sábado, septiembre 21, 2024
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Artur Mas convierte a la CUP en relevante

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Terceras elecciones en Cataluña en menos de cinco años. Después de una campaña electoral centrada en el independentismo, los catalanes se han pronunciado. En lo que a participación respecta, han batido récord: el 77,40% de los catalanes han acudido a las urnas. Y los resultados han sido rotundos. Desde el punto de vista parlamentario, la victoria en escaños de las fuerzas independentistas es indiscutible: la suma de 'Junts pel Sí' (62 escaños) y la CUP (10 escaños) les da la mayoría absoluta necesaria para gobernar sin obstáculos. Pero si atendemos a esta votación desde la perspectiva plebiscitaria que tanto ha reclamado Artur Mas y los suyos, lo cierto es que esa victoria parlamentaria no se traduce en votos: sólo el 48% de los catalanes estarían de acuerdo con la independencia proclamada por 'Junts pel Sí' y la CUP.

Así pues, los partidos independentistas logran la mayoría absoluta en escaños, pero no en votos. La suma de 'Junts pel Sí' (39,54%) y la CUP (7,85%) roza el 50%, pero no llega. Y además deja en manos de Antonio Baños (líder de CUP) el futuro de Cataluña. Una formación relativamente nueva, con apenas representación hasta ahora en el Parlamento catalán (obtuvo 3 escaños en 2012) y con episodios inolvidables como el lanzamiento de sandalia con el que David Fernández amagó en 2013 al expresidente de Bankia Rodrigo Rato; y que, sin embargo, hoy se ha convertido en la principal llave de estas elecciones. Dijeron no a 'Junts pel Sí' porque nunca aceptarían una nueva Generalitat presidida por Artur Mas, y hoy se ha comprobado que fue la mejor decisión que podía haber tomado. Triplicado el resultado obtenido en 2012, con 10 escaños, la CUP amenaza con ser la peor pesadilla de Artur Mas, que en los próximos días tendrá que desvelar su futuro político.

Antonio Baños ya ha dejado claro que no dará su apoyo a Mas, así que la primera incógnita que deberá despejarse es quién será el próximo presidente de la Generalitat. Las negociaciones serán intensas, pero todo apunta al fin de la era convergente en Cataluña, cuyo declive comenzó en 2012, cuando Mas convocó elecciones anticipadas cuando el Gobierno central le negó el pacto fiscal y se sumó a la ola independentista pensando que eso le salvaría. Entonces ya perdió 12 escaños respecto a las elecciones de 2010, y no le quedó más remedio que colocar su futuro en manos de ERC. Hoy, el resultado ha sido aún peor. Los 71 escaños que CiU y ERC obtuvieron en 2012, se han visto reducidos este domingo a 62, cuya mayoría absoluta ahora depende de la CUP, que ha visto aumentar su representatividad en 7 escaños, un ascenso meteórico únicamente comparable al de Ciudadanos.

Es más, en lo que al bando no independentista respecta, el éxito de los de Albert Rivera (capitaneados por Inés Arrimadas en Cataluña) ha sido probablemente el más indiscutible de esta jornada electoral. De los nueve escaños que obtuvo en 2012, hoy Ciudadanos ya es la segunda fuerza política en Cataluña, muy por delante de la tercera, cuarta y quinta que representan lo que podría denominarse el bloque no independentista. Con 25 escaños, Ciudadanos se consolida en el Parlamento catalán y demuestra que es una formación emergente que está dispuesta a dar la batalla a nivel nacional. Un éxito que, sin embargo, no se ha visto reflejado en la otra gran fuerza emergente que también concurría a estas elecciones con la intención de ser decisiva: Sí que es Pot, la marca catalana de Podemos, no sólo no ha mejorado los resultados que en 2012 obtuvo ICV, sino que los ha empeorado: ha obtenido 11 escaños y el 8,93% de los votos, frente a los 13 de Joan Herrera. 

¿Las principales víctimas de Ciudadanos? sin duda alguna, los dos grandes partidos nacionales. PP y PSOE han visto reducida drásticamente su representatividad en el Parlamento Catalán. El PSC sigue siendo la tercera fuerza política más votada, pero ha obtenido 16 escaños, 4 menos que en 2012, 12 menos que en 2010; y 21 menos que en 2006, que es cuando comenzó su verdadero declive. En el Partido Socialista la lectura interna es que «podía haber sido peor», pero que aún «ha podido salvar los muebles». Aunque si hubiera que elegir al gran partido perdedor de estas elecciones, ese no es otro que el Partido Popular, que ha perdido 8 escaños y más de 100.000 votos después de que la formación conservadora decidiera apartar a Alicia Sánchez-Camacho (la candidata 'popular' más votada en la historia de la formación catalana) y sustituirla por el exalcalde de Badalona, Xavier García-Albiol. Con estos resultados, habría que retrotraerse a los años 80 y principios de los 90 (a la candidatura del actual ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz (6 escaños) y la primera de Alejo Vidal-Quadras (7 escaños)) para encontrar unos resultados peores en esta región.

Madrid mira a Cataluña

Para la capital estas elecciones también han sido claves. En esta importante noche electoral no han faltado los habituales mensajes valorativos desde las sedes nacionales de los principales partidos protagonistas. Todos saben que los resultados obtenidos no han sido ni los esperados, ni los deseados por ninguno de ellos, pero coinciden en la premisa inicial: los catalanes han dicho no a la independencia en lo que al número de votos respecta. «El plebiscito lo han perdido», ha advertido el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

En una declaración en la sede socialista de Ferraz, flanqueado por las banderas catalana, española y europea, Sánchez ha pedido a los ganadores de estos comicios, la lista independentista de Junts pel Sic, que tome buena nota de estos resultados y que, a partir de mañana, se dedique a «coser esas heridas que durante estos últimos años se han abierto en la sociedad catalana» y a «gobernar para todos». «Ha llegado la hora de abandonar el independentismo«, ha exigido el socialista, que considera que la primera conclusión de este 27 de septiembre es que han perdido «aquellos que dijeron que estas elecciones iban a ser un plebiscito», que son los que «han ganado en escaños, no en votos». El resultado de estos comicios, ha dicho, es que hay «una mayoría de catalanes que han dicho claramente que no quiere la independencia, pero sí un nuevo tiempo de convivencia, de diálogo y de reforma en el conjunto del país«.

En Génova, sin embargo, la noche ha sido más dramática. El primer síntoma de esta desazón: el encargado de comparecer en la sede conservadora no ha sido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sino el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado. No es habitual que Rajoy comparezca en noche electoral, pero estos comicios han sido quizás los más importantes del año. Los catalanes «han dicho no a la independencia», tal y como esgrimen los conservadores, y parecía lógico que esto lo hubiera proclamado Rajoy a los cuatro vientos. Pero finalmente ha sido Casado. «No estamos satisfechos con el resultado pero nos quedamos con que el desafío separatista ha fracasado», ha zanjado el conservador. Entre bambalinas, los lamentos son sonoros y mayoritarios.

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