lunes, noviembre 25, 2024
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Rajoy coge el timón del PP

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El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, reacciona ante los nefastos resultados obtenidos el 24M y toma el control del partido para afrontar el último sprint que le queda hasta las próximas elecciones generales, que no parece tener intención de adelantar, tal y como se rumoreaba en los mentideros políticos. De hecho, ha anunciado que su intención es presentar los Presupuestos Generales del Estado para 2016 antes del 30 de septiembre. A partir de ahora, volverá a presidir los comités de Dirección que se celebran los lunes en Génova y recurre para poner orden en el partido a su ya jefe de Gabinete en el Gobierno, Jorge Moragas, a quien le ha encomendado la dirección de su próxima campaña electoral prevista para noviembre. Él será el nexo de unión entre el Gobierno y el partido que tanto tiempo llevaba reclamándole el PP.

Si alguien pensaba que la última guerra interna vivida entre el PP de Andalucía y el de Castilla-La Mancha iba a tener alguna consecuencia para alguno de sus protagonistas se equivocaba completamente. Probablemente, para evitar que este jueves se hablara de vencedores y vencidos, Rajoy ha optado por cambios menos polémicos. Ha apartado de la cúpula a Esteban González Pons y a Carlos Floriano, pero ha decidido mantener a Javier Arenas, que continúa como vicesecretario territorial, y a María Dolores de Cospedal. La expresidenta de Castilla-La Mancha, que algunos ya la veían sentada en el Consejo de Ministros sustituyendo al ministro de Educación, José Ignacio Wert, continuará al frente de la Secretaría General, aunque es evidente que su poder y su exposición mediática se verá mermada con la presencia de Moragas en el PP y del fichaje de Pablo Casado al que el partido ha creado una Vicesecretaría a su medida, la de Comunicación, para que continúe haciendo la misma labor que hizo durante la campaña y que tan alabada ha sido por el núcleo duro de Rajoy.

Cospedal lleva más de cinco meses sin comparecer en la sede nacional, y el que había asumido esa función había sido Carlos Floriano, a quien Rajoy definitivamente ha decidido apartar. Él y González Pons son los sacrificios más importantes que ha hecho este jueves el presidente. Floriano ha sido el encargado de dirigir las dos campañas electorales probablemente más nefastas de la historia del partido: la última europea y las últimas municipales y autonómicas. El ya exvicesecretario de Organización del PP «asumirá nuevas responsabilidades en el Congreso de los Diputados», ha dicho Rajoy, sin concretar mucho más. Y González Pons, cada vez más alejado del día a día de la formación, se dedicará de lleno a la portavocía del PP en el Parlamento Europeo, que adquirió cuando Miguel Arias Cañete fue designado Comisario Europeo.

Ambos serán sustituidos por dos caras desconocidas para los ciudadanos. Al frente de la Vicesecretaría de Organzación se quedará Fernando Martínez Maíllo, presidente de la Diputación de Zamora, y que actualmente está siendo investigado por la Justicia por su gestión al frente de Caja España. Y de la de Estudios y Programas se encargará Andrea Levy, procedente del PP catalán. Además, Rajoy ha optado por ampliar la cúpula y ha nombrado un nuevo vicesecretario al que ha bautizado como «sectorial» y que será Javier Maroto, el exalcalde de Vitoria, que pese a haber ganado las últimas elecciones al final le han quitado el poder Bildu y PNV.

De esta manera, Jorge Moragas y Pablo Casado serán los encargados de pilotar verdaderamente la campaña electoral que el presidente quiere empezar a diseñar los próximos 11 y 12 de julio, en una Conferencia Política, a la que ha emplazado este jueves a su Comité Ejecutivo Nacional, y de donde ha dicho que saldrá su próximo programa electoral. Como pinceladas, ha avanzado que se volverá a centrar en «empleo», donde ha vuelto a insistir en que podrá alcanzar los 20 millones de empleos si vuelve a ganar las generales, aunque en esta ocasión, y tirando de una autocrítica más severa que las hechas hasta la fecha, ha admitido que no es suficiente. Por eso también ha advertido que quiere centrarse en «desigualdad» y «calidad democrática», e incluso en una posible «reforma electoral».

No es habitual ver a Rajoy entonando el 'mea culpa', pero el discurso pronunciado este jueves ante su partido es lo más parecido a una autocrítica que hemos visto en estos últimos cuatro años. El pasado 25 de mayo compareció ante la prensa tras el Comité Ejecutivo Nacional en que el evaluó la debacle del 24M y dijo que estaba tranquilo, que su partido había ganado las elecciones, que él iba a ser el candidato y que no tenía pensado cambiar nada. Pero las críticas no tardaron en llegar. En esta ocasión no sólo procedentes desde el habitual sector crítico, sino que los veteranos se revolvieron. Rajoy no tuvo más remedio que ceder y convocar el Comité extraordinario de este jueves, donde no le ha quedado más remedio ya que reconocer errores y asumir responsabilidades.

Hasta el momento, Rajoy había centrado toda su obsesión en la falta de comunicación. Este jueves, sin embargo, ha ido más allá. Ha vuelto a insistir en que las políticas adoptadas por su Gobierno -a las que ha vuelto a tildar de «necesarias»- le han pasado factura. Aunque sabía que con esto no era suficiente, y ha proclamado a los cuatro vientos lo que todos en el partido querían escuchar por parte de la dirección: la corrupción ha salido muy cara. «Nuestro voto se ha perdido claramente por el centro y sobre todo por la abstención», ha reconocido un apesadumbrado Rajoy, que ha asegurado haber «pagado un precio muy alto por el comportamiento de algunos compañeros». El presidente se ha intentado justificar recordando que ha «tomado medidas», que «he echado» a los implicados en este tipo de escándalos, que ha «impulsado medidas» desde el Gobierno y que el afloramiento de todos estos casos se «debe al buen funcionamiento de la Policía y de los jueces».

Muchos 'populares' culpan de esta lacra electoral a la gestión que Cospedal hizo del 'caso Bárcenas'. Cómo olvidar aquella famosa explicación en rueda de prensa del «despido en diferido» del extesorero del PP encarcelado por corrupción. Pero Rajoy aún se resiste. El presidente ha admitido que todo aquello hizo «muchísimo daño» al partido. Aunque sigue insistiendo en que la prioridad ahora no puede ser otra que «evitar» que casos como los conocidos vuelvan a ocurrir y en caso de que así sea «actuar de una forma rápida y contundente».

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