Es uno de los jueces estrella en España, y también un referente del colectivo LGTB. El magistrado Fernando Grande-Marlaska afrontó uno de los momentos más duros de su vida cuando decidió revelar su orientación sexual a su familia. Una decisión valiente que, como otros tantos que se han atrevido a visibilizar su condición, le pasó factura en un primer momento al chocar con la no aceptación de su madre. Año tras año, el juez bilbaíno encabeza los rankings de los homosexuales españoles más influyentes. Casado al poco de aprobarse la ley del matrimonio igualitario con su pareja tras 10 años de relación, Grande-Marlaska ha sido un abanderado de la lucha por los derechos LGTB para que todas las personas disfruten en España de los mismos derechos sin ningún tipo de discriminación. Es presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional desde 2012, vocal del Consejo General del Poder Judicial y en su haber tiene una dilatada carrera judicial de más de 25 años labrada principalmente en la lucha contra ETA y su entorno, aunque también fue el juez del Yak-42, del Fórum Filatélico o del chivatazo del bar Faisán.
Aunque no suele conceder muchas entrevistas y es muy celoso de su intimidad, Grande-Marlaska ha querido contar a Estrelladigital.es cómo vivió el día en que las parejas homosexuales dejaron de ser ciudadanos de segunda categoría y vieron igualados sus derechos con respecto a las parejas heterosexuales. Confiesa que sigue sin creerse que es un icono para el colectivo LGTB, aunque se muestra orgulloso de poner su granito de arena en la causa y ser el referente que él nunca tuvo. Aunque admite que los avances han sido importantes en los últimos años, llama a no bajar la guardia y no sólo defender lo conquistado sino seguir luchando para conseguir las leyes y políticas necesarias para erradicar los llamados delitos de odio y que la igualdad se aplique realmente en todos los ámbitos de la sociedad.
ED: ¿Cómo vivió el día en que se aprobó la ley del matrimonio igualitario, aquel histórico paso hacia una sociedad más igualitaria?
FGM: Lo viví con mucha expectativa, con alegría porque sabía razonablemente que iba a ser aprobada y como una conclusión a muchos años pensando que pudiera ser realidad. Es un sentimiento difícil de definir, algo así como que muchas cadenas y estereotipos desaparecían, y seguro que en mi sonrisa también se esbozaba algo de incredulidad.
ED: A los pocos meses de aprobarse la ley se casó con su pareja, lo hizo en octubre de 2005, ¿cómo fue aquel día tan especial y tan esperado?
FGM: Fue un día esperado y especial por lo que representaba, si bien no hicimos nada extraordinario. Nuestro compromiso se había hecho efectivo mucho tiempo antes, no necesitábamos que nadie nos diera su beneplácito, pero sin duda no estaba nada mal que el Estado con sus leyes, y como procedía, nos reconociera el estatus de ciudadanos con todos sus derechos.
ED: ¿Cuándo decidió que era el momento de dar el paso y reconocer a su entorno que usted era homosexual?
FGM: Es una decisión personal que tampoco obedeció en mi caso a ningún análisis de si podía resultar positivo o negativo. Fue simplemente una necesidad en un momento en el que tuve la necesidad y me encontraba fuerte y seguro de mí mismo para poder afrontar cualquier contratiempo que pudiera surgir.
ED: ¿A qué edad fue?
FGM: Con 24-25 años lo reconocí a dos amigas muy directas y se quedó en la reserva más absoluta, a modo de confesión. Y ya en mi entorno personal más amplio y en mi entorno laboral tendría unos 32 años aproximadamente.
ED: ¿Recuerda algún momento complicado en este proceso?
FGM: El momento más complicado en mi caso fue con mi familia, sobre todo con mi madre, porque en un primer momento no hubo aceptación y, en este sentido, cuando lo más importante en tu vida y tu principal referente no lo acepta, es bastante duro.
ED: Usted está considerado una de las personas gays más influyentes en España. ¿Se ve como un referente del colectivo LGTB?
FGM: (Risas). De influyente no tengo nada. Y de referente, eso es otra cuestión. Creo que todos podemos ser referentes en nuestras propias dimensiones personales, sociales y profesionales. En mi caso, desde un punto de vista objetivo, quizás puede que sí sea un referente porque he tenido una proyección pública, pero no más allá de esto. Es cierto que en muchas ocasiones algunos hemos podido echar en falta algún referente positivo que nos ayudara.
ED: Sin embargo, con el reconocimiento público de su tendencia sexual sí debe tener la sensación de haber aportado su granito de arena en la lucha por la igualdad.
FGM: Sí, por supuesto. Y no creo que sea vanidad. Sí que es cierto que he aportado mi granito de arena o por lo menos he trabajado con la intención de aportarlo.
ED: ¿Qué opinión tiene respecto a que de los cerca de 5.000 jueces que hay en España usted sea el único que ha reconocido públicamente su condición sexual?
FGM: Lo importante no es el reconocimiento. Tampoco somos una excepción respecto a otros colectivos profesionales como pudieran ser los deportistas donde por proporción sale uno o ninguno. No creo que sea necesario hacer una confesión pública en grandes medios de comunicación, sino que lo vivas en ese ámbito tuyo personal o profesional, eso es lo adecuado y razonable.
ED: A lo largo de su vida personal y profesional ha sufrido algún tipo de discriminación debido a su orientación?
FGM: Que yo sea consciente, no.
ED: ¿Qué avances y qué retrocesos considera que se han producido desde que entró en vigor la ley del matrimonio igualitario?
FGM: Sin duda, leyes como la del matrimonio igualitario y la posterior de identidad de género gozan de un valor pedagógico y ayudan a mejorar la sociedad. Somos un país privilegiado en la defensa y el reconocimiento de los derechos del colectivo LGTB, pero otra cosa bien distinta es como a día de hoy la igualdad real, y en distintos ámbitos, es un objetivo aún no alcanzado. Se deben hacerse políticas integrales, teniendo una importancia decisiva el ámbito de la educación. Precisamente es en ese ámbito donde en la actualidad deben realizarse políticas efectivas de igualdad para no obviar la realidad de distintas discriminaciones por razones diversas y entre ellas la orientación sexual; y cuya plasmación más grave al día de hoy es la preocupación que nos debe suscitar el incremento en el número de delitos de odio.
ED: Anteriormente se refería al repunte de los delitos de odio. ¿Por qué cree que se está produciendo dicho incremento?
FGM: Quizás lo que se está produciendo es que ahora nos preocupamos en denunciar e investigar este tipo de agresiones homófobas, xenófobas o de cualquier índole, basadas en la discriminación y el odio al diferente y no como simples incidentes sin ninguna connotación. La creciente preocupación y el esfuerzo por parte de las instituciones, de las organizaciones civiles y de la sociedad hacen que salgan a la luz hechos que antes permanecían ocultos, bien porque no se denunciaban o no se investigaban.
ED: ¿Cómo cree que habría que actuar para frenar el acoso y la discriminación al diferente?
FGM: Es fundamental actuar en el terreno educativo, el ámbito donde es más fácil educar a las personas es cuando son jóvenes para que desde una edad temprana interioricen una serie de valores y respeto al diferente y aprendan qué conductas y comportamientos no pueden ni deben ser aceptados en una sociedad democrática. Este respeto al diferente y de no discriminación debe trasladarse a todos los ámbitos de la sociedad, como el sanitario o en la administración pública, para que todas las personas sean tratadas con la dignidad debida independientemente de su sexo, religión, color de piel u orientación sexual.
ED: Usted siempre ha sido un gran defensor de que la sociedad celebre días reivindicativos como puede ser el Orgullo LGTB. ¿Qué le diría a todas aquellas personas que no entienden este tipo de celebraciones y que suelen tacharlas de superficiales?
FGM: Yo soy un defensor de este tipo de fechas señaladas en el calendario porque no sólo se celebra sino que además sirven de reconocimiento a aquellos que lucharon por nuestros derechos. Hay que recordar que el desfile del 28 de junio tiene su origen en una resistencia de personas que desafiaron el status quo porque sus derechos no eran reconocidos, lucharon por su dignidad y conquistaron derechos que, en definitiva, no son sólo los nuestros sino los de toda la sociedad. Porque cuando alguien lucha por los derechos humanos, lucha por los derechos de todos. Por un lado, el 28 de junio es un reconocimiento a esa lucha, pero también sirve para recordar que en materia de derechos humanos, y en este caso del colectivo LGTB, no se puede bajar la guardia para que no se produzcan retrocesos.
ED: ¿Usted suele participar en este tipo de celebraciones y reivindicaciones? ¿Tiene previsto celebrarlo este año?
FGM: Depende de las circunstancias, yo he ido a muchos desfiles pero este año aún no lo tengo decidido si finalmente iré. Los últimos años he ido un rato a dar una vuelta a como se desarrolla pero ni mucho me quedo todo el desfile. Pero siempre me gusta ir ese ratillo como reconocimiento a toda esa gente y para recordar lo que implicó su lucha, que eso nunca viene mal porque ayuda a reflexionar sobre todo lo que aún queda por hacer.