El 56,1 por ciento de los jóvenes españoles considera admisible la pena de muerte para delitos muy graves, según un estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) del que se desprende que si bien los jóvenes son tolerantes con conductas privadas como el aborto, son cada vez más conservadores en lo público.
El estudio, 'Jóvenes y Valores', ha sido presentado por el director general del Centro Reina Sofía de la FAD, Ignacio Calderón; su director técnico, Eusebio Megías y el catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto y coordinador del trabajo, Javier Elzo. Se basa en 1.003 entrevistas estadísticamente representativas a jóvenes entre 15 y 25 años y residentes en 82 puntos del territorio nacional.
En las encuestas se propuso a los jóvenes puntuar de uno a diez el grado de admisibilidad de determinadas conductas sociales. El 43,9% situó la pena de muerte como poco o nada admisible (entre 1 y 4 puntos), mientras que un 17,4% la calificó de medianamente aceptable (valores de 5 y 6), y hasta un 38,7 por ciento la puntuó como completamente asumible (de 7 a 10 puntos).
Respecto de 2006, cuando se realizó un estudio similar, la media de admisibilidad de la pena de muerte entre los jóvenes ha crecido 0,87 puntos, hasta un 5,05, lo que según los expertos, llama a la reflexión. «El aumento de la aceptación de la pena de muerte viene de atrás», plantea Megía, que relaciona este posicionamiento de los jóvenes con otra de las conclusiones del estudio: mayor deseo de seguridad y de un Estado fuerte que controle el orden público.
En este sentido, el 86% está de acuerdo en que «es importante vivir en entornos completamente seguros» y le conceden una relevancia de 8,26 puntos sobre 10, mientras el 70% defiende «tener gobiernos fuertes que garanticen el orden y la autoridad» y el 44% considera que «en casos excepcionales está justificado que se cree un gobierno de expertos aunque no haya sido votado por los ciudadanos».
Aunque el 70% ve importante la igualdad de trato para todos los ciudadanos, el 62% considera que hay que contribuir al bienestar común aunque suponga esfuerzos económicos para uno mismo y el 47% opina que la presencia de inmigrantes enriquece social y culturalmente un país, existe un 27% de los jóvenes para quienes «los inmigrantes hacen del país un lugar peor y más inseguro».
Tolerantes en lo privado
Este 'conservadurismo' se acompaña asimismo de una mayor reprobación de conductas que hace seis años tenían más respaldo, como romper mobiliario urbano (inadmisible para el 93,3%), conducir bajo la influencia del alcohol (92,2%). El 'pirateo' también pierde grado de admisibilidad (0,48 puntos menos) pero sigue siendo aceptable para más del 75% de los jóvenes.
Destaca que si bien el 85,8% no ve admisible contratar en peores condiciones a un extranjero por serlo, el grado de aceptación de esta conducta ha subido 0,10 puntos. También ha subido la admisibilidad de enfrentarse violentamente a agentes de la policía (0,24 puntos más) y participar en acciones violentas de protesta ciudadana es admisible para el 25,2 por ciento de los encuestados.
Sobre la moral privada, Megía explica que «tradicionalmente los jóvenes en España han sido más tolerantes», algo que «existe y sigue creciendo». El 81,3% ve admisible la «libertad total» para abortar y el 82,6% considera admisible la adopción de hijos por parte de los homosexuales. La eutanasia retrocede 0,14 puntos pero sigue bien vista para el 77,7%. El suicidio, por el contrario, es poco o nada admisible para el 66,5% y cada vez se ve peor (0,47 puntos menos).
Junto al análisis de los valores morales de los jóvenes, el estudio ofrece un panorama de sus objetivos y concluye que el tópico del joven pasota, hedonista, egoísta y que por nada se interesa, está cada vez más alejado de la realidad, pues retrocede la importancia que le dan a cuestiones como tener mucho tiempo libre. Personas en quien confiar, buenas relaciones familiares, ganar dinero y éxito profesional son los valores que más del 93% sitúan en primer lugar.
Desconfiados de lo público
Aunque interesarse por temas políticos (32,3%) o por cuestiones religiosas (23,9%) ocupan los dos últimos puestos de importancia en una lista de 18 prioridades, la consideración de ambos ha subido 0,56 y 0,5 puntos desde 2006, respectivamente. También aumenta 0,71 la importancia media de hacer cosas para mejorar el barrio y la comunidad y 0,4 la de preocuparse por lo que ocurre en otros lugares del mundo.
El estudio se interesa además en la percepción de los recortes que tienen los jóvenes. Para la mayoría, hay cuatro partidas presupuestarias que no es admisible recortar: la educación, la sanidad, la promoción y creación de empleo y la «ayuda a los pobres». Sin embargo, hay cuatro partidas que cuentan con menos respaldo: la ayuda a mujeres maltratadas, la atención a toxicómanos, la ayuda a dependientes y la cooperación al desarrollo.
En cuanto a las instituciones, las que cosechan mayor grado de desconfianza son los partidos políticos (72%), el sistema financiero/bancario (67,9%), las instituciones religiosas (58,2%) y el sistema parlamentario (56,8%). En una escala de 0 a 10, sólo pasan del aprobado en confianza el sistema educativo (6,22), las ONG (6,17), la información online (6,05), las fuerzas armadas (5,64), la policía (5,55), los medios de comunicación (5,54) y la Unión Europea (5,24).
El 14,4% de los jóvenes se ajusta al tópico
Con estas escalas de valores, los expertos definen hasta cinco tipos de jóvenes en España. El tipo 1 (22,1%) es el de los «conservadores integrados», «que quieren otro tipo de sociedad pero sin revoluciones» y el Tipo 2 (28,2%), el más joven, es el de personas «instaladas en el presente», que tienden al «autismo social», desconfían de lo público y no son incívicos, según ha explicado Elzo.
El Tipo 3 (21%) es el de «los líderes del futuro», «rebeldes, con causa y un tanto confusos» que saben que quieren otra sociedad, están dispuestos a trabajar por ella, pero no tienen claro el modelo, «no les gusta lo que hay y no ven muchas alternativas». Están escorados a la izquierda y no admiten la pena de muerte.
En el lado opuesto, el Tipo 4, «el que sostiene el tópico», los «incívicos despreocupados», egoístas y relativistas. Son el 14,4% de la población joven. La última categoría es nueva para los investigadores y equivale al 8% de los jóvenes. Son de clase social baja y baja formación, pero muy religiosos. Son los que confían más en las instituciones y los que más se posicionan en la derecha.