El Consejo General de Enfermería ha presentado este martes un informe sobre las actuaciones realizadas en la atención de pacientes con ébola en España, en el que han concluido que los protocolos, la formación y el entrenamiento de los profesionales han sido «insuficientes» y se han vulnerado varias leyes.
En rueda de prensa, el presidente de la entidad, Máximo González Jurado, ha denunciado las deficiencias que se han producido al formar a los profesionales que debían atender a estos pacientes ya que, a su juicio, «no se ha hecho lo posible por minimizar un posible riesgo de contagio».
Además, en el caso concreto de la auxiliar de Enfermería Teresa Romero, primer contagio producido en España y Europa que todavía se encuentra ingresada en el Hospital La Paz-Carlos III de Madrid, ha lamentado que «nunca va a poder saberse lo que ha ocurrido porque ha habido muchos factores de riesgo implicados».
«Desde el primer momento tuvimos claro que se iba a culpabilizar a Teresa del contagio. Jamás es el sistema el que se equivoca sino los profesionales, sabíamos que iba a haber un chivo expiatorio», ha denunciado.
Por ello, el presidente de la Organización Colegial de Enfermería ha avanzado que se van a personar ante la Fiscalía para aportar toda la información recopilada y buscar que se «esclarezca la verdad», ya que entienden que puede haber responsabilidades en el ámbito laboral, penal y civil-patrimonial.
Además, entienden que en este caso, tanto en la falta de formación como de materiales adecuados, son las comunidades las «responsables» de garantizar la formación y la seguridad de sus trabajadores y de «poner los medios» para que no se produzcan errores, dado que las competencias en sanidad están transferidas.
El informe de los enfermeros, de casi 150 páginas, ha sido elaborado por expertos en bioseguridad, salud laboral, enfermedades infecciosas, emergencias y derecho laboral y penal, entre otros, con el objetivo de analizar la formación y los protocolos puestos en marcha en España para hacer frente a la repatriación de los misioneros Miguel Pajares y Manuel García Viejo tras contagiarse por ébola en África.
Durante su elaboración han constatado que tanto en la atención de los misioneros como tras el posterior contagio de Romero se ha vulnerado la normativa vigente en materia de prevención de riesgos laborales, riesgos biológicos y bioseguridad, así como la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias, al tiempo que se ha constatado que tanto la formación como los recursos materiales empleados «han sido claramente insuficientes».
Personal sin formación
De este modo, han denunciado casos de personal sanitario que ha comenzado a trabajar en el Hospital Carlos III «sin haber recibido formación alguna» y sin haber realizado un simulacro que les permitiera saber en qué condiciones iban a trabajar.
De hecho, de los seis enfermeros designados para atender estos casos, tanto el de los dos misioneros como el de la propia Romero, «solo cuatro habían recibido formación de 30 minutos» y «tan solo dos habían practicado la puesta y retirada del traje» antes de entrar a atender a los pacientes.
Además, en una ocasión se procedió a la incorporación directa de un enfermero el primer día a la vuelta de sus vacaciones, en el turno de noche, sin ningún tipo de formación previa, ha denunciado González Jurado.
Por otro lado, en el informe se ha constatado que los trajes de protección individual, los llamados EPI, utilizados en la formación de los trabajadores «no ha sido el que se usó luego al atender a los pacientes».
De este modo, han detectado que los guantes externos tienen la misma longitud de manguito que los internos, cuando las recomendaciones indican que el guante externo tiene que superar la muñeca y cubrir la manga del EPI; mientras que las calzas utilizadas en la atención de los enfermos, tanto los confirmados como no confirmados, «no era impermeables cuando deberían serlo».
Y a la hora de quitarse dicha protección, han denunciado que las dimensiones de la esclusa impedían que quienes supervisaban que este procedimiento se hacía de forma segura solo podían ver de cintura para arriba».
Las gafas «se empeñaban continuamente»
Asimismo, han criticado que las mascarillas no eran las adecuadas y las gafas no contaban con sistema anti-vaho, lo que hacía que éstas «se empañaran continuamente, dificultando la visión de los profesionales con el riesgo que eso entraña«, ha denunciado González Jurado.
En lo que respecta a la manipulación de los residuos, el informe constata que los profesionales tampoco han recibido formación en cuanto a las medidas preventivas y denuncian que se produjo un contacto directo con los contenedores, ya que, «cuando llegaban a su capacidad, eran transportados por el propio personal enfermero a la esclusa».
Pese a todas estas irregularidades, González Jurado ha reconocido que hasta el pasado domingo 5 de octubre, un día antes de que se confirmara el contagio de Romero, no tuvieron constancia de que hubiera «carencias importantes» en la formación o en los procedimientos utilizados con los dos misioneros. «Entendíamos que se estaba haciendo todo bien», ha reconocido.
Asimismo, considera que la situación ha «mejorado» desde la constitución del Comité Especial para la Gestión del Ébola presidido por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, si bien cree que sigue siendo necesario «unificar criterios» en todas las comunidades, tanto en formación como en recursos materiales.
En este sentido, han denunciado también que se ha «ignorado» a estos profesionales a pesar de que son quienes han tenido «un mayor contacto» con los pacientes con ébola. En concreto, de las 108 entradas registradas a la habitación de aislamiento para realizar actuaciones al primer paciente ingresado en el Hospital Carlos III, 102 se corresponden con atención directa del equipo de Enfermería.