No lo hizo en 2012, cuando se suponía que quería alejarse de la primera línea política. Y aún está por ver si lo hará ahora, tras las elecciones del 24 de mayo. La presidencia del PP de Madrid es un bien muy preciado del que Esperanza Aguirre aún no está dispuesta a deshacerse. Este cargo es el que actualmente le permite mantener el poder que ostenta en la formación, mantener viva la llama del aguirrismo, elaborar listas a su antojo, elegir candidatos y ser la única voz reinante en la segunda planta del número 13 de Génova. «Primero tengo que ganar; después tengo que Gobernar y por último hay que convocar un Congreso Regional. Ya hablaremos cuando llegue el momento», ha zanjado la candidata del PP al Ayuntamiento de Madrid en el desayuno informativo que ha protagonizado en la capital tras ser preguntada sobre su famoso compromiso de dejar la presidencia del partido regional si logra ser alcaldesa de Madrid. Tampoco ha querido opinar sobre si la candidata 'popular' a la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, sería una buena sustituta.
Se convirtió en el principal elemento de controversia un día después de que fuera designada candidata. Y todo parece apuntar a que así seguirá siendo durante los próximos meses. Mariano Rajoy tardó en decidirse: 79 días le dio de margen, frente a los 319 días que le dio Aznar cuando la eligió candidata a la Comunidad de Madrid. En esta ocasión todo eran duras. Por un lado, las encuestas internas elaboradas por su sociólogo de referencia, Pedro Arriola, alertaban de que Aguirre era la única candidata capaz de lograr el poder en la capital del Reino. Intentaron por todos los medios que cuajaran otras opciones, como la de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la consejera madrileña de Educación, Lucía Figar o incluso el presidente del Senado, Pío García Escudero, pero fue imposible. Aguirre siempre resultaba la más votada. Y por otro lado, su equipo más cercano le advertía de que contar con ella volvería a reforzar al sector aguirrista ya prácticamente desaparecido.
La primera semana de marzo -los candidatos finalmente fueron anunciados el viernes 6 a las 8 de la tarde- fue especialmente convulsa en este sentido. Tanto que acabó explotando un día después del anuncio oficial. Había que explicar a unos y a otros esta controvertida decisión de volver a rescatar a Aguirre. Así que pocas horas después de este anuncio bomba, el diario El Mundo abría la caja de Pandora con una filtración que no dejaba indiferente a nadie: Rajoy quería recuperar el control del PP de Madrid, así que había puesto como condición a Aguirre para liderar la candidatura al Ayuntamiento de Madrid que debía dejar la presidencia regional del partido. Además, y para tranquilidad de los suyos, también decidió apartar a Ignacio González de la Comunidad de Madrid. Con ello evitó «tándems indeseados» -en palabras de un 'popular'- y colocó a alguien alejado del aguirrismo: Cristina Cifuentes. Se habló incluso de sustituir a Aguirre por una gestora controlada por la cúpula de Génova en el PP de Madrid.
Aunque esa idea no tardó ni unos minutos en saltar por los aires. Rápidamente Aguirre descolgó el teléfono y puso el grito en el cielo en directo en la Cope. «¡Pero esto qué es!». Fue lo primero que acertó a decir. «Que pongan una gestora mañana si quieren, y en ese momento que busquen a otro candidato, porque yo no me voy a presentar como candidata para que el programa electoral lo hagan otras personas con las que yo no coincidido, y la lista electoral otro tanto. No, no soy un monigote», advirtió Aguirre. Ella misma se encargó de explicar que efectivamente María Dolores de Cospedal se ocupó de comunicarle la decisión del Comité Electoral y pedirle que dejara la presidencia del partido, pero que ella se opuso desde el principio. En su día aseguró que los Estatutos le dieron la razón -había que celebrar un Congreso Regional antes de tomar esta decisión-, y que ella pensaba que no había nada más que hablar. Aunque la portada del día 8 de El Mundo le encendió las alarmas.
Aguirre no se dejó amedrentar y volvió a ganar. Pocas horas después de este tenso cruce de declaraciones, el Partido Popular hacía público un comunicado en el que aseguraba que la presidenta de los populares madrileños acordó con la dirección nacional del partido que, si era elegida alcaldesa de la capital, «querría dedicarse en exclusiva al Ayuntamiento y dejaría la presidencia del PP de Madrid». Un extremo que finalmente fue aceptado por Aguirre. Aunque con la boca pequeña. Tanto es así, que este lunes ni siquiera ha vuelto a hablar de ninguna condición. «Ya hablaremos en su momento», ha sentenciado la 'popular, dejando otra vez claro que ella sólo se irá tras la celebración de un Congreso Regional.
Pasa palabra. Aguirre aún no quiere oír hablar de su final de reinado. Y menos aún cuando todavía no se conocen los resultados; y las encuestas conocidas fluctúan tanto. El primer día de campaña, con la encuesta del CIS recién horneada, parecía que el PP conservaría el poder en la capital española si pactaba con Ciudadanos; o bien lograba evitar un «pacto de perdedores» que pudiera derrocarla y formar un Gobierno en minoría (le diferenciaban 10 concejales respecto al segundo). Sin embargo, hoy todo parece haberse complicado. De cumplirse el pronóstico de Metroscopia para El País, PP y Ahora Madrid lograrían un empate técnico. Un escenario en absoluto favorable para Aguirre, que su equipo no descarta, y por el que la dirigente 'popular' confiesa estar «muy preocupada».