El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha dejado en libertad a los cinco detenidos en Oiartzun (Guipúzcoa) por la presunta comisión de un delito de enaltecimiento del terrorismo, por organizar la plantación de un robledal conocido como el 'Bosque de los Gudaris', en el collado del monte Aritxulegi de esa localidad, han informado fuentes jurídicas.
Los detenidos en la llamada 'Operación Roble', Joaquin Izaguirre Elizondo, nacido en San Sebastián en 1951; Francisco Javier Iragorri Gamio (Oiartzun, 1950), Erramun Sagarzazu Gaztelumendi (Irún, Guipúzcoa, 1965), Francisco Ramón Gaztelumendi Uribarren (Errentería, Guipúzcoa, 1965) y Miren Itziar Iñarra Oyarzabal, tendrán que comparecer quincenalmente en los Juzgados más cercanos a su domicilio y se les ha retirado el pasaporte.
Se les acusa de intentar crear un lugar emblemático, de culto y homenaje permanente a los miembros de ETA fallecidos y con el objetivo de legitimar su actividad terrorista y mantener vigente el ideario de la banda.
El espacio estaba compuesto por 239 esquejes de roble, uno por cada miembro de ETA fallecido como consecuencia de su actividad terrorista o durante la misma, identificados con una placa numérica, una alambrada perimetral y un monolito preparado para la colocación de un mástil y una placa cuando se celebran los actos homenajes.
Los detenidos también se encargaron de organizar, el pasado 9 de marzo, la celebración de un acto público en el monte Aritxulegi en el que se realizó un homenaje a los miembros de ETA Francisco Javier López Peña, alias 'Thierry', y Arkaitz Bellón Blanco, fallecidos en 2013.
Un roble por cada etarra fallecido
Consistió en plantar dos nuevos robles en este 'Bosque de los Gudaris', poniendo en cada árbol tarjetas con los nombres completos de los terroristas, así como el resto de ornamentación y parafernalia, que retiraron después.
Tras los arrestos, agentes de la Guardia Civil han arrancado los esquejes de los árboles, que han cargado en una furgoneta. El homenaje en el 'Bosque de los Gudaris', se realizaba con un doble objetivo: ensalzar la figura de todos los 'gudaris/soldados' caídos, es decir, de todos los miembros de ETA fallecidos como consecuencia de su actividad terrorista y, por otro, plantar un nuevo árbol por cada terrorista fallecido en el transcurso del año anterior, reconociéndoles públicamente y concediéndoles el honor de formar parte del mausoleo.