacionales españolas Diana Castaño, Patricia Aranda y Milagros Collar.
El sueño de Evedasto Lifante de hacer un equipo campeón de voleibol, que le había metido en el cuerpo el doctor Arenas, después de una experiencia no excesivamente buena en el extinto Ciudad de Murcia de Quique Pina (ahora máximo rector del Granada FC), llegaba a su fin, como ahora ha llegado el sueño de su jugadora holandesa de ser madre.
Estrella Digital