La nueva 'tanqueta lanza agua' adquirida por la Policía Nacional ya se encuentra operativa para ser usada por los agentes antidisturbios en caso de fuese necesario para evitar revueltas en una manifestación. Los expertos en Seguridad Ciudadana advierten de que es capaz de causar lesiones graves, mucho más que las pelotas de goma. Aunque se barajó un presupuesto cercano al medio millón de euros, finalmente costó casi la mitad. Tiene capacidad para 'disparar' 7.000 litros de agua, va equipado con una pala capaz de derribar barricadas y su chasis es completamente liso para evitar que nadie se agarre. Además cuenta con un sistema antipinchazos que permite a sus ruedas seguir rodando sin aire.
El cañón está situado en la parte superior y se controla eléctricamente desde el interior mediante un panel de control y un sistema de joystick que regula la presión del agua, el modo de disparo (corto, largo o continuo) y la dirección del chorro. El cañón tiene una movilidad de giro horizontal de 180 grados y movimiento vertical de entre 45 y 90 grados. El pliego de condiciones sobre las características del vehículo se pedía que tuviese una presión de entre 10 y 16 bares y un caudal de entre 1.000 y 4.000 litros.
El tanque de agua está construido en acero inoxidable y dispone de un depósito de entre 30 y 60 litros para añadir colorante al agua que va a impactar sobre los manifestantes. En el interior de la cabina hay una pantalla de televisión para supervisar la dirección del chorro y la tanqueta también va equipada con un circuito cerrado de grabación que cubre todo su perímetro. También tiene en su parte frontal una pala para retirar obstáculos o barricadas, protección antincendios, un sistema lanza destellos, megafonía y un kit de radioteléfono móvil.
Protección antivandálica
Las ruedas cuentan con un sistema antipinchazos que permiten el rodaje con el neumático sin aire. La cabina tiene capacidad para cuatro agentes de policía y los cristales de las lunas van oscurecidos en su totalidad y con una protección «antivandálica» que consiste en una rejilla desmontable. Además la parte superior y los laterales son lisos para que nadie pueda escalar ni acceder al vehículo en una revuelta. En la tanqueta hay además dos armeros ubicados en el habitáculo delantero adecuados para la escopeta policial.
Inicialmente la base de licitación era de 408.000 euros, que sumando el IVA ascendía a 493.680 euros, pero finalmente el vehículo ha sido adquirido por la Policía por 288.000 euros a la Unión Temporal de Empresas (UTE) constituida por Quatripole Ingeniería, S.L. con sede en Fuenlabrada (Madrid) y Beit Alpha Technologies, de Israel.
Pese a todos estos equipamientos y el dinero invertido, los expertos policiales consultados vaticinan que apenas se usará este vehículo al ser muy poco funcional y especialmente lesivo contra los manifestantes. El propio Ministerio del Interior en una respuesta parlamentaria escrita admitió que la última vez que se usó fue en 1987 en Madrid y en Valencia en 1991, es decir, hace 20 años.
«Desde el punto de vista de orden público está superado desde hace tiempo. No tiene por qué ser mejor un chorro que una pelota. Depende de la presión, la distancia o el lugar del impacto», sostienen los expertos en seguridad ciudadana consultados. Recuerdan que para que sea efectivo, el chorro «tiene que salir a tal potencia que se corre un riesgo elevado de que al impactar contra un alborotador resulte lesionado».
Comprado con un desguace
«Suelen tener problemas y se quedan aislados y atascados en calles estrechas, permiten pocas ráfagas y necesitan un apoyo exterior para recargarlo, inutilizar el vehículo es bastante sencillo», advierten los expertos policiales consultados. De hecho, la Policía ya se había desprendido hace unos años de una tanqueta similar que pasó su 'segunda actividad' en un campo de 'Paintball' en Aranjuez (Madrid).
Fue en las instalaciones con las que cuenta la empresa de entretenimiento Noname Sports en el municipio del sur de la Comunidad. Su responsable, Miguel Ferrero, relató que rescataron una tanqueta de la Policía que se encontraba en un desguace situado en la carretera de Andalucía, a unos 140 kilómetros de Madrid.
Así pasó de ser un elemento preparado para repeler disturbios en la vía pública a rodearse de grupos celebrando despedidas de soltero, cumpleaños o eventos de empresa. El precio que pagó Noname Sport por la plataforma policial fue de 7.000 euros en el año 2007 y estuvo en su campo de 'Paintball' hasta que se desprendieron de ella tras recibir «una buena oferta». Según relató Ferrero, se la vendieron a un particular que «ahora la tiene en su finca en la Comunidad de Madrid como retén para prevenir incendios». La operación con este particular se saldó en unos 4.500 euros.
El pasado martes el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, acudieron a la que será la futura de la sede de los antidisturbios de la Policía Nacional en el complejo de Valdelatas, en la carretera de Colmenar (Madrid). Aunque aún no hay fecha prevista para el traslado –desde su histórica sede de Moratalaz– en el aparcamiento de la entrada ya estaba aparcada la tanqueta nueva.