El acoso escolar es una preocupación constante en la sociedad actual, pero no existe consenso en cuanto a la manera en que podemos afrontarlo. Mientras una cadena de televisión tenía previsto emitir imágenes reales de acoso, captadas con cámara oculta en colegios, en una Universidad se han organizado unas jornadas para estudiantes de ESO, con el fin de concienciarles. Ambas iniciativas han declarado que su objetivo es prevenir y poner freno al acoso en las aulas. Pero la cadena televisiva ha tenido que suspender el programa por la polémica que ha originado la manera en que tenía pensado abordar el problema. Y esta disparidad de criterios permite, entre tanto, que el acoso escolar siga aumentando.
La experta en Psicología Positiva Diana Díaz, asesora del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP) en el Área de Infancia y Adolescencia, escribe en este artículo algunos consejos “positivos” para afrontar la situación desde el entorno familiar.
M.J. llegó a la sesión con una expresión muy seria. Parecía enfadada y miraba tímidamente. Se sentía tan mal… Todos los días, vivía el rechazo y desprecio de sus compañeros, hasta que un día, uno de ellos la zarandeó tan fuerte que la tiró al suelo llegando a perder el conocimiento. Tenía sólo 11 años. Aquel día sus padres descubrieron el sufrimiento al que su hija estaba sometida en los últimos meses y entendieron que necesitaba ayuda urgente para salir de su silencio. Fue ahí cuando M.J. comenzó a escribir un nuevo capítulo de su vida.
Algunas claves
¿Qué hay detrás del acoso escolar? ¿Cuáles son las claves para detectarlo y afrontarlo? Este tipo de violencia es un fenómeno mucho más frecuente del que cabría esperar en nuestra sociedad.
El acoso escolar no es un juego de niños/as, ni un tema que se puede resolver “mirando para otro lado”. Requiere decisión y valentía, plantarle cara y afrontarlo. De hecho, vale la pena asumir ese afrontamiento ya que las consecuencias que pueden acompañar al niño/a rechazado generan sentimientos de indefensión y pérdida de autoestima que, si son reconocidos y trabajados a tiempo, podrán prevenir secuelas emocionales y de comportamiento en el futuro.
Algunos padres acuden a consulta porque su hijo/a sufre acoso escolar y se lamentan de no haberlo detectado primero. Uno de los riesgos del acoso es que el agresor anula la posibilidad de escape de su víctima, que por miedo a las amenazas recibidas, no se atreve a pedir ayuda. De ahí la importante labor de los adultos de su entorno de estar atentos para poder percibir las primeras señales.
¿Cómo sé si mi hijo/a puede estar sufriendo acoso escolar?
Aunque al principio el bullying pueda pasar inadvertido, la conducta de un niño/a “no aceptado” o rechazado en el colegio es bastante visible para unos padres atentos. El cambio en su comportamiento y estado de ánimo es evidente: pueden estar más tristes o nerviosos. También podemos ser testigos de su aislamiento, que eviten ir a clase y puedan presentar síntomas físicos (marcas, rasguños…) y/o somáticos (vómitos, insomnio,…). El rendimiento escolar también puede verse afectado significativamente.
El bullying, un fenómeno tan antiguo como las mismas escuelas….
Si pensamos en nuestra experiencia escolar cuando éramos niños/as podemos reflexionar sobre qué papel asumimos entonces: ¿fuimos rechazados? o por el contrario ¿fuimos agresores o espectadores? Si no lo protagonizamos directamente, ¿cómo hemos actuado ante esta situación hacia un compañero?
Se han realizado numerosos avances, en la toma de conciencia y prevención y sabemos que el trabajo realizado en las aulas en relación al respeto a los derechos humanos y el desarrollo de la empatía (aprender a ponerse en el lugar del otro), ha supuesto un paso adelante para vencer la discriminación, y el rechazo de aquellos a los que se “percibe diferentes” (aunque el perfil del niño/a acosado puede ser muy variado).
Sin embargo, conviene tener presente que hay múltiples causas que llevan al acoso escolar y es necesario identificar los diferentes contextos en los que viven diariamente los menores implicados (escuela, familia, etc). Desde ahí valoraremos los factores que protegen al menor del riego de sufrir acoso o de ser acosador.
El riesgo de minimizar la violencia
En palabras de María José Díaz- Aguado, cuando nos referimos a acoso escolar: ”es preciso tener en cuenta el papel que el conjunto de la sociedad, incluidas las familias, puede tener para reproducir o modificar las creencias que conducen al acoso (al justificarlo o minimizarlo)”.
Los niños/as y adolescentes pueden llegar a pensar que son culpables de las cosas que les ocurren e incluso pueden creerse merecedores de la violencia, pudiendo normalizarla, justificarla y como consecuencia tolerarla.
¿En qué consiste la violencia escolar (Bullying)?
Implica una situación de desigualdad entre el agresor y la víctima (dominio-sumisión) y podemos describirlo como conductas violentas que se producen de manera deliberada, repetida y sostenida en el tiempo entre alumnos del mismo centro escolar. No solo hablamos de violencia física, sino también de agresiones de tipo social o verbal como insultos, amenazas, chantajes, difusión de rumores, asilamiento intencionado, incluso robos o rotura de material escolar…
¿Por qué se mantiene?
El acoso se mantiene no sólo por la indefensión y parálisis de la víctima, sino también por la pasividad de los espectadores que, si llegaran a intervenir y posicionarse en contra de la violencia en los primeros episodios, frenarían la posibilidad de repetición del acoso. (Díaz-Aguado M.J., 2006).
