El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha proclamado que la jornada de este domingo, en la que se clausura el cónclave que le ha elegido como nuevo líder de los socialistas, es «un pésimo día para los que quieren un PSOE débil», porque de este congreso salen «más fuertes y más unidos».
Así lo ha afirmado Sánchez durante su discurso de clausura del congreso federal que ha ratificado la elección que hicieron los militantes el pasado 13 de julio y ha aprobado la Ejecutiva presentada por el madrileño. El nuevo secretario general ha hablado durante una hora, sin hacer uso de papeles, y ante los cuatro líderes que ha tenido el PSOE en democracia, y ha sido despedido con una ovación de todos los presentes.
«Hoy, compañeros y compañeras, es un mal día para la derecha española, es un mal día para los que quieren imponernos su moral y erosionar el Estado del bienestar: Es un mal día para los que aprovechan la crisis para convertir en realidad sus sueños más inconfensables, para los de los sobre llenos y las conciencias vacías. Es un mal día para los tramposos que se envuelven en la bandera de España y se llevan sus dineros a los paraísos fiscales. Es un mal día para los que únicamente tienen un proyecto, atacar a los socialistas, para los que necesitan decir que todos somos iguales para sentirse diferentes», ha recalcado.
Sánchez se ha mostrado convencido de que los socialistas van a protagonizar una «remontada» en los próximos meses y años y ha recordado a todos sus compañeros que son «los sucesores del partido más importante de España», que ha logrado los «mayores avances» para el país. «Aquí estamos, en pie, en marcha, para cambiar España una vez más, lo hemos hecho dos veces y lo vamos a volver a hacer una tercera», ha recalcado.
Para empezar, ha garantizado «clara y llanamente» a todos los alcaldes y concejales socialistas que van a tener «todo» su apoyo y el de su Ejecutiva para ganar las elecciones municipales de 2015, la primera cita electoral con el PP.
Y, para ello, ha animado al PSOE a salir al encuentro de todos los votantes que dejaron de apoyarles como una «medida de advertencia» en las últimas elecciones, una decisión que no cree «una despedida», sino una «llamada de atención», y se ha mostrado «convencido» de que «regresarán pronto».
«Sin populismos ni demagogias»
También ha asegurado que saldrán al encuentro de los abstencionistas que están «hastiados de la política»; de los «indignados» y del mundo de la cultura y el pensamiento progresista que «últimamente» les «mira de reojo», e incluso de los que votaron al PP «y se saben engañados». «Lo que vamos a hacer es ir al encuentro de todos los españoles que quieren cambiar las cosas», ha explicado, subrayando que el PSOE va a hacerlo con una política de progreso «sin populismos ni demagogias».
Porque, según ha señalado en un mensaje claro a Podemos, los socialistas saben que defender a quienes sufren «exige no jugar» con las expectativas de los ciudadanos. Porque, por ejemplo, si no se paga la deuda, como defiende el partido de Pablo Iglesias, «quien lo acaba pagando» no es el alto directivo de una corporación, sino el trabajador que cobra 600 euros. «Somos el partido que aspira a gobernar y a nosotros las promesas sabemos que no nos salen gratis», ha dicho.
Y es que, a su juicio, para «recuperar» la confianza de toda esa gente a la que pretende llegar sólo hay que aplicar «una fórmula bien sencilla»: «Cumplir lo que prometemos, ni más ni menos», ha recalcado.
Como ejemplo, ha hablado de la decisión «polémica» que tomó al pedir a los eurodiputados que no votaran al candidato conservador Jean-Claude Juncker para la Presidencia de la Comisión Europea, que algunos han calificado de «error» y ha recalcado que «no fue un error, fue coherencia», unas palabras que han recibido la aprobación del auditorio.
Sánchez ha denunciado que España es hoy «un país hastiado, indignado y herido» y ha garantizado que se va a dedicar a «cobijar y proteger» a los que sufren y se va a centrar en la «defensa de la clase media y trabajadora», que está «hundida por las políticas económicas de Rajoy». Para ello, quiere liderar un «cambio de abajo a arriba» que empiece por el partido y alcance también a España.
Así, y aunque ha asegurado que es «plenamente consciente de la herencia socialista» que recibe y ha afirmado que reivindicará «todos y cada uno de los días» de los Gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, ha recalcado que le «mueve más la pasión por el futuro que el pasado» y ha precisado que para eso hay que «afrontar la tarea de modernizar la izquierda y una España en la encrucijada».
Y para responder a este «desafío», ha abogado por ponerse «manos a la obra» y cuestionar «todo lo que no funciona», ya que considera que «será la única manera de preservar lo que funciona», algo que exige «políticos innovadores, valientes y audaces, que den la cara y hablen claro y no a través de pantallas de plasma».
«Convertir la indignación en acción»
Así, se ha propuesto a trabajar para «erradicar» algunas «palabras que indignan a todos» y entre las que ha citado «la crisis, la pobreza, las desigualdades, el trabajo precario, el paro, la decadencia institucional, la violencia de género y el independentismo». «Os propongo cambiar la indignación por la confianza de que vivimos en un gran país, de que todos hacemos grande España», ha dicho, convencido de que el PSOE es el partido que «convierte la indignación en acción».
Y para ello, ha explicado que quiere poner en marcha una «transición económica» que, en su opinión necesita España, porque en este país «no faltan recursos», sino «coherencia y tenacidad» y «un gobierno que lo lleve a cabo».
Porque los retos, ha dicho, como la baja productividad y la temporalidad laboral, son «los mismos» que tenía el país antes de la crisis económica, aunque las desigualdades se han acrecentado. Y a ellas se ha añadido un problema que Sánchez se ha propuesto atajar: el «exilio económico» de muchos jóvenes con los que quiere contar para esta nueva España que quiere liderar.
Además, ha recalcado que va a defender que los españoles no paguen con sus bolsillos la mala venta de bancos rescatados, cuando se dice que «no hay dinero para reducir las listas de espera en los hospitales». «Estos que despilfarran ahora 11.500 millones son los mismos que dijeron que los rescates de los bancos no iban a costar ni un céntimo de euro a los bolsillos de los ciudadanos», ha recalcado, en referencia a la venta de CaixaBank.
Sánchez se ha comprometido también ante sus compañeros a que, si llega al Gobierno, la primera ley que va a derogar será la reforma laboral y la segunda, la del aborto que pretende aprobar el Gobierno de Mariano Rajoy con su «rodillo». Además, ha asegurado que denunciará los Acuerdos de la Santa Sede, una propuesta que ha recibido los aplausos del plenario, que el líder ha dicho «esperar».
En esta parte, ha dejado claro que los socialistas no son «anticlericales», aunque «hay quien piensa que sí». Ha insistido en que respetan todas las creencias pero defienden un partido laico y un país «libre de tutelas y sin instituciones que pretendan suplantar la libre voluntad de los ciudadanos».
También ha dejado claro su compromiso con los socialistas en el exterior y con los inmigrantes en España, que ha anunciado que van a estar representados en las listas electorales de los comicios municipales y autonómicos, porque, según ha dicho, sus candidaturas tienen que «representar a España».