De puertas para afuera parece no ocurrir nada. «Máxima tranquilidad», insisten una y otra vez los portavoces autorizados cuando se les pregunta por el estado de ánimo del Gobierno en general y del presidente en particular. Como si la grave sospecha que cierne sobre el partido que lo sustenta no fuera con ellos. Como si las acusaciones de financiación ilegal y de cobro de sobresueldos ilegales no fueran dirigidas contra el líder del Ejecutivo. Pero no, ellos siguen como si nada de esto le afectara al país. Claro que la realidad es bien distinta. La indignación sigue agitando las calles; y la prensa internacional sigue hablando del ‘caso Bárcenas’ como sinónimo de crisis gubernamental. Una muestra más evidente de la preocupación nacional que existe en torno a este escándalo es que en las ruedas de prensa en las que está presente el Gobierno este asunto sigue copando el máximo tiempo de las preguntas formuladas por los medios de comunicación. Y este viernes no podía ser distinto.
En esta ocasión acompañada por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha tenido que volver a enfrentarse a una comparecencia dominada por el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas. Él y sus nuevas confesiones -ante la prensa y ante el juez- no sólo han obligado a Génova y a Moncloa a cambiar su estrategia del silencio, sino que han vuelto a revolucionar el panorama político español. Un verdadero cisma político es lo que dichas declaraciones han ocasionado en España. Declaraciones -que unidas a la negativa de Rajoy de comparecer en el Congreso de los Diputados- han causado tres importantes efectos: la amenaza de una moción de censura lanzada por el Partido Socialista -y que por el momento mantiene dividida a los ‘populares’-; la salida nuevamente de varios miles de españoles a las calles en acto de protesta y la proyección a nuestros inversores extranjeros –gracias a la interpretación de la prensa extranjera– de que España vive inmersa en una grave crisis institucional que podría poner en peligro la tímida recuperación económica de la que tanto alardea el Ejecutivo ‘popular’.
Sobre estos tres problemas ha sido preguntada este viernes la portavoz gubernamental, y a todos ellos les ha intentado restar importancia. En primer lugar a la próxima comparecencia de Rajoy en el Congreso. En este sentido, Santamaría ha vuelto a insistir -como ya hizo la semana pasada- en que el presidente «ha dado, da y dará» las explicaciones que sean «necesarias y oportunas» cuando así lo considere. «Eso es de lo que se trata. Como presidente del Gobierno rinde cuentas a los ciudadanos de la manera y en el momento que considere oportuno y no al servicio de la estrategia procesal de nadie, ni política de otros», ha enfatizado la vicepresidenta, no sin antes aclarar que la decisión se tomará el próximo 24 de julio en la Diputación Permanente. «Respetamos a quien corresponde la decisión; a los grupos parlamentarios», ha señalado. Es decir, según Santamaría, sería el grupo parlamentario ‘popular’ el encargado de tomar esta decisión. No obstante, ya es bien sabido que los diputados ‘populares’ han pedido al presidente que sea él el que decida. Algunos de ellos incluso le han trasladado a Rajoy su opinión, que pasa por que acuda al Parlamento y evite así una moción de censura que les podría perjudicar a todos. Por el momento, todo parece indicar que Moncloa está a favor de esta comparecencia, aunque aún discute la fórmula. La vicepresidenta del Gobierno no ha querido adelantar nada, pero entre las opciones se discuten: una aparición en el Congreso -que podría ser en una sesión de control al Gobierno extraordinaria para la última semana de julio-, o una rueda de prensa al uso.
Así pues, Santamaría también ha intentado minimizar las protestas que tuvieron lugar este jueves frente a las sedes del PP en toda España pidiendo la dimisión de Rajoy; y el supuesto deterioro de la imagen de España en el exterior a consecuencia de la interpretación que está haciendo la prensa extranjera del ‘caso Bárcenas’. Sobre las manifestaciones, la ‘número dos’ de Rajoy en el Gobierno no sólo ha rechazado cualquier posibilidad de que el presidente dimita puesto que Rajoy es el «mayor impulsor» del programa reformista español, sino que ha marcado su única prioridad: superar la crisis económica y crear empleo. «Rajoy va a cumplir su mandato y no vamos a hablar de sustitutos», ha enfatizado Santamaría cuando se le ha preguntado sobre si ella se vería llevando las riendas del Gobierno. En lo que a la imagen de España en el exterior respecta, también ha sido esquiva: «Me preocupan los hechos, y ayer hubo una buena colocación de la deuda pública», ha zanjado.