ETA y Afganistán se encuentran detrás del alto nivel de España en la desactivación de explosivos. Tanto los cuerpos policiales (Guardia Civil y Policía, con los Tedax) como las Fuerzas Armadas (especialistas EOR y EOD, en reconocimiento y desactivación) cuentan con equipos de prestigio acreditado que se caracterizan por «nervios de acero, preparación física y mental extraordinaria y una motivación inédita para el servicio a los demás», argumenta un experto militar a Estrella Digital.
Sin embargo, en los últimos años se han producido numerosos accidentes durante cursos de adiestramiento, con víctimas mortales y heridos que no reciben una cobertura del Estado acorde con la peligrosidad del oficio, según afirman algunos de estos expertos.
En febrero de 2011 murieron en Hoyo de Manzanares (Madrid) cinco especialistas del Ejército y la Armada, y otros tres resultaron heridos graves (gran invalidez) durante un ejercicio de desactivación de minas anticarro, el accidente de militares españoles más grave en 15 años en territorio nacional. En mayo de 2013 tres suboficiales de la Brigada de la Legión fallecieron en Viator (Almería) a consecuencia de una explosión en los locales de la sección de desactivación de explosivos.
«La peligrosidad de este trabajo debería venir acompañada por unas retribuciones especiales y unos seguros acordes al trabajo realizado», afirma un especialista en desactivación. Precisamente el Ministerio de Defensa rechazará casi con toda probabilidad en breve cuatro expedientes de familiares de fallecidos en Hoyo que han solicitado al Ministerio indemnizaciones más allá de la pensión que les corresponde y el seguro de accidentes que les concede aproximadamente 20.000 euros. Esta cantidad contrasta con el fallecimiento de militares en operaciones de paz, cuya indemnización puede quintuplicar la recibida por la muerte de los desactivadores de explosivos en territorio nacional; y contrasta también con la indemnización por fallecimiento de cualquier seguro de automóvil.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, está a punto de firmar la denegación de las ayudas de acuerdo con los dictámenes negativos aprobados por el Consejo de Estado el pasado 3 de junio, que no ha considerado procedente la solicitud de las familias.
Las reclamaciones de los especialistas en desactivación de explosivos van más allá de la compensación económica y aluden también a la seguridad. «Es necesario un adiestramiento con material explosivo y municiones similares a las que se pueden encontrar en misiones internacionales», afirma uno de ellos, «a veces el material con el que se dota a las unidades para estas prácticas no es el más seguro», añade.
Centros de excelencia
En la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Madrid) están localizados dos centros punteros de las Fuerzas Armadas relacionados con explosivos, el Centro Internacional de Desminado -CID- y el Centro de Excelencia contra Artefactos Explosivos Improvisados (COE C-IED), organismo militar internacional, acreditado por la OTAN en noviembre de 2010, que está dirigido, gestionado y financiado actualmente por diez naciones miembros de la Alianza.
Desde que el COE C-IED inició su andadura ha venido desempeñando un papel clave en la lucha contra la amenaza de los IED tanto dentro como fuera de la OTAN. «Su finalidad es la de proporcionar experiencia y ejercer el liderazgo en la materia para incrementar y reforzar la seguridad interna de las naciones aliadas, de sus tropas desplegadas en las zonas de operaciones, y de toda la sociedad en general, reduciendo o eliminando la amenaza que suponen los artefactos empleados por terroristas y demás redes y organizaciones criminales», informa el Ministerio.
Por su parte, en el CID se forman todos los años en desminado alrededor de 20 especialistas en desactivación, unos 80 en reconocimiento de explosivos y se ofrece formación de sensibilización hasta otros 400 militares y civiles españoles y de países amigos.
Operaciones internacionales de paz
La localización y desactivación de explosivos se ha convertido además en una de las actividades principales de las Fuerzas Armadas españolas cuando se despliegan en una operación internacional de paz.
La puesta de largo sin duda tuvo lugar en Afganistán. Al margen de los accidentes de medios aéreos, del Yakovlev en 2003 y un helicóptero en 2005, la mayor parte de las bajas de militares en suelo afgano han sido provocadas por los llamados artefactos explosivos improvisados -IED-. En la coalición internacional los IED están detrás de más de 1.300 muertos, mas de la mitad del total.
Las Fuerzas Armadas españolas realizan esta actividad de forma habitual también en la misión de Naciones Unidas en Líbano. El contingente español desempeña importantes actividades de desminado y desactivación de explosivos. Además de la desactivación y limpieza de más de 400.000 metros cuadrados de terreno afectados por la caída de proyectiles y submuniciones, se han realizado un total de cinco cursos de desminado y uno de desactivación hasta la fecha dirigidos a oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas libanesas. Asimismo, se han impartido sesiones de concienciación y sensibilización sobre el problema de las minas y explosivos sin explosionar entre la población civil residente en la zona donde despliegan nuestras tropas, particularmente niños.
El Ministerio de Defensa acaba de ofrecer a Mauritania el envío de un equipo de desactivación de explosivos para formar en la materia a las Fuerzas Armadas de ese país.
La seguridad total es imposible, a pesar de adiestramiento, robots, trajes de protección de 30 kilos de peso.
«La estadística es muy dura», declaraba hace unos meses el coronel Jiménez en la Revista Española de Defensa, «de cada mil minas que se retiran se produce un suceso grave y cada mes se registran un promedio de dos accidentes graves relacionados con el almacenamiento manipulación de municiones y explosivos en polvorines».
Los especialistas consultados por este periódico asumen la peligrosidad del oficio, pero piden que se extreme la seguridad y que el Estado responda cuando se produzca un accidente.