La amenaza del Ciberbyllying
El acoso escolar ya no sólo tiene lugar de manera presencial en las aulas o alrededores del centro escolar. El acoso a través de las nuevas tecnologías o ciberbullying es un nuevo escenario para insultar, amenazar, burlar, difundir rumores, hostigar, publicar cualquier contenido o imagen ofensiva en relación a la víctima, suplantar su identidad, etc. Estas conductas suponen una vulneración del derecho al honor y la intimidad del menor, lo que incrementa su sentimiento de indefensión.
Para que podamos hablar de ciberacoso nos tenemos que referir a un acto o comportamiento deliberado, repetitivo, sostenido en el tiempo y con la finalidad siempre de hacer daño a otra persona. Los medios utilizados a través de las nuevas tecnologías son muy diversos, pero especialmente se realiza por mensajería instantánea, redes sociales, sms, chats…
¿Qué factores ayudan a prevenir desde la familia el acoso escolar?
- Tener una relación emocional cercana que proporcione seguridad y apoyo durante la infancia para que el niño/a pueda afrontar sus experiencias con confianza. Es natural que un hijo se equivoque, lo importante es transmitirle que seguiremos creyendo en su capacidad.
- Que existan normas y disciplina en casa siguiendo un estilo democrático, no autoritario, ni demasiado permisivo. Enseñar a respetar límites es un aprendizaje sano y necesario para los niños/as y adolescentes.
- Enseñar a resolver los conflictos de manera NO violenta. Un padre tiene que renunciar a usar la violencia para enseñar a su hijo/a a no tolerarla.
- Favorecer el desarrollo de actitudes como el respeto a los demás, la empatía y la igualdad, porque estos valores disminuyen riesgos de tener hijos/as que desarrollen comportamientos violentos.
Como padres, ¿cómo podemos actuar para ayudar a nuestro hijo/a a afrontar el acoso?
- Quiera a su hijo/a de manera incondicional. Con sus defectos y virtudes. Nadie tiene hijos/as perfectos, usted tampoco, lo importante es que tengan experiencias felices , sean capaces de gestionar sus emociones y afrontar sus retos con la mayor seguridad.
- Valide sus emociones y fomente la comunicación y confianza en usted. En este ambiente, es más fácil que su hijo/a le cuente cualquier problema que pueda tener. Es interesante abordar esta labor desde un punto de vista positivo, evitando transmitir actitudes dramáticas.
- Indíquele con mucho cariño que va a hacer todo lo posible para que esta situación se pueda resolver, adoptando las medidas necesarias. Los centros escolares tienen los recursos y mecanismos para poder garantizar la seguridad de los niños/as y la responsabilidad de hacerlo, por eso, tienen que estar debidamente informados de los hechos. Es importante incluir a su hijo/a en esa toma de decisiones, y poner a su alcance los medios que le hagan sentirse más fuerte.
- Empodere a su hijo en sus habilidades pero no desde la repetición de la violencia (“si te pegan, tú también pega”), porque al final y sin quererlo, estamos aumentando los problemas de nuestro hijo/a en el centro escolar y le transmitimos la creencia de que los problemas se resuelven con violencia.
- Es interesante valorar la posibilidad de asistencia psicológica puesto que la situación puede haber generado un daño psicológico que tiene que poder elaborar adecuadamente.
Desde el marco de la PSICOLOGÍA POSITIVA, los expertos en terapia infantil ayudamos a los niños/as y adolescentes a vencer el acoso trabajando en el desarrollo de sus fortalezas personales, rescatando sus recursos, haciéndoles protagonistas de su historia y el afrontamiento de su situación. Siempre incluiremos el apoyo de los familiares.
Potenciamos entre otras, la fortaleza de la valentía que es una de las 24 fortalezas descritas por Martin Seligman y Chris Peterson (2004) y que todas las personas poseemos (en mayor o menor medida) aunque no hayamos ejercitado su desarrollo hasta el momento. Según el cuestionario VIA, una persona valiente lo es, porque no se deja intimidar ante la amenaza, el cambio, la dificultad o el dolor.
Es muy importante tomar en cuenta el papel del valor en el desarrollo de la identidad del adolescente, ya que tiene que enfrentarse a muchas situaciones adversas en su día a día (Way, 1998).
Desde ese entrenamiento, se le capacita para dar los pasos necesarios, abandonar el rol de víctima y como consecuencia dejar al descubierto al agresor.
- Apóyese en los profesionales del centro escolar, pues deben ser aliados en esta labor. No dude en informar a la dirección del centro y activar los recursos educativos que puedan servir de apoyo, si el acoso se sigue manteniendo.
- Si en alguna situación su hijo/a es agredido hasta el punto de presentar secuelas físicas, lo primero es que reciba atención médica y obtener un parte de lesiones que pueda servir para las posteriores acciones que se lleven a cabo, a fin de que se tomen medidas contra el agresor.
- Su hijo/a tiene que saber que no es culpable de esta situación y que nadie tiene el derecho de insultarle y faltarle al respeto. Hay que capacitarle en sus habilidades para pedir ayuda, pues desde el silencio la situación no mejora.
- Enséñele el valor de la diferencia. Todos somos únicos, especiales. No tenemos que parecernos a nadie. En la diferencia nos complementamos, enriquecemos y añadimos valor a los demás.
En una familia se nace y se re-nace, pues la familia sana se apoya en los momentos más difíciles y el cariño y la comprensión que podemos encontrar son el antídoto para poder hacer frente a las situaciones más difíciles.