Adrián Pérez tenía solo dos años y medio cuando se enfrentó a su primera operación en el ojo derecho, en el año 1992. El doctor Luis Antonio Outeiriño le había diagnosticado una catarata congénita tras una visita a su consulta porque la vista se le desviaba. Tras esta primera operación Adrián comenzó a sentir que su ojo no estaba bien y tuvo que ser intervenido hasta en 12 ocasiones “a causa de la negligencia cometida por Outeiriño”, explica.
Asegura que sus padres acudieron a este oftalmólogo por su prestigio. Una fama que mantiene a día de hoy, según relata el propio Adrián Pérez: “Ha operado a personas de renombre como Rouco Varela, Isabel Gemio o la familia Gabilondo”. Las referencias eran buenas por lo que nunca pensaron en que pudiera darse ningún problema hasta que hoy con 25 años, Adrián tiene que hacer frente a su día a día sin un ojo y con baja visibilidad en el otro.
En 2010 ante los fuertes dolores, el lagrimeo constante y los mareos y cansado de tan cuantiosas intervenciones, acudió al Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona donde le dieron una noticia devastadora, tenían que reemplazar su ojo derecho por una prótesis. En ese momento decidió presentar una demanda contra Outeiriño ya que su mala praxis le había costado un ojo y esto llenaba de dificultades su futuro. “Me echaron de mi anterior trabajo por la cantidad de tiempo de baja que tuve que estar a consecuencia de las operaciones”.
El 31 de marzo de 2014 tenía lugar el juicio por daños y perjuicios. La acusación se basaba en la falta de información por parte de Outeiriño acerca de las consecuencias de la operación, argumentación que fue tenida en cuenta por el juzgado. El juez reclamó al acusado la documentación con el historial del denunciante, pero el oftalmólogo nunca los remitió. El caso quedó visto para sentencia, que se producía tres días después y que fijó una indemnización de 57.753,72 euros.
Adrián explica que “la cuantía no es suficiente para lo que supone la pérdida de un ojo”, pero que quiere cobrarla y más tras la actuación de Outeiriño, que se ha declarado insolvente. Esta situación considera le hace “sentirse indefenso ante la Justicia de este país”, porque Outeiriño sigue ejerciendo la Oftalmología, ya que es dueño de la Clínica Ricaflor, en la actualidad el Hospital de Día Pío XII. Además se encarga de hacer las revisiones oculares de los pilotos de AENA. Por otro lado, el paciente señala que son numerosas las empresas con las que tiene negocios. Entre otras circunstancias, a pesar de la insolvencia el registro mercantil señala que Outeiriño es miembro del consejo de administración de Golf la Toja.
Adrián Pérez señala que existen más sentencias contra el doctor a causa de negligencias, pero que “hasta el momento se mantiene impune por sus relaciones con personas influyentes”. El que tiene una realidad más difícil es este joven que ha tenido que pedir un préstamo para poder costear los gastos de los abogados, que ascienden a 30.000 euros, así como de las operaciones. Por ejemplo, cada 2 a 4 años tendrá que ser intervenido para cambiar la prótesis. Por ello dice que el dinero lo quiere “para mi ojo y no voy a parar hasta conseguirlo”.