El trabajo, determina, además, que, en conjunto, son más frecuentes los actos violentos en chicos, y más graves (como amenazas, insultos, agresiones), en relación a los actos de las mujeres, considerados de menor grado (revisión del móvil, control de lo que hace su pareja).
Aún así, los porcentajes de violencia ejercida entre géneros está en muchos casos muy igualada. Por ejemplo, los encuestados afirman conocer un 33,5% de las chicas y un 32,5 de los chicos que no permiten que sus parejas vean a sus amigos, o a un 39,7% de chicas y un 36,9% de chicos que controla dónde está el otro. Del mismo modo, señalan que conocen a un 62,9% de chicas que controla el móvil de su pareja, al igual que un 58,6% de los chicos.
Para director técnico del centro, Eusebio Megías, no es sorprendente esta igualdad de actuación ya que «la raíz de esta violencia se debe a la visión de exclusividad y posesión que los adolescentes imprimen en la pareja y que es compartida tanto por chicos como por chicas».
A su juicio, la visión adolescente de la pareja ha sufrido una «revolución hacia la igualdad», pero éste no se ha producido «de forma homogénea». Asi, considera que es difícil encontrar a gente que no defienda la igualdad, pero siguen existiendo aquellas gestos que se apoyan «en los tópicos esterotipados» para defender la desigualdad.
Es decir, se basan en el «paquete biológico», de que «una mujer tiene derecho pero no puede hacer una o tal cosa igual que el hombre por su biología» para defender la situación «sociocultural» en la que se encuentra.
Mujeres sensibles y hombres posesivos
Así lo refleja el estudio, en donde se determina que existe una aceptación «muy generalizada entre chicos y chicas» respecto a los tópicos que definen hipotéticamente sus géneros: el 56% define a las chicas como muy sensibles y tiernas, además de preocupadas por su imagen (en un 46%), mientras que los chicos son vistos como dinámicos y activos, en un 66%, independientes (36%) y posesivos y celosos (31%).
Para los expertos, estas atribuciones de cualidades a los diferentes sexos influyen de manera determinante en el establecimiento de estereotipos sobre las capacidades atribuidas a unos y a otras. De este modo, ellas son percibidas como más capaces de comprender a los demás, más capaces de dar cariño y más capaces de reflexionar. Y ellos más decididos, mejores para el deporte y más hábiles con las tecnología.
En cuanto al aspecto laboral, para los adolescentes existen profesiones femeninas y masculinas y puestos de trabajo de cada género. Sin embargo, perciben que los puestos de los hombres pertenecen a ámbitos de poder y están mejor remunerados, además de que ellas tienen más dificultades con la conciliación entre el hogar y el trabajo.
Megías apunta, al respecto, que los jóvenes perciben el machismo de otras generaciones y existe un acuerdo generalizado en ambos sexos al señalar que el proceso de igualdad es lento, pero progresivo. Un 9% considera que no existen diferencias, frente a un 42% que sí que las ve, pero dice que son pequeñas o muy pequeñas. Un 14% considera que existen diferentes grandes o muy grandes entre géneros.
Diferencia de oportunidades
El estudio, que se ha elaborado en colaboración con el Banco Santander y Telefónica, destaca que, en relación a la diferencia de oportunidades entre hombres y mujeres, ellas perciben peor o mucho peor sus oportunidades a la hora de participar en la vida política (57% frente al 36% de los varones), alcanzar puestos de mayor responsabilidad (63% frente al 57% de los varones) o compaginar la vida laboral con la familiar (29% frente al 20% de los chicos).
En este sentido, Megías señala que «los chicos son mucho más conscientes de la injusticia que antes» aunque un «gran grupo de ellos» creen que «no deben hacer nada, que las que se deben de mover son ellas» que son las que sufren la desigualdad.
De este modo, la actitud de los chicos es la de no hacerse responsable de la situación, basándose en que han sido educados de ese modo y defendiendo que «no actúan contra lo que se les ha enseñado». Para el experto, este actitud es habitual en el ser humano, la de «defenderse si cree que hay algo negativo y atribuir alos demás el problema».