Los más de 3.800 militantes de VOX están llamados a elegir este sábado a la nueva dirección del partido en la Asamblea General, en la que el actual secretario general, Santiago Abascal, competirá por la Presidencia únicamente con Ludovico López Cadé, después de que una tercera candidatura se retirase tras denunciar las «luchas de poder» y el «autoritarismo» del Comité Ejecutivo provisional.
Además de decidir quién sucederá al presidente provisional, Alejo Vidal-Quadras –que no optará a la reelección–, en la Asamblea General se presentarán y aprobarán los Estatutos del partido conforme al proyecto votado en la Asamblea del pasado 26 de julio y se decidirá la composición del Comité de Garantías.
La propuesta encabezada por Abascal, exdiputado del PP vasco, es la opción que más avales reunió según fuentes cercanas a su candidatura, la cual incluye al vicepresidente provisional, Iván Espinosa de los Monteros, y al almirante José María Treviño, como candidatos a la Vicepresidencia del partido.
Los doce miembros de la denominada Re-Generación V consideran que en España «hace falta otra derecha», una que defienda «la supervivencia de la nación española», reivindique «la libertad natural de las personas y de las familias» y formule un nuevo modelo productivo basado en la libertad y el protagonismo del sector privado.
Lo que defiende Ludovico López Cadé, que ya aspiró a ser el cabeza de lista de la candidatura de VOX para las elecciones al Parlamento Europeo, es una España «cohesionada y solidaria» y un partido «conservador en lo social y liberal en lo económico» que esté «al servicio de la ciudadanía».
En el modelo territorial aboga por una centralización, mientras que socialmente es partidario de recuperar «los valores fundamentales de la familia» y hacer frente a la inmigración irregular. Asimismo, el manifiesto de su candidatura insiste en hacer de VOX una formación «sólida, sin fisuras y fuerte» y señala que en el partido «no existen bandos».
Esa alusión a la cohesión de VOX parece hacer referencia a la división que se ha observado dentro esta joven formación –se creó el pasado enero– en las últimas semanas. Inicialmente eran tres las candidaturas que aspiraban a formar el nuevo Comité Ejecutivo Nacional, pero el mismo día que se dieron a conocer se anunció la retirada de al menos dos de los miembros de una de ellas, incluido el cabeza de lista.
Manuel López Linares encabezaba una candidatura autodefinida como «ciudadana» por oposición a la dirección actual, que incluye a personas que se han dedicado a la política. Rechazaba las «luchas de poder» y el «autoritarismo» de algunos de esos dirigentes y se presentaba como «la cara visible de una creciente ola de afiliados que reclaman la recuperación del espíritu de regeneración que tenía el partido en sus inicios», incluida la democracia interna.
Tras denunciar las «trabas» que les puso el aparato del partido –y apuntando directamente a Abascal–, al que acusaron de «graves e insalvables incumplimientos procedimentales» en el proceso electoral, finalmente la candidatura no siguió adelante. Ante estas acusaciones, el actual secretario general y López Cadé respondieron negando esos incumplimientos y subrayando la «transparencia» del proceso.
Sin embargo, estas no han sido las únicas críticas contra la dirección de VOX. El pasado 9 de septiembre, un grupo de afiliados defensores de Vidal-Quadras denunciaron las «prácticas autoritarias» de Abascal y su entorno, hablando concretamente de «insultos, amenazas, coacciones, difamaciones por presuntas injurias y calumnias, discriminaciones en el seno del partido, suplantaciones de personalidad y usos ilegítimos de los medios del partido».
Las tensiones y la división ya estaban presentes antes de iniciarse el proceso electoral para elegir a la nueva dirección del partido, en el que muchos afiliados se sintieron frustrados por el hecho de que VOX no obtuviera ningún escaño en los comicios europeos del 25 de mayo.
Tras esas elecciones, Vidal-Quadras llegó a la conclusión de que la formación «no tenía la necesaria cohesión interna» y decidió que en el futuro no quería seguir al frente de la misma. A finales del pasado agosto llegó incluso a abogar por una alianza entre Ciudadanos y Unión, Progreso y Democracia y dijo que, si ese proyecto se materializase, él se sumaría.
Además, Ignacio Camuñas –que era vicepresidente del Comité Ejecutivo– y Cristina Seguí abandonaron la dirección de VOX este verano. Seguí anunció su decisión después de acusar al presidente en funciones, José Luis González Quirós, de lucrarse de manera irregular a costa del partido, una denuncia que ha motivado una investigación interna.
Camuñas, que también se dio de baja como afiliado, explicó que no quería participar en «luchas internas» por el poder que él atribuía a «meros enfrentamientos personales».
En este complicado contexto, José Antonio Ortega Lara, que apareció como una de las caras más conocidas en la presentación de VOX, ha escrito una carta a los militantes en la que les anima a votar en la Asamblea General, trabajando «conjuntamente» ya sea desde los puestos de responsabilidad o como afiliados de base.
El exfuncionario de prisiones que estuvo secuestrado por ETA ha recordado la pretensión inicial de VOX de «aportar algo nuevo, regenerador y con vocación de permanencia a la vida política española, tan convulsa y degradada», y ha destacado los retos que tendrá por delante la nueva dirección, concretamente la elaboración de la ponencia política y la preparación de las próximas elecciones municipales.