Es difícil identificar una palabra más utilizada en la campaña electoral andaluza, al igual que ocurrirá en otras elecciones, que el término cambio. Se ha generalizado su uso y ahora cualquier circunstancia sirve para exhibirla e intentar captar atención ciudadana y voto potencial. Lo más incomprensible del uso de la palabra cambio es que la demandan tanto PSOE, con 32 años ininterrumpidos de gobierno en esa región, y Partido Popular actual partido del gobierno. Y resulta incomprensible porque apelar a la palabra cambio significa reconocer que no se han hecho bien las cosas, ni en las formas ni en la dirección que se toma.
Pero en política cualquier resquicio se amplifica para sacarle partido. Incluso a Mariano Rajoy le interrumpieron varias veces con gritos de: «Sí, sí, sí, el cambio ya está aquí». Para los socialistas el cambio es respecto de las políticas del gobierno, la mal llamada austeridad (según los propios datos de los presupuestos generales en 2015 se gasta más que en 2012). Políticas populares que han dejado a España con una deuda por encima del billón de euros, con la mayor subida de impuestos de la democracia y unos servicios públicos debilitados. Para los populares, el cambio significa una transición de la región que solo ha conocido gobiernos socialistas y que han dejado la región líder en tasa de paro, precariedad laboral o en la cola de los datos en educación.
El presidente del Gobierno acompañó a Moreno en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla ante cerca de 3.000 personas. El líder popular advirtió que a los andaluces les espera una «encrucijada» que tienen que elegir entre dos urnas: «la del inmovilismo, el paro, el derroche y el estancamiento, y la del cambio, el empleo, el crecimiento y el bienestar».
Por su parte, Susana Díaz asumió toda la iniciativa y se erigió como gran protagonista, con Pedro Sánchez en segundo plano. Al contrario que en el PP-A dónde fue Rajoy el gran protagonista en detrimento de Moreno. La socialista ha prometido a los andaluces que de su mano conseguirían el cambio que llevaban intentado desde hace tiempo, y que frente a la crisis, y con esfuerzo, se ha podido lograr. Lucha por tener una Andalucía “moderna, solidaria, que no deje a nadie en el camino y que proteja la sanidad y la educación pública”. Algo que el partido socialista no ha tenido tiempo de conseguir en 32 años.
Cuerpo a cuerpo
Ayer fue el último día de campaña en Andalucía y los dos grandes partidos presentaron todo su arsenal, listos para el último envite antes de que las urnas decidan. Escoltados por sus jefes de fila, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, tanto como Susana Díaz como Juanma Moreno dejaron atrás reivindicaciones coherentes o programas electorales y fueron a lo seguro. Que significa: “O me votáis a mi o ganan ellos”, cada uno con sus palabras, todo un clásico en las campañas electorales.
El líder popular advirtió que Susana Díaz tiene “la maleta en la puerta para no ir a ninguna parte, pendiente primero de las primarias socialistas y luego de las secundarias andaluzas”. El ataque a Díaz no se ha quedado ahí, ya que, Rajoy ha criticado a la socialista de que durante la campaña solo haya hablado de la presencia de Rajoy y sus ministros. «¿Qué broma es ésta?», se ha preguntado el presidente del Gobierno, que ha insistido que tanto él como los ministros vienen aquí porque son españoles y porque creen que en Andalucía se pueden hacer las cosas «mucho mejor», porque «nos invitan» y porque queremos que se cambien las cosas y que llegue a la alternancia a una comunidad donde siempre han gobernado «los mismos».
Por su parte, la líder socialista de Andalucía sacó su repertorio de ataques al presidente del Gobierno y apeló a la fuerza unida del pueblo andaluz. La socialista ha mencionado que a Andalucía “ya no la para nadie, ni Rajoy ni nadie” y ha puesto especial énfasis en la “fuerza” de la bandera verdiblanca, que es la “fuerza de la igualdad”. Una igualdad que quiere conseguir haciendo que todos los suyos recuperen la “confianza” perdida durante mucho tiempo, y una vez eso ocurra, ella misma estará preparada para volver a la misma casa, en el mismo barrio, con su familia y entregada para el cuidado de su hijo.
Muy apoyada desde el minuto uno que empezó a criticar al Gobierno central, Díaz se quejó de que únicamente estaban allí para hacer acto de presencia, pero que una vez acabase la campaña, y el PP-A no ganase, Rajoy volvería por el mismo camino por el que había aparecido, y de tal modo, desapareciendo como lo había hecho hasta el momento.
Para Susana Díaz, la ayuda que le han dedicado a los andaluces ha sido mínima. Ha tenido el apoyo del presidente de Huelva, quién decía que el Presidente “no sabe ni dónde está Huelva”.
Remata Díaz, apelando a los “cuentos” que ha presenciado Rajoy, haciendo como que sí, pero que en el fondo hace de todo menos gobernar allí. Y recalcaba que a partir del lunes, un día después de ganar las elecciones, exigirá al presidente que cumpla todo lo que les ha prometido y que hasta el momento solo han sido papeles mojados.
Miedo a terceros
Tanto Rajoy como Moreno, al igual que Díaz y Sánchez saben que la mayoría absoluta está muy lejos y que los pactos serán fundamentales. El presidente del Gobierno se refería a está circunstancia apelando a que el voto a formaciones “bisagra” como Podemos, IULV-CA o Ciudadanos no es más que dar aire al PSOE en el gobierno andaluz. Rajoy avisa de que no dudarán en ser la «muleta» del PSOE tras las elecciones y ha advertido de que el cambio (una vez más)está en las manos de los andaluces, que no hay que «dilapidar» ni un solo voto y que el único cambio que cuenta es el que viene de la mano del PP.
«Votar a otra cosa, sea lo que sea es eternizar a los socialistas en el poder, perder el tren de la historia y no apuntarse a la recuperación que está viviendo España», ha añadido. El dirigente 'popular', que se ha volcado durante la presente campaña electoral participando hasta en cinco actos, ha felicitado a Moreno por la «extraordinaria campaña» electoral que ha realizado y que, en su opinión, ha servido para que la gente sepa «cómo es, qué sabe, cuál es su talante y su capacidad y cómo se ganan los debates en televisión».