El ‘huracán Bárcenas’ implosiona en el número 13 de la calle Génova. La fachada acristalada de la sede nacional sigue intacta -manteniendo las apariencias de normalidad-, pero dentro, entre paredes -donde el ojo público no alcanza a ver-, el escenario no podía ser más aterrador: el pánico se ha apoderado de algunos de sus habitantes. No de todos, porque como suele ocurrir en toda gran catástrofe o guerra, siempre hay personas que se benefician del mal y el sufrimiento ajeno. Y en esta ocasión, no iba a ser menos. Como si de la versión cañí de la exitosa saga Juego de Tronos se tratara, todo el mundo en Génova parece haber empezado a mover sus fichas en lo que desde hace tiempo se identifica como una verdadera lucha de poder. Importantes son los que aparecen en la lista negra -fotocopiada y original-: Francisco Álvarez Cascos, JavierArenas, Rodrigo Rato, María Dolores de Cospedal y el mismísimo Mariano Rajoy. Pero más importante aún son los que no. Ausencias clamorosas como las de José María Aznar, Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallardón han hecho saltar las alarmas dentro del cuartel general de los ‘populares’, donde ya se les identifica como los principales beneficiados de esta situación.
La aparente tranquilidad reinante en la sede nacional no es más que la reminiscencia que suele quedar tras una fuerte explosión. El Gobierno y el partido que lo sustenta han vuelto a ser golpeados con virulencia, así que mientras recuperan el conocimiento y diseñan una nueva respuesta se han impuesto a sí mismos la ley del silencio. Hasta el momento, la negación pública que hizo el presidente Rajoy el pasado febrero durante un Comité Nacional sobre el cobro de sobresueldos, la consideración de que las fotocopias bien podían haber sido manipuladas y las negociaciones secretas que mantenían en paralelo con el extesorero les había valido para ir resguardándose del chaparrón. Pero el último golpe inesperado de la Fiscalía -dependiente del Ministerio de Justicia y que ha llevado al extesorero a la cárcel- les ha pillado desprevenidos. De hecho, hay miembros del partido molestos con el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. A él se le encomendó la misión de detener a la ‘bestia’, hoy abandonada a su suerte, y dispuesta a atacar.
¿Casualidad o intencionalidad? Esta es una de las preguntas que con más frecuencia circulan entre los mentideros ‘populares’. No era un secreto para nadie en Génova que cualquier ataque a Bárcenas sería contestado con un zarpazo aún mayor. Fue nombrado tesorero en 2008, pero «Luis el cabrón» -tal y como le conocía la tribu ‘Gürtel’- controlaba las finanzas del Partido Popular desde hacía dos décadas. El daño que Bárcenas podía hacer si hablaba ya había sido estudiado desde todos los ángulos, y por ello, desde la primera detonación -a mediados del mes de enero, cuando El País sacó a la luz las fotocopias que demostrarían el pago de sobresueldos ilegales y la financiación irregular del partido-, tanto el Gobierno como el partido habían mantenido línea directa con el extesorero. En un principio, se trató de una explosión controlada. La primera visita de Bárcenas por este asunto a la Audiencia Nacional se saldó conun «no» a todo: los papeles publicados no eran suyos y «nunca jamás» había existido financiación ilegal en el partido durante los 20años que lo gestionó.
Con esta declaración, la paz ‘momentánea’ volvió a reinar en el número 13 de la calle Génova. Pero no fue más que un espejismo. Esta paz no les interesaba a todos por igual y sólo era cuestión de tiempo que volviera a explotar. ¿Cómo? desatando el ‘huracán Bárcenas’. Si algo ha quedado claro es que la publicación de los papeles originales de Bárcenas, cinco meses después de haber hecho públicas sus fotocopias y de poco contenido novedoso, tienen una intencionalidad clara: despertar la ira del extesorero. El abandono que ha sentido por parte del Ministerio de Justicia ha despertado su instinto más vengativo. Hasta el momento, el ninguneo público sufrido por el presidente del Gobierno y la gran mayoría de los que fueran sus compañeros de partido no le habían importado especialmente, mientras estuviera libre. Pero su traslado obligado a Soto del Real ha dado la vuelta a la situación.
Una situación de la que claramente surgen algunos beneficiados. ¿Qui prodest? El primero, el que esté pensando en la sucesión, que en clave interna ya se señala a Gallardón. Nadie es ajeno a las ambiciones políticas del exalcalde madrileño. Y los segundos, los que hace cinco años empezaron su cruzada particular contra Rajoy y han encontrado en todo este escándalo su segunda oportunidad para deshacerse definitivamente del gallego. Que también tienen nombre propio: Esperanza Aguirre y José María Aznar. Los hechos, las palabras y las actitudes hablan por sí solas.
En el caso de Gallardón resulta obvio que él mejor que nadie sabía lo que iba a pasar. Así al menos lo expresó -aunque luego se retractó- la diputada del PP Matilde Asian.Dentro del partido hay voces muy críticas que creen haber descifrado su estrategia: romper las negociaciones con Bárcenas, mandar al extesorero a la cárcel y de esta manera abrir la caja de los truenos. En el caso de Aguirre y Aznar, simplemente han aprovechado el momento. La expresidenta madrileña para presentarse como la «abochornada» de España y seguir ganando puntos entre sus bases; aún no sabemos muy bien con qué intención. Y el expresidente del Gobierno para limpiar su imagen. Hasta el momento, al presidente de Honor del PP se le había colocado a la cabeza de la trama. Es más, en las fotocopias, en poder de El País, se habían identificado las siglas J.M. (receptoras en 1997 de2.100.000 de pesetas) como suyas. Pero todo ha cambiado con las últimas revelaciones. De repente, Aznar ha quedado al margen de la polémica y el diario El Mundo ha tenido mucho que ver en ello. «José María Aznar no aparece porningún lado en estos papeles originales», sentenció el periódico dirigido por Pedro J. Ramírez en su exclusiva.
Libre de polvo y paja, así es como se le presenta al expresidente ahora. ¿La culpa de todo? sólo de Rajoy. Él fue el que supuestamente cobró sobresueldos cuando era ministro deAznar; aunque su entorno ahora intente restarle importancia. «Es más de lo mismo», respondía esta semana Cospedal cuando era preguntada por ello, y de similar manera también contestaba este viernes la vicepresidenta. Pero las dos ‘mujeres’ de Rajoy saben que no es cierto. Ambas saben que haber despertado a la bestia podría pasarles una importante factura. No tanto penal. «En el supuesto de que fuera cierto, son delitos que han prescrito», insisten los’populares’. Pero sí política. De ser cierto que el extesorero guarda más munición en la retaguardia habrá que esperar a ver las consecuencias. Por el momento, y a través de una conversación de cuatro horas con un periodista ya ha apuesto varios nombres en la palestra. Además de a Rajoy, el extesorero ha comenzado a apuntar a su círculo de confianza: María Dolores de Cospedal, a la que ha acusado de haber mediado en el Ayuntamiento de Toledo para lograr la concesión de un contrato de servicios; y al también gallego José Manuel RomayBeccaría, el último en entrar en la «lista de la muerte», susustituto en la tesorería y mentor del actual presidente del Gobierno, que cuando llegó a Moncloa lo nombró presidente del Consejo de Estado.
Del barco del PP parece salir ahora un único grito:»Sálvese quien pueda».