Mariano Rajoy se enfrenta a su segundo fracaso electoral desde que llegó al Gobierno. Primero fueron las elecciones europeas: y ahora ha llegado el turno de Andalucía. El desgaste de tres complicados años de legislatura parece pasarle factura al Partido Popular. Se trataba de su apuesta personal; y se ha volcado en las elecciones andaluzas como nadie, pero Juanma Moreno -con menos de un año en la presidencia del PP-A- no ha logrado los resultados deseados: no sólo ha perdido la primera posición que sí logró Javier Arenas en 2012, sino que ha perdido 17 escaños respecto a esos comicios- Traducido en votos: 500.000. Se queda en segunda posición con 33 diputados, el peor resultado que obtiene la formación conservadora en 25 años en Andalucía, mientras Podemos y Ciudadanos han irrumpido con fuerza.
Se han cumplido los peores presagios para los 'populares': se quedan con menos de 35 escaños, la barrera psicológica que en Génova se habían marcado como el peor de los escenarios imaginables. Y el primero en «lamentarlo» públicamente ha sido el líder de los 'populares' andaluces y gran perdedor de esta jornada. Juanma Moreno, con un semblante serio y manifiestamente desencajado, ha comparecido en rueda de prensa para insistir en el mensaje del «cambio» en torno al que ha pivotado su campaña electoral. «Estoy convencido de que el cambio llegará a la Comunidad más pronto que tarde», ha espetado el 'popular', que no ha desaprovechado la oportunidad de lanzar la pulla política del día. Hay que formar Gobierno y hay que hacerlo ya.
Los 'populares' son conscientes de que la victoria del PSOE no es gratuita y que ahora tendrá que tomar decisiones importantes en plena precampaña de las elecciones municipales y autonómicas; y el PP no quiere que el asunto se demore en exceso. «Espero que los plazos de construcción de este Gobierno sean los más breves posibles», ha pedido Moreno, cuyo papel será de observador en la barrera. «Andalucía necesita estabilidad y no puede perder ni un minuto», ha rematado el 'popular', quien ha asegurado que estos resultados han puesto de manifiesto que con el adelanto electoral «no se buscaba la estabilidad» sino «un interés electoral».
No ha sido una noche electoral fácil para Mariano Rajoy. El presidente del PP ha seguido el recuento de votos desde su despacho de la séptima planta de la sede nacional. Junto a él, han acudido hasta Génova 13, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, su 'número dos' en el Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dos de sus tres vicesecretarios, Javier Arenas y Carlos Floriano, y sus dos ministros andaluces, el de Hacienda, Cristóbal Montoro, y la de Empleo, Fátima Báñez. Sin embargo, ninguno de los principales cargos han querido comparecer este domingo en el PP. El 'papelón' ha recaído en el nuevo comodín del partido, el director de comunicación de la campaña de las autonómicas y municipales, Pablo Casado.
Él ha sido el encargado de dar la cara, más larga que de costumbre, y reconocer públicamente que estos no eran los resultados que su formación esperaban. Aunque su labor se ha centrado en destacar que estas elecciones no han supuesto el final del bipartidismo. «El PP y el PSOE siguen aglutinando el 70% de los votos», ha advertido Casado, cuyo diagnóstico respecto al adelanto electoral en Andalucía ha sido idéntico al de Moreno. Según el Partido Popular, el PSOE no la logrado su objetivo: «Dar mayor estabilidad a su gobierno. Más bien todo lo contrario», ha zanjado un Casado muy consciente de que de nuevo, la gran perdedora de la noche ha sido su formación.