Sigue veraneando en la palacio mallorquín de Marivent y disfrutando de la vela. Pero Felipe VI no es Juan Carlos I. Él es más consciente de los nuevos tiempos que le han tocado vivir. Y de las nuevas exigencias de la opinión pública. Tenía dos opciones: regenerar la institución o dejarla morir. Así que tras un año en el trono, no le ha quedado más remedio que remodelar ciertos aspectos de la Jefatura del Estado que su padre siempre ignoró. Ha aportado más luz en las cuentas de Zarzuela, se ha bajado un 20% el sueldo, ha prometido auditorías externas anuales, ha prohibido a la Familia Real trabajar en la empresa privada, ha regulado los regalos y se ha sumado a la moda de las tecnologías y redes sociales. Hoy Casa Real ya tiene más de 232.000 seguidores en Twitter, y se ha convertido en su principal canal de comunicación con la ciudadanía. Pero rebobinemos.
Medianoche del 19 de junio de 2015. El Boletín Oficial del Estado publica la ley que hace efectiva la abdicación del Rey de Don Juan Carlos y activa la sucesión al trono. Un acontecimiento histórico y único en nuestro país. “Los reyes en España mueren en la cama”. Este era el lema borbónico. Pero el convulso momento económico y político por el que atravesaba España, unido a un acusado deterioro de la salud y la imagen de Don Juan Carlos I, aceleró los planes de la Casa Real.
El Príncipe Felipe tenía 46 años y llevaba toda la vida preparándose para este momento. “De los Príncipes de Asturias que ha habido en la historia de España, él es el mejor preparado, aunque esté mal decirlo y presumir, pero presumo de hijo”. Esto es lo que dijo Don Juan Carlos en la última entrevista en TVE que concedió siendo Jefe de Estado. Un año y medio después de estas palabras, cedía el trono. Su salud no era buena y el desgaste de la institución ya era insoportable.
“Una monarquía renovada para un tiempo nuevo. Una Corona íntegra, honesta y transparente”. Éstas fueron algunas de las promesas que hizo Felipe VI durante su primer discurso como Jefe de Estado en el Congreso de los Diputados. Sabía que durante los próximos meses le mirarían con lupa, y que el mero relevo igual no era suficiente para que la Corona recobrara el vuelo. Hoy, un año después de aquel acontecimiento histórico, las encuestas parecen confirmar un cambio de tendencia. Leve, pero significativo: el CIS de mayo, aunque Felipe VI volvió a suspender, sí demostró un repunte frente a su padre; y la última encuesta realizada por Sigma2 el pasado lunes para El Mundo le daba más de un aprobado.
La infanta Cristina
Su ascenso al trono ha ido acompañado de gestos que durante este año han permitido sofocar el incendio que se había desatado en torno a la institución durante los últimos años de reinado de Don Juan Carlos. La Corona no ha sufrido una transformación reveladora, pero sí ha dado pasos que probablemente le están siendo reconocidos en las encuestas. Don Juan Carlos intentó apaciguar el temporal dando su brazo a torcer y permitiendo que la Casa Real entrara en la Ley de Transparencia. Aunque es su hijo quien está recogiendo los frutos de esa decisión, que acompañada de otras cuantas decisiones en materia de ética y transparencia le están permitiendo sacar la cabeza.
Sin duda alguna la desvinculación de su hermana Cristina ha sido una de ellas. La gran cruz de este reinado, de la que su padre nunca fue capaz de desprenderse. Una de las primeras decisiones que Felipe VI tomó a su llegada a la jefatura del Estado fue apartar a la infanta imputada en el ‘caso Nóos’ y a su marido Iñaki Urdangarin de cualquier actividad que tuviera que ver con la institución. Borró su perfil de la página web de la Casa Real y delimitó la composición de la Familia Real a él y su esposa, los reyes padres y la infanta Sofía y la Princesa Leonor. Una decisión que llevaba implícito que dejaría de percibir una retribución económica pública puesto que ya no tendría una agenda institucional real.
Aunque el gran golpe aún estaba por llegar. El Rey no ha querido pasar su primer aniversario en el trono preocupado por si la duquesa de Palma se sienta en el banquillo de los acusados, y mucho menos aún ha querido esperar a comprobar si finalmente le sobreseen de toda responsabilidad penal en virtud de la llamada 'Doctrina Botín', que impide sostener la condena en una acusación popular sin apoyo del fiscal. Así que el pasado lunes dio una de las mayores sorpresas de su reinado y revocó a su hermana Cristina el título de duquesa de Palma de Mallorca.
Algunas claves más
Y no ha sido lo único. Desde que Felipe VI lidera la Jefatura del Estado, los gestos en este sentido no han dejado de sucederse. Contención en los sueldos, portal de transparencia, auditorías externas, control de los regalos recibidos y restricción de las actividades privadas de los miembros de la Familia Real son conceptos que la Corona liderada por Juan Carlos I nunca contempló.
Aunque Felipe VI sí. Desde que él reina se ha aportado cierta luz sobre los gastos de la Corona, cuyo presupuesto anual asciende a 7,78 millones de euros. Los españoles aún no podemos saber cuánto dinero gastan los reyes en peluquería, como sí saben los británicos de su reina, pero por lo menos la Casa Real ya incluye dentro de su web un epígrafe denominado transparencia y te da la opción de descargarte una tabla de gastos, que aunque incompleto (muestran 31 contratos que detallan sólo el gasto de 2 millones de euros), supone un avance respecto a su padre. Hoy, gracias a esta herramienta, no sólo conocemos por primera vez el patrimonio de los altos cargos de Zarzuela, sino que también sabemos que el catering de la proclamación costó casi 66.000 euros.
Además, y consciente del aumento de las exigencias de la opinión pública, ha aprobado la realización de una auditoría en 2015 a cargo de la Intervención General del Estado (IGAE). De esta forma habrá una rendición de cuentas y un control por parte de un organismo independiente. Ha restringido las actividades a realizar por los miembros de la Familia Real. Sus padres y sus hijas tienen vetado cualquier empleo en el sector privado y deberán dedicarse en exclusiva a las tareas que requiera la institución. También ha puesto orden en los regalos recibidos por la Casa Real, así como también en los salarios percibidos.
Así pues, Felipe VI, de acuerdo con el artículo 65.1 de la Carta Magna que le permite distribuir «libremente» la cantidad de los Presupuestos del Estado asignada para el «sostenimiento de su Familia y Casa», se ha convertido en el primer rey que decide fijar su asignación y la de su familia. Hasta el momento, el sueldo que percibía el jefe de Estado se fijaba adaptando los valores contemplados en los Presupuestos Generales del Estado de 1979, en consultas vinculantes con la Dirección de Tributos y según lo que reglase la ley de Presupuestos Generales para los altos cargos del sector público.
De este modo, el hijo de Don Juan Carlos comenzó cobrando menos que su padre y continúa igual. Durante los primeros meses de su reinado decidió quedarse con el sueldo que cobraba como Príncipe de Asturias, y en 2015, ha decidido disminuir un 20% la dotación que cobraba el anterior monarca. Tal y como reflejan los datos publicados en su web oficial, Felipe VI percibirá 234.204 euros brutos en 2015, frente a los 292.752 que cobró Don Juan Carlos I en 2014.
Prometió adaptarse a los nuevos tiempos, aunque si estos gestos son suficientes o no; eso deberá juzgarlo la ciudadanía.