Cristina Cifuentes le ha ganado la batalla a Ignacio González y este viernes se ha convertido oficialmente en la candidata del PP para tratar de conservar el Gobierno de la Puerta del Sol. Su nombre había sonado con fuerza en las quinielas de los posibles aspirantes electorales del PP madrileño. Sin embargo, ella había negado por activa y por pasiva estar en la carrera política. Finalmente, el dedo divino de Rajoy le ha señalado a ella como sucesora del nada carismático Ignacio González, cualidad que a esta madrileña de 50 años le sobra y que le ha llevado a convertirse en una de las figuras más reconocidas de su partido en Madrid y en el resto de España. Con un currículum inmaculado y alejado de escándalos, Cifuentes se estrena en estas lides -a pesar de que hay quienes dudan dentro del partido de su tirón electoral- y da un salto cualitativo en su carrera política tras casi 35 años militando en la formación conservadora.
La recién nombrada candidata del PP a la Comunidad de Madrid tiene a sus espaldas una dilatada carrera política que ha estado vinculada por completo al PP regional. Ha sido durante más de veinte años diputada de la Asamblea de Madrid, seis legislaturas en las que ha desempeñado más de una decena de cargos, entre ellos, los de vicepresidenta primera. No obstante, fue su nombramiento como delegada del Gobierno en Madrid en enero de 2012 cuando su protagonismo aumentó.
Un verso suelto dentro del PP
Cifuentes se ha caracterizado por ser un verso suelto dentro del PP. Se desmarcó de la frustrada reforma del aborto de Ruiz-Gallardón, se posicionó a favor del matriominio homosexual y se reconoce agnóstica y republicana. Dialogante y cercana, Cifuentes ha logrado llevarse bien con sus rivales políticos, aunque ha llegado a tener enfrentamientos con Ana Botella e Ignacio González
La flamante candidata a la Comunidad de Madrid llegó a la sede de la Delegación en la calle Miguel Ángel en los coletazos del movimiento 15M. Durante los tres años y medio que ha estado al frente ha tenido que lidiar con 11.000 manifestaciones. Las más duras fueron las del 'Rodea el Congreso', la 'marcha negra' de los mineros o, más recientemente, las Marchas de la Dignidad del mes de marzo de 2014 y que acabó con un centenar de heridos y 24 detenidos. Debido a las múltiples protestas, ha recibido críticas y alguna denuncia, entre ellas la de los diputados de IU Ricardo Sixto y Alberto Garzón por las sanciones impuestas durante una protesta de la Coordinadora 25, o la demanda que le puso Ada Colau por sugerir vínculos entre la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y grupos proetarras.
Uno de los momentos más importantes de su mandato fue la coordinación del plan de seguridad, junto al Ministerio del Interior, de la proclamación real de Felipe VI. Sin embargo, fue objeto de un aluvión de críticas por prohibir varias manifestaciones y negar la entrada en un amplio perímetro del centro de Madrid a personas con algún símbolo republicano, instando a quitar incluso este tipo de banderas de los balcones al paso de la comitiva real.
Cifuentes también ha tenido encontronazos con el Ayuntamiento de Madrid por la actuación de Policía Nacional y Municipal en el 'caso Madrid Arena' y con la Comunidad sobre sus competencias en la aprobación del Plan de la Cañada Real o sobre su gestión en el caso del pederasta de Ciudad Lineal. Entre los datos positivos que le acompañan está la reducción del índice de criminalidad y del tráfico de drogas de la región y la eliminación de las identificaciones masivas de inmigrantes, entre otros puntos.
Su episodio más amargo
Cristina Cifuentes es una gran aficionada a las motos, una pasión que le reportó su episodio más amargo el 20 de agosto de 2013 cuando conducía con su scooter por el Paseo de la Castellana y fue golpeada fuertemente en el costado derecho por un vehículo. La delegada del Gobierno en Madrid fue hospitalizada en estado grave. Ella misma reconoció meses después a los medios que durante dicho traslado casi fallece y que hubo otro momento, ya en la UCI, que se debatió entre la vida y la muerte. Tras sufrir una rotura de siete costillas y un hemoneurotórax la política madrileña fue operada para cerrarle una arteria dañada, entre otras intervenciones menores